Uno de los mayores enemigos para la autonomía del coche eléctrico es el frío extremo. Acaban de dar con una solución con la ayuda de la Inteligencia Artificial

Si las marcas ponen a prueba sus próximos coches eléctricos en el desierto o en el Polo Norte es por algo: en estos entornos tan extremos es donde realmente descubren la capacidad real de las baterías, y por lo tanto su autonomía y su vida útil.

Un nuevo estudio experimental de la Universidad china de Chang'an y de la Universidad Tecnológica de Queensland, Australia, ofrece una alentadora hoja de ruta para sistemas de almacenamiento de energía de próxima generación que prosperen en el frío.

También puede contribuir al correcto funcionamiento de estas baterías en entornos espaciales

Ha quedado demostrado que las temperaturas bajo cero provocan que las baterías de iones de litio convencionales pierdan energía y capacidad, mientras que el recubrimiento de litio pone en peligro la seguridad. Pero este grupo de investigadores chinos y australianos se ha centrado en una posible solución: electrolitos de baja temperatura que mantienen la carga y descarga de las baterías hasta -80 °C.

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Esto es posible gracias al libre movimiento de electrolitos entre el ánodo y el cátodo en estas condiciones tan extremas. Su objetivo: mejorar el rendimiento a baja temperatura de las baterías de iones de litio desde las perspectivas de la ingeniería de electrolitos y el diseño asistido por Inteligencia Artificial.

La formulación de estos componentes -sales, disolventes, aditivos y polímeros para el funcionamiento a temperaturas bajo cero- ha sido guiada por IA, y gracias a modelos de aprendizaje automático han podido dar con la solución potencial a la pérdida de capacidad de las baterías y además, con una fórmula de electrolito en gel que funcionaba con temperaturas extremadamente bajas.

Imagen: Yang Zhao, Limin Geng, Weijia Meng, Jiaye Ye.

De hecho, los resultados son alentadores: algunos de los electrolitos permitían que la batería retuviera casi el total de su capacidad tras 300 ciclos a -30 °C. Esto abre las puertas no solo a coches eléctricos más capaces, sino a que los vehículos que se envían a Marte, por ejemplo, o los drones que vuelvan por el Ártico, mejoren su rendimiento.

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