La fabricación de un coche es algo complejo y costoso, y la mayor parte de la carga financiera recae en realidad sobre los proveedores, la industria auxiliar. Las marcas fabrican muy pocos elementos en interno y cuando se trata de reducir costes, los proveedores y sus empleados son los primeros en sufrir los recortes.
El coste de la mano de obra de los proveedores supone en Europa entre un 30% y un 35% del coste total de un coche. Y la carrera para imponerse en la era del coche eléctrico, supone una «carga importante» para los proveedores de automoción y los fabricantes de equipos, según Carlos Tavares, Director General de Stellantis, ya que la industria se esfuerza por reducir costes en un intento de competir con China.
Deslocalización fuera de Europa si las ventas no despegan
Los costes de producción de los coches eléctricos son superiores a los de los coches de gasolina equivalente, lo que eleva considerablemente su precio de venta. Esto, según el máximo dirigente del grupo Stellantis, está obligando a los fabricantes de automóviles a recortar costes en todos los niveles de sus operaciones, incluidas las cadenas de suministro y la logística.
"La carrera hacia los vehículos eléctricos se ha convertido en una carrera para reducir costes", declaró en una conferencia organizada por Bernstein. Según el ejecutivo, el reto para los fabricantes de automóviles es vender coches eléctricos, cuyos costes de producción son entre un 40% y un 50% más elevados, al mismo precio que los modelos de gasolina equivalentes. Algo que, a día hoy, parece imposible salvo para las marcas chinas, gracias a su control sobre la cadena de suministros, la mano de obra muy barata y las generosas ayudas del gobierno central.
Así, “El abastecimiento se desplazará del mundo occidental a los países que ofrezcan los mejores costes", amenazó Tavares, agitando el fantasma de la deslocalización de los proveedores hacia Marruecos, por ejemplo, donde Stellantis ya tiene una fábrica y el sector de la automoción está creciendo, y de la pérdida de puestos de trabajo. Todo ello, claro, a pocos días de las elecciones europeas.
Y es que para el jefe de Stellantis, el principal freno al coche eléctrico son sus precios. Según él, los clientes son reacios a comprar coches caros a menos que los gobiernos les ofrezcan incentivos. "El consumidor del mundo occidental está diciendo al gobierno del mundo occidental: de acuerdo, existe el problema del calentamiento global, bien, pero si no me ayudas, no te ayudaré", afirmó.
De nuevo, suena a aviso a navegantes: sin ayudas a la compra, no habrá coches eléctricos. Coincide aquí con el Grupo Volkswagen en reclamar ayudas a los gobiernos. Si bien Volkswagen fue más lejos y las pidió para sí, Stellantis las pide para el cliente final. Quien no llora, no mama.
En todo caso, para seguir ahorrando costes, Stellantis no está dispuesta todavía a desarrollar plataformas exclusivamente eléctricas. Sus futuros modelos seguirán siendo “multienergías”, pudiendo ser 100% eléctrico o híbridos de gasolina, e incluso e-fuel. El mejor ejemplo de ello es su plataforma CMP que, entre versiones eléctricas y gasolina o híbridas, usan casi una treintena de modelos, desde Alfa Romeo hasta Peugeot, pasando por Opel, Lancia o Jeep.
Pero también se prepara a vender en Europa después del verano, con el objetivo de hacer más asequibles los coches eléctricos, el Leapmotor T03 chino por menos de 20.000 euros tras el acuerdo entre los dos fabricantes.
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