Nissan Leaf, prueba (conducción y dinámica)

Nissan Leaf, prueba (conducción y dinámica)
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Deslizo mi mano alrededor del metal y toco un botón. El Nissan se abre para mí invitándome a ponerme a los mandos. Caigo dentro, ajusto todo lo pertinente y aprieto la tecla start: Un tono musical espacial acompaña el despertar del Leaf. Pulso otra vez, para que se ponga en marcha definitivamente, y lo que hace es dormirse.

Diantres, ¿pero ya estaba encendido? En efecto, el motor eléctrico de este trasto no funciona hasta que se mueve. Y cuando lo hace, no suena: En Japón han tenido que diseñar un ralentí artificial para evitar sustos a la ciudadanía. ¿Podéis imaginar las grandes avenidas de las ciudades sin el ronroneo de los propulsores?

Tampoco huele a nada. No echa ni humo negro ni blanco, porque carece de tubo de escape; sus emisiones son cero. Si las grandes urbes mundiales se llenasen de vehículos a baterías sería posible volver a respirar en sus calles. En realidad, lo único que permanecería como fósil de otro tiempo serían los ruidos producidos por los neumáticos y la velocidad.

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Conducción y dinámica

La posición de conducción es confortable. Los asientos también, aunque la sujeción podría ser mejor. El tacto, sobre todo del volante, es agradable.

Vuelvo a pulsar el botón de encendido, vamos otra vez. Acaricio con mi mano la pequeña palanca circular del cambio. La empujo hacia la izquierda para entrar en una guía con solo ¡dos marchas!: arriba y abajo, adelante o atrás.

Engrano D y… en movimiento: El Leaf empieza a sonar como el Halcón Milenario. En serio, hasta los 30 km/h es como las naves de las pelis, genial. Pero demasiado discreto como para que el peatón lo oiga: desde aquí sugerimos a Nissan hacer un poco más de ruido mientras nos vamos acostumbramos al nuevo coche eléctrico.

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En poblado va muy bien, es tremendamente cómodo. Al no tener velocidades sencillamente fluye, mientras que la suspensión se encuentra a la altura de su segmento. Acelerar, frenar, acelerar y frenar suavemente… Los cambios de calle podrían hacerse girando el volante con un dedo si no fuese un atentado a la seguridad.

En tráfico urbano despejado, si tenemos la suerte de no encarar demasiada cuesta arriba, incluso veremos aumentar la autonomía de 160 km disponibles a plena carga. El truco está en que al decelerar y frenar suavemente, el Leaf recarga sus 48 baterías de ión-litio.

Estamos saliendo de mi casa en Villaviciosa de Odón, exactamente a la altura de la entrada que nos introduce en la autovía M-501. Y el carril de aceleración es una buena excusa para dejar caer el pie derecho.

Hay 80 kilovatios (kW) o, lo que es lo mismo, 109 de los antiguos caballos que domar, pero parecen más. Es una característica propia del vehículo eléctrico: entrega el par máximo durante el primer tercio del cuentavueltas, aunque luego tampoco os creáis que disminuye mucho. Las recuperaciones son, pues, fantásticas.

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Produce, entonces, un efecto lanzadera, en este caso con una fuerza de 280 Nm de 0 a 2.750 RPM y con poco menos hasta sus 145 km/h de velocidad punta, a 10.390 RPM. Pero no tiene un tacómetro tradicional, sino un potenciómetro a través del cual podemos ver la energía que exprimimos a las baterías o la que ganamos en los momentos de recarga.

Todo va bien, tan suave como un Rolls-Royce. Y vamos a la misma velocidad que el resto de los compactos. Pero miro la autonomía y, habiendo ejecutado una conducción a ritmo normal, ha disminuido significativamente más de la cuenta. Pasa lo mismo que con sus ancestros de gasolina y gasoil, depende de cómo le pises puedes ir más cerca o más lejos de lo declarado oficialmente.

Si vas a hacer un recorrido que conlleve la práctica totalidad del kilometraje disponible, más vale que te lo tomes con calma, tal y como hizo J. Costas en su miniprueba.

Y desde luego, hacedlo en modo ECO. Este es un útil mecanismo de ahorro con el que optimizas el rendimiento de las baterías hasta 175 km, gracias a que aumenta la retención del motor, entibia el climatizador y redistribuye la aceleración. El grueso de esta última queda al final del pedal, aproximadamente en el último 15 % de recorrido. Entonces sales disparado con buena parte de la fuerza que el Leaf se había dejado en el camino.

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Es importante señalar que el talón de Aquiles del coche son las cuestas, es allí donde, lógicamente, se deja la energía. Por una de ellas, la de San Vicente, entramos en Madrid.

Este automóvil está pensado para trayectos diarios de ida y vuelta: ir al trabajo y al súper, a recoger a los niñ@s, a ver a un amigo, y regresar a casa. Así lo que consumes en un hipotético camino A, ascendente, lo recuperas a la vuelta en B, descendente. En buena parte de los recorridos circulares, aunque no pasen exactamente por el mismo sitio, ocurrirá lo mismo.

Si vais a acceder al centro de la ciudad en coche, el Leaf es vuestro hombre. Sobre todo cuando empiecen a restringir el tráfico a vehículos a petróleo, algo que posiblemente terminará sucediendo más o tarde o más temprano. Además, de momento suelen aparcar gratis en las zonas de estacionamiento regulado.

Finalmente, este Nissan no vale para viajar. Una vez existiese una infraestructura de repostaje podríamos intentarlo, pero su autonomía lo haría tedioso. Al menos con los tiempos de recarga rápida actuales (unos 30 minutos). Lo aconsejable para dicho propósito sería recurrir a un coche de alquiler.

