Irene Mendoza
En el mundo camper estamos acostumbrados a ver las mismas máquinas bestiales cuando pensamos en grandes aventuras: enormes autocaravanas 4x4 o vehículos de expedición que parecen camiones militares y que cuestan más que un piso. Por eso la historia de Jana e Ivan Buštor tiene algo magnético: ellos no tenían un gran presupuesto, pero sí Fiat Multipla barato, ese coche que la cultura popular señaló durante años como “el más feo del mundo”.
Lo que empezó como una broma terminó convertido en un proyecto muy real que ya ha cruzado continentes. La pregunta dejó de ser si un Multipla podía salir de Europa y pasó a ser hasta dónde podía llegar con un poco de ingenio, mucha paciencia y todo el trabajo artesanal que fueron capaces de meterle.
Cómo un Multipla acabó siendo un pequeño vehículo de expedición
El Multipla nació para ser práctico, no bonito. Fiat lo diseñó como monovolumen ancho y familiar, con dos filas de tres asientos y un interior adelantado a su tiempo que parecía más una idea brillante de ingeniería que un coche convencional. La prensa lo premió, incluso llegó a exponerse en el MoMA, pero al público nunca le convenció su silueta.
Sin embargo, esa practicidad y amplitud interior fue lo que Jana e Ivan vieron como una oportunidad cuando decidieron viajar por el mundo sin arruinarse. Lo compraron por unos 900 euros, y trabajaron en él durante semanas en un garaje cerca de Bratislava. Ivan diseñó el interior por ordenador y, juntos, tradujeron esos planos a madera, aluminio, espuma y tornillos.
Le pusieron una cama plegable, un pequeño módulo de cocina, almacenamiento suficiente para un viaje largo y hasta un baño muy compacto donde antes había un asiento delantero. Además, en lugar de montar una tienda convencional de techo, abrieron un hueco en la chapa y lo unieron con una tienda de techo recortada para crear un sistema elevable que recuerda a las clásicas Westfalia, con espacio real para estar de pie sin sobrecargar el coche.
11.000 kilómetros después, “el patito feo” ya había demostrado su punto
La pareja probó su invento primero en una ruta desde Eslovaquia hasta Kirguistán, en 2022. A medida que el terreno se complicaba fueron improvisando mejoras con ayuda de mecánicos locales: desde una suspensión ligeramente elevada hasta una protección inferior básica y neumáticos off-road preparados para caminos rotos.
El Multipla, que jamás fue pensado para estas aventuras, empezó a superar pistas de montaña, cruces de ríos y carreteras en condiciones mucho peores de lo que esperaban. Incluso sortearon incidentes fronterizos, desvíos forzados por la guerra y temporales que habrían hecho retroceder a vehículos mucho más capaces.
Lejos de conformarse, decidieron escalar el proyecto. Volvieron a casa, mejoraron el interior con más comodidad y un aislamiento sencillo y enviaron el coche por barco hasta Colombia para su segunda aventura. El transporte costó más que el propio Multipla, pero una vez en tierra comenzaron una ruta por Suramérica que ya suma más de siete meses.
Viajan por pistas de altura, por carreteras complicadas y por zonas donde lo habitual sería pasar con un 4x4 clásico. No tienen tracción total ni nada parecido, solo ruedas adecuadas y un coche muy ligero que, usado con cabeza, llega sorprendentemente lejos. La única vez que se quedaron atrapados fue en una zona de arena muy blanda.
Toda esta aventura ha costado en torno a 3.700 euros, incluyendo la compra del coche y todas las mejoras, como cuentan ellos mismos en sus redes. Y aseguran que viajar así, trabajando de forma puntual mientras recorren el continente, les sale más barato que quedarse en Bratislava.
Lo que han hecho Jana e Ivan no solo reivindica al Multipla como coche práctico y capaz, también desmonta la idea de que la aventura está reservada a vehículos intocables. Su “Ugly Duck” ha demostrado que la belleza de un viaje no depende del coche con el que lo haces, sino de la historia que construyes con él.
Imágenes | @uglyducktales
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