Disparando camiones al agua tan fuerte que rebotaban: así probaba EEUU si las catapultas de los portaviones podían hacer volar un caza a 240 km/h

Disparando camiones al agua tan fuerte que rebotaban: así probaba EEUU si las catapultas de los portaviones podían hacer volar un caza a 240 km/h
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Lanzar un caza desde un barco portaviones tiene un problema: la pista no es lo suficientemente larga para despegar. Incluso en los más grandes como el  USS Gerald R. Ford. Esto se soluciona con los sistemas de catapulta.

El más moderno es electromagnético, que mejora los de vapor. Y dado que probar si funciona o no con caza puede salirse de presupuesto, la Armada estadounidense lo testea de una manera más barata a la par que peculiar: lanzar camiones al agua.

¿Es un pájaro, es un avión? No, es un camión botando en el mar

El USS Gerald R. Ford (CVN-78) lleva activo más de una década y acaba de estar en el Mediterráneo por el conflicto entre Israel y Hamas en Palestina. Este enorme buque de tipo nuclear, de casi 340 m de largo es de lo más grandes del mundo, sino que el más. Da nombre a los de su clase, que son tres: el mismo Gerald R. Ford, el Kennedy (CVN-79) y el Enterprise (CVN-80).

El caso es que los cazas y aviones necesitan una pista de más de 700 m para lograr la velocidad necesaria para despegar, a menos de que tengan sistema de despegue en vertical. Esto significa que ni en portaviones de la envergadura de los clase Gerald R. Ford pueden despegar sin ayuda. Y aquí es donde entra en juego la catapulta que llevan este tipo de barcos.

A 250 km/h y rebotando en el mar. Estas catapultas que asisten el despegue de los aviones en embarcaciones llevan tiempo utilizándose. Las de pistones de vapor eran las más modernas hasta la llegada del sistema EMALS (Sistema Electromagnético de Lanzamiento de Aeronaves por sus siglas en inglés), capaz de lanzar tanto cazas ligeros como pesados de ataque. En teoría puede asistir a un avión de 45.000 kg a 240 km/h.

El primer portaviones en equipar esta tecnología fue precisamente el USS Gerald R. Ford. Se instaló en 2015 en este buque y una vez dispuesto, tocaba probarlo. El método de testeo lo desveló la propia Armada de EE.UU en este vídeo.

Como vemos, para estas pruebas de carga optaron por lanzar al mar una suerte de camión, similar a los vehículos de carga que se usan en los aeropuertos. Pero claro, a diferencia de un caza de combate este vehículo no vuela, así que lanzarlo significa que acabe en el agua.

Desde diferentes ángulos y cámaras vemos a este pobre vehículo de testeo precipitarse a gran velocidad sobre el mar, con tanta fuerza que acaba rebotando. Sí, al estilo de "hacer ranas" con una piedra plana sobre el agua pero con un vehículo de decenas de toneladas. Una imagen digna de ver en estas pruebas que se firmaron en verano de 2015 en el puerto de Newport News (Virginia). Precisamente donde la constructora marítima Northrop Grumman Shipbuilding concibió este gigantesco portaviones.

Caza en la cubierta del portaviones USS Gerald R. Ford (CVN-78)

¿Cómo funciona? Este nuevo sistema de catapulta para portaviones tiene el mismo cometido que el resto: lanzar sobre un raíl el caza para que alcance la suficiente velocidad y despegue. Pero la tecnología es completamente diferente.

Para hacerlo utiliza un motor de inducción lineal (LIM) que se vale de electricidad de corriente alterna para generar campos magnéticos. Y esto es lo que impulsa el carro que lanza el avión por el raíl desde la pista del portaviones.

Según sus creadores mejora a las catapultas de vapor: el sistema EMALS es más preciso y potente, pudiendo lanzar una mayor variedad de aviones desde los buques militares. Pero además al permitir un mayor grado de automatización también reduce el personal o los tiempos para solucionar problemas. También es más sencillo de mantener, por lo que a largo plazo reduce los costes.

De momento esta catapulta electromagnética la equipan tanto el USS Gerald R. Ford, que fue donde se probó camión en pista, como el  John F. Kennedy. Y cada uno de estos barcos le ha costado al gobierno estadounidense unos 13.000 millones de dólares.

Sea como fuere, es un espectáculo realmente hipnótico ver al pobre camión lanzado al agua una y otra vez en este vídeo, rebotando sobre la superficie del mar.

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