Las marcas chinas evolucionan sus coches con un ritmo frenético y estrenan mejoras mucho más rápido que los fabricantes tradicionales. Gracias a ello, sus coches suelen ser estar a la última, pero eso supone dos problemas.
Por un lado, estrenar mejoras con tanta frecuencia implica que los modelos anteriores se queden obsoletos demasiado pronto porque enseguida se sustituyen por otros más capaces. Por otro lado, eso es sinónimo de una mayor depreciación.
El precio que pagan los compradores de coches chinos
Después de conocer bastantes marcas chinas a lo largo de los últimos dos o tres años y de probar muchos de los coches del país asiático que se venden en España, me ha quedado claro que uno de los puntos fuertes que tienen los fabricantes chinos es la capacidad de reacción.
Normalmente, las marcas tradicionales tardan mucho tiempo en corregir cosas, como Volkswagen con los botones del volante, y a veces ni siquiera lo hacen, digamos que son muy cuadriculadas. En cambio, las compañías chinas introducen mejoras en sus coches en tiempo récord, solo hay que ver lo rápido que renovó Omoda el Omoda 5, un modelo que se actualizó apenas unos meses después de debutar en España.
Esa extraordinaria capacidad de reacción permite a las marcas chinas tener gamas muy actualizadas y coches que, generalmente, están a la última desde el punto de vista de la tecnología, pero tiene un precio oculto que pagan los clientes que se compran estos coches. Más bien hay dos “caras B”: la depreciación exagerada y la obsolescencia prematura.
Es algo que ha plasmado en un estudio VN Express International, según datos obtenidos de la plataforma de coches usados Oto.com.vn. El estudio tiene como protagonista el mercado vietnamita, pero se puede extrapolar perfectamente al mercado español.
Según señala VN Express International, varios coches chinos perdieron mucho más valor que sus homólogos japoneses y surcoreanos en el mismo periodo de tiempo. Toman como referencia el MG 5, el MG ZS y el MG HS, frene al Kia K3, el Hyundai Creta y el Hyundai Tucson. El valor del MG HS cayo un 33% desde 2022 hasta 2024, mientras que el Hyundai Tucson, que es uno de sus rivales directos, perdió un 17% de valor.
“Los compradores prefieren opciones seguras cuando se trata de coches usados para garantizar la estabilidad, y a menudo miran a las marcas japonesas y surcoreanas”, explica a VN Express International Anh Dung, gerente de un concesionario de coches usados, que aclara que las marcas chinas siguen teniendo peor reputación que las de Japón y Corea del Sur.
“Los fuertes descuentos que las marcas chinas ofrecen por sus vehículos también afectan a su valor de reventa, con recortes de precios más pronunciados que a menudo resultan en una depreciación más fuerte”, apunta Dung.
Es probable que los coches chinos mantengan mejor el valor con el paso del tiempo, pero ahora tiene más depreciación que otros. Y no es una cuestión de precio porque los coches de Dacia son baratos y mantienen muy bien su valor, hasta el punto de que es una de las marcas con menos depreciación del mercado.
En parte, la depreciación exagerada de los coches chinos tiene mucho que ver con esa capacidad de reacción tan rápida de las marcas chinas. Si un modelo se actualiza en tiempo récord y mejora mucho cuando se pone al día, automáticamente el modelo viejo pierde mucho valor.
Es una cuestión directamente relacionada con la obsolescencia prematura. Bien es verdad que ha cambiado mucho la mentalidad a la hora de comprar coche y cada vez más gente opta por otras fórmulas, como la compra flexible o el renting, por lo que mucha gente no tiene la preocupación que ha existido siempre de que un coche “se quede viejo” al poco de comprarlo, sencillamente, porque no van a disfrutar de ese coche durante demasiado tiempo y lo van a cambiar por otro más o menos rápido, pero muchos compradores siguen teniendo esa preocupación, especialmente para los que compran pensando a largo plazo.
Las marcas chinas evolucionan tan rápido y mejoran tanto sus coches en tan poco tiempo que enseguida se quedan obsoletos. Es algo que afecta, sobre todo, a los coches eléctricos; rápidamente, estos modelos se sustituyen por otros más potentes, con mejor comportamiento dinámico, con más autonomía, con mayor potencia de carga y con más equipamiento.
De alguna manera, es comparable a lo que sucede en el sector de los teléfonos móviles: un modelo tope de gama de este año se queda desfasado el año que viene. Por supuesto, esa obsolescencia se traduce en una mayor depreciación, tanto en el mundo de la telefonía como en el de los coches.
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