Cada vez hay más radares pedagógicos: el arma de la DGT que combate los excesos de velocidad, pero no multa como el resto

Cada vez hay más radares pedagógicos: el arma de la DGT que combate los excesos de velocidad, pero no multa como el resto
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El Ayuntamiento de Barcelona y el Servei Català de Trànsit (SCT) han puesto en funcionamiento 28 nuevos “radares pedagógicos” en zonas escolares y distintas vías de la ciudad con un límite de velocidad de 50 km/h y 30 km/h que presentan alto riesgo de siniestralidad.

Estos radares, que miden e informan de la velocidad pero no sancionan, tienen como objetivo sensibilizar a los conductores sobre la importancia de respetar los límites de velocidad: uno de los factores que más influyen en la siniestralidad. Además, permitirán que las autoridades puedan recoger información general sobre cómo se comportan los conductores.

Qué son y cómo funcionan los radares pedagógicos

Radar Pedagogico 2

Los particulares radares pedagógicos, como los denomina la Dirección General de Tráfico (DGT), ya funcionan desde el año pasado tanto en Tarragona (Cataluña) como en tres localidades de Burgos (Cuevas de San Clemente, Barbadillo del Mercado y Hontoria del Pinar) con el objetivo de sensibilizar a los conductores y analizar su comportamiento en aquellas carreteras con elevada intensidad de tráfico y mayor siniestralidad.

Estos cinemómetros, que llevan años en desarrollo, se diferencian del resto de radares en que son preventivos y no punitivos, es decir: no multan. Sus funciones están orientadas a lograr una mayor seguridad en carretera, ya que los excesos de velocidad son uno de los principales caballos de batalla para las autoridades del Tráfico y uno de los principales motivos de siniestro vial en nuestro país.

En esencia, los radares pedagógicos están fabricados con un sistema láser que mide en tiempo real la velocidad de los vehículos que se aproximan (a distancias de entre 50 y 300 metros), están dotados de inteligencia conectada y se gestionan en remoto.

Radar3

Generalmente, se sitúan en núcleos urbanos donde es frecuente que los conductores sobrepasen la máxima velocidad permitida o en áreas con mayor tránsito de peatones, así como próximas a colegios, a fin de que se levante el pie del acelerador.

Así, si el radar detecta que el conductor excede el límite establecido, el panel lumínico reflejará en rojo la velocidad a la que circula y, en algunos casos, emite una advertencia tipo “reduzca la velocidad”. Por el contrario, el número se mostrará en verde si el automovilista se ciñe a la velocidad marcada para dicha vía.

Estos radares pedagógicos son fácilmente visibles, tanto de día como de noche gracias a su display electrónico con LEDs de alta luminosidad.

No obstante, no están dotados de las cámaras necesarias para captar las matrículas ni dar aviso a las autoridades, por lo que si el conductor rebasa los límites de velocidad establecidos la sanción no se efectúa. Su labor es completamente distinta a la que ejercen tanto los radares fijos, móviles o de tramo, o a la vigilancia del helicóptero Pegasus y los drones de la DGT.

Como están equipados con un software específico para poder almacenar y analizar datos relacionada con el tráfico, son también una interesante fuente de información para las autoridades que pueden recoger datos sobre la velocidad media, máxima y mínima a la que se circula, número de vehículos que pasan por el radar, frecuencia, etc.

Con dichos datos, se pueden tomar las decisiones necesarias para mejorar el tráfico o para tomar medidas más drásticas. Estos 28 dispositivos educativos se suman a los 17 radares de punto que ya hay en el interior de Barcelona, de los que 12 están situados en entornos escolares y cinco son radares de tramo. En el exterior de la ciudad, ya hay 13 radares más, repartidos entre las rondas y los accesos.

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