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Pero para todo lo demás, yo diría que el Leaf cumple lo que promete. Es cuestión de, a través del conocimiento del coche, determinar la distancia a cubrir y el tipo de conducción necesaria para llegar.

No nos desviemos del asunto que nos ocupa. Curvas: El cacharro se comporta bien, con aplomo, aunque la suspensión haya sido diseñada primando la comodidad. Lo cierto es que pienso que no se tiene nada mal en carretera. Lo único que me confunde es la excesiva asistencia de la dirección fuera de ciudad.

A los frenos no les pongo ninguna pega, salvo que si reducimos fuerte no recuperan apenas energía. Lo ideal es dejar caer el coche o frenar suave, progresivamente; para así convertir la deceleración en un momento de recarga. Especialmente a partir de 50 km/h.

Se puede llevar al Leaf alegre sin ningún problema, si bien no es un coche deportivo. No lo pretende: es divertido, con sus aceleraciones fulgurantes y pasos por curva a la altura de lo que se espera de él.

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Por último, si algún día conducís un Leaf os picaréis a ver cuántos kilómetros de autonomía sois capaces de recuperar. Iréis más despacio ahorrando y desaparecerá la prisa de antaño. De hecho Nissan ya contaba con este carácter lúdico y le ha puesto al lado del velocímetro un juego-medidor de eficiencia consistente en acumular abetos. Yo terminé sacándomelos todos.

Además, en un Leaf el atasco ya no fastidia tanto, aunque muchas veces consumiréis más en él que con tráfico fluido. En realidad no entiendo por qué, pero este coche, en general, actúa como un sedante y te endulza el humor.

Proceso de recarga del Nissan Leaf

Son las ocho y media de la mañana y estoy callejeando por la ciudad en busca de una plaza de aparcamiento exclusiva para vehículo eléctrico. Llevo una hora a bordo del crucero espacial y desde hace un rato noto un frío inusual en los piernas. Es normal, pensad que ya no hay un motor caliente al otro lado de la pared. Por ello para mí, que soy friolero, el climatizador siempre suele ir encendido. Si lo llevamos puesto desde el comienzo hasta el final de los 175 km ECO, se comerá 20 de ellos.

Como ya hemos dicho, un vehículo eléctrico es especialmente aconsejable para moverse por grandes ciudades, si es que es el transporte que necesitamos. Gracias a él acabaríamos sin duda con la terrible contaminación urbana.

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El motor transforma la energía de las baterías para enviarla a la transmisión delantera

En realidad, la Administración española está poniendo mucha carne en el asador con respecto a movilidad alternativa eléctrica. Echad un vistazo a la página del Plan Movele y veréis. Es útil destacar como Madrid, Barcelona o Bilbao están infestadas de surtidores de electricidad.

De todas maneras, hoy por hoy lo normal es que recarguemos el Leaf por la noche en casa. Con la nueva tarifa supervalle, que implica contratar una discriminación horaria en tres franjas, cada cien kilómetros nos pueden salir por 0,9 euros, recargando entre la 1 y las 7 de la mañana. O por 1,1 entre las 22 y la 1 horas. No está mal teniendo en cuenta los precios actuales de los combustibles fósiles.

Sin dicho escalonamiento el precio asciende hasta los cuatro euros. Me parece una muy buena opción, pero para información más detallada a este respecto, por favor pinchad aquí.

Enchufado a la red doméstica, en el mejor de los casos tardaremos siete horas y media en cargar completamente los 24 Kilovatios/hora (kWh) de capacidad de las baterías . Eso sí, el amperaje del enchufe elegido habrá de ser 16 y ningún otro aparato eléctrico deberá estar tirando de la misma línea (parte) de la casa. Si fuese de menos o hubiera más vampiros conectados, la operación podría llegar a llevarnos hasta 14 horas.

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La entrada grande es para toma monofásica en tierra, la pequeña para monofásica simple

Quizá lo mejor sea comprar un equipo de recarga, que vaya conectado directamente a la red y que tenga su propia línea. Estable, sin interferencias… no debería salir por más de 1.200-1.300 euros, y Nissan lo recomienda encarecidamente. Nosotros también.

Sea cual sea el sistema final elegido, la toma de corriente siempre será monofásica. Existe asimismo una amplia infraestructura pública de este tipo en ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao, donde podremos hacer lo mismo que en casa pero en un parking o en la calle. Estacionados en una plaza de aparcamiento exclusiva y en ocasiones gratuitamente, si bien no por más de tres horas y siempre que tengamos la tarjeta identificativa correspondiente.

Ese tiempo daría como mucho para conseguir 70 km más de autonomía teórica, siempre que contemos de nuevo con 16 amperios. Insuficiente para una carga exhaustiva o urgente. Por suerte, para éstas últimas existen las tomas de corriente monofásicas en tierra (no confundir con trifásicas), capaces de recargar el 80 % de las baterías en unos 30 minutos. 140 kilómetros más, pero de estos surtidores hay menos. Si deseáis más información sobre puntos de reabastecimiento en España, haced click aquí.

Al final he aparcado en la plaza con poste monofásico que hay enfrente del RACC, (Paseo de la Castellana esquina con General Oráa), para hacer unas gestiones. Terminadas éstas no me queda otra cosa que volver a casa, a la que llego sin mayores problemas. Y allí nos quedamos hasta mañana, cuando hablaremos la seguridad y equipamiento.

En Motorpasion | Nissan Leaf, prueba (exterior e interior, seguridad y equipamiento, valoración y ficha técnica)

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