Cada vez que me encuentro con uno de estos vídeos en los que el conductor estampa su coche por no saber distinguir entre el pedal del acelerador y el pedal del freno, me vienen a la cabeza varias ideas. Algunas no son publicables por ofensivas, pero las hay que sí, y por eso me planteo, en primer lugar, ¿qué lleva en la cabeza un conductor para confundir el acelerador con el freno?
Y lo siguiente que pienso siempre, pero siempre, es: ¿por qué esa manía de realizar las maniobras lentas a una velocidad excesiva? En caso de confundir los pedales de un coche automático, el vicio de propinar zapatazos se materializa en lo que hemos visto, pero incluso con un coche que lleve pedal de embrague, un punto de fricción demasiado alto al aparcar supone la diferencia entre un “ay, que le doy un golpecito” o un “perdone, señor árbol, no le he visto venir”.
No, Dolorpasión™ no toca hoy sino el domingo, pero podéis tomar esto como un aperitivo de fin de semana, aunque a mí por quien me duele realmente no es ni por el coche ni por quien lo llevaba, sino por las pobres personas que había en el local, que no tenían culpa de la escasa repercusión que tuvo ‘Sesame Street’ en casa de algunos parroquianos del lugar.
