El puerto de Amberes ha pasado de mover más de tres millones de coches a ser un aparcamiento monstruoso. La explicación es el miedo a Donald Trump

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Daniel Murias

Los puertos tienen campas inmensas, con decenas de miles de plazas, en las que se desembarcan los coches que se importan y embarcan los que se exportan. Las del puerto de Amberes-Brujas, en Bélgica, se han convertido en poco más que un parking de larga estancia, mientras las marcas esperan vientos más favorables desde Estados Unidos. La culpa es de los aranceles impuestos por Estados Unidos a todo lo que viene de Europa.

Desde mayo de 2025 el puerto ha visto una fuerte caída de las exportaciones de vehículos, un 14,3% en el caso de los turismos y furgonetas, y un 31,5% en el de los camiones, tractores y maquinaria pesada. Mientras tanto, miles de vehículos nuevos esperan desesperadamente ser embarcados con rumbo a EEUU, rehenes de una disputa aduanera entre Europa y Donald Trump.

Unos puertos saturados y coches parados en Europa

Amberes-Brujas es uno de los mayores centros de exportación de automóviles del continente (movió 3,2 millones de turismos en 2024) y la guerra comercial que enfrenta EEUU a la UE, con aranceles del 25% desde abril a los coches europeos y una amenaza de subirlos de nuevo, está seriamente afectando su actividad, evidenciando el impacto negativo que los aranceles están teniendo en las ventas de las marcas europeas al otro lado del charco.

Con más de 3 millones de vehículos gestionados en 2024, el puerto belga es un centro neurálgico del comercio transatlántico. Pero en el primer semestre de 2025, las exportaciones a Estados Unidos cayeron casi un 16%. Una fuerte caída que ilustra la magnitud de las tensiones entre Europa y EE.UU.

Volvo XC60 línea de producción Volvo se lleva la producción del XC60 de Suecia a Estados Unidos para evitar aranceles y no tener los coches esperando en los puertos.

Los aparcamientos de las terminales están a rebosar de coches BMW, Volvo o del Grupo Volkswagen, atrapados en los muelles a la espera de un horizonte más despejado. El motivo no es otro que la amenaza de una nueva subida de los aranceles estadounidenses a los productos europeos de hasta un 30%, anunciada por el presidente Donald Trump.

"Las perspectivas para el segundo semestre siguen siendo inciertas. Dependerá en gran medida de que se alcance un acuerdo comercial entre la UE y EE.UU. antes del 1 de agosto", declaró el puerto en un comunicado. Se trata de un duro golpe para los fabricantes europeos, especialmente los de gama alta, muy dependientes del mercado norteamericano.

“Nadie había previsto una medida tan radical y repentina”, ha admitido Justin Atkin, representante del puerto de Amberes-Brujas, en declaraciones a The Guardian. Mientras tanto, las conversaciones entre Washington y Bruselas se estancan. A menos que se llegue a un compromiso de última hora, los nuevos aranceles del 30% entrarán en vigor en menos de un mes incrementando las tensiones comerciales.

El puerto belga no es el único en esta situación, otros recintos portuarios de Europa empiezan a sentir los efectos colaterales de esta guerra económica. Fabricantes, proveedores logísticos y autoridades locales coinciden en que los próximos meses serán cruciales para el equilibrio de un sector ya debilitado por la pandemia, la crisis de los semiconductores y la transición al vehículo eléctrico.

Para los fabricantes de automóviles, la situación se está volviendo insostenible. No sólo se están hundiendo sus márgenes, sino que el coste de almacenar tantos vehículos bloqueados en los puertos es cada vez mayor. Algunas marcas se plantean incluso revisar sus estrategias de exportación o incluso reducir temporalmente la producción de algunos modelos europeos destinados al mercado estadounidense.

Otras marcan estudian  llevar la producción de los modelos de más éxito en el mercado estadounidenses al otro lado del Atlántico, como Volvo que ha anunciado que el XC60 dejará de fabricarse en Suecia para producirse en EE.UU, mientras otros simplemente repercuten el precio de los aranceles sobre el cliente final, como Porsche.

Imágenes | BMW, Volvo

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