Las relaciones entre la FIA y Liberty Media no pasan por su mejor momento. El ente regulador del campeonato lleva tres carreras consecutivas de escándalos y decisiones polémicas que tienen al ente organizador muy enfadado, según se rumorea por el paddock y se puede empezar a percibir en algunos detalles.
En las tres últimas carreras la FIA se ha cargado gran parte del espectáculo: en Monza impidió que la carrera terminase sin el coche de seguridad en pista, algo criticado hasta por los beneficiados, en Singapur retrasó innecesariamente la salida por la lluvia y en Suzuka mantuvo dos horas de parón por el agua y puso en peligro a los pilotos con una grúa en pista.
La FIA está dañando el negocio de Liberty Media
Antes de entrar en materia, hay que tener una cosa clara. Liberty Media es la empresa dueña de la Fórmula 1, la que pagó unos 7.000 millones de euros a Bernie Ecclestone para explotar los derechos de la categoría reina del automovilismo. Es la empresa que necesita que la Fórmula 1 funcione bien para poder rentabilizar esa gigantesca inversión.
Pero por el otro lado está la FIA, que regula las normativas y aplica los reglamentos. Son los árbitros de la Fórmula 1, pero para ellos que el espectáculo sea de mayor o menor calidad no influye nada en su toma de decisiones. Ellos son una Federación con los ingresos garantizados. Y de ahí vienen las fricciones.
En Liberty Media son estadounidense, acostumbrados a que competiciones como la IndyCar, o la propia NBA de baloncesto, en las que el espectáculo prima por encima de todo y, sobre todo, la toma de decisiones no está compartida. Y menos aún con un socio que no ha invertido y al que no le cambia nada la buena o mala salud de la competición.
Así que si Ecclestone ya tenía fricciones con la FIA, las de Liberty Media son aún mayores. En la mentalidad del ente organizador, la FIA lleva tres carreras consecutivas riéndose de los aficionados y, lo que es peor aún, cercenando cualquier posibilidad de ver carreras divertidas, con lluvia o duelos en las últimas vueltas.
Se pudo ver de forma sutil durante el Gran Premio de Japón, y también en el de Singapur. Constantemente, las radios que pinchaba la realización, dirigida por la FOM, es decir, por Liberty Media, eran las de los pilotos que pedían que se pusiese en marcha la carrera. Una forma de meter presión a la FIA para que de una vez pudiésemos ver espectáculo.
*Needle scratch*
— Formula 1 (@F1) October 9, 2022
🚨 Restart suspended 🚨#JapaneseGP #F1 pic.twitter.com/LVM6ww5F7j
Cada vez es más frecuente leer a periodistas británicos sospechosos de ser afines a Liberty Media criticar sin ambages a la FIA, algo que hasta hace unos meses parecía terminantemente prohibido. Pistas que llevan a un lugar común: Liberty Media se ha cansado de la FIA y considera que está dañando la imagen de su negocio.
No obstante, no relanzar la carrera en Monza, retrasar la salida en Singapur, tener la prueba parada durante dos horas en Suzuka o el bochorno de Spa 2021 son decisiones que toma la FIA, pero que dañan a la imagen de la Fórmula 1 y al bolsillo de la única empresa, Liberty Media, que se ha gastado el dinero en ella y tiene sus derechos.
La pregunta es, ¿llegará Liberty Media a plantearse un escenario de divorcio? Es difícil, ya que los tentáculos de la FIA son alargados y tal planteamiento supondría una guerra total. Pero lo que está claro es que la situación comienza a ser insostenible con una organización que sistemáticamente daña a la Fórmula 1 sin perder nada a cambio.
