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Las lunas limpias, ejemplo de seguridad activa

Las lunas limpias, ejemplo de seguridad activa
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Las lunas, los cristales del coche, son un elemento más de la seguridad activa del vehículo. A menudo nos perdemos entre tanta innovación tecnológica para el coche y nos alejamos demasiado de lo que es esencialmente un vehículo: un aparato que se mueve a una cierta velocidad por las calles y carreteras gracias a que hay un conductor que lo dirige.

Y este conductor toma decisiones a cada momento a partir de la información que recibe principalmente por la vista. Así, unas lunas sucias, rayadas o incluso con impactos en su superficie son en primera instancia una incomodidad, pero también un riesgo para la circulación. Veamos cómo evitarlo.

En primer lugar, todas las lunas del vehículo deben estar lo más limpias posibles. Una vez que un coche abandona los catálogos comerciales y los concesionarios, la suciedad del día a día va cayendo sobre él, y también sobre sus cristales.

Limpiacristales

Por eso es aconsejable limpiar las lunas periódicamente con productos específicos para evitar la acumulación de residuos que poco a poco se harán más difíciles de eliminar. Un cristal sucio puede llegar a anular nuestra visibilidad al circular a primeras horas de la mañana o a última de la tarde si tenemos el sol de cara.

De hecho, además de la limpieza, es importante el secado de las lunas. Las gotas de líquido, al caer sobre el cristal, recogen también las particulas que hay en suspensión en el aire, y esas partículas, en la calle, no son más que polvo, tierra y humos que provienen del escape de los vehículos. Al evaporarse el agua, los residuos quedan sobre el cristal, manchándolo de nuevo y dificultando la visibilidad.

Por eso es importante que los limpiaparabrisas sequen adecuadamente las lunas delantera y trasera del vehículo. Unas escobillas viejas o dañadas por el calor o por el frío no actúan de forma adecuada, no secan bien y además pueden llegar a rayar el cristal, lo que puede ocasionar deslumbramientos al circular de noche por la acción de los faros del resto de vehículos.

¿Y si una piedra impacta en el parabrisas?

Las piedras pueden dañar el parabrisas

Los parabrisas suelen fabricarse en vidrio laminado, que se compone de capas alternas de vidrio y policarbonato, lo que lo hace más resistente y además evita que se haga añicos si recibe un golpe fuerte. Sin embargo, una piedrecita que salte despedida de otro vehículo puede dejar su marca en el cristal, y a consecuencia de eso el parabrisas puede rajarse incluso pasado un tiempo, cuando ya ni recordamos aquel chinazo.

De hecho, en muchas ocasiones es posible reparar este tipo de daños. Por eso, ante un impacto sobre el parabrisas es recomendable detener el vehículo en cuanto sea posible, examinar el parabrisas y, si hay huella del impacto, colocar una tira de cinta adhesiva transparente para evitar que entre agua o suciedad en los vértices y en las aristas del minúsculo golpe, lo que impediría su reparación en un taller especializado.

Por lo demás, la mejor medida para evitar este tipo de incidentes consiste en dejar buenas distancias de seguridad y moderar la velocidad si circulamos por zonas de obras o con gravilla, especialmente al cruzarnos con otros vehículos. Nuestra visibilidad y nuestra seguridad nos lo agradecerán.

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