Las 24 Horas de Le Mans no son solo la prueba reina del Campeonato Mundial de Resistencia (WEC): son el mayor homenaje a la historia del automovilismo y el espíritu de superación. Desde que en mayo de 1923 se disputó la primera edición, esta carrera se ha convertido en un icono del motorsport que trasciende generaciones.
Acudir a vivirla desde dentro es un sueño para cualquier amante del motorsport, y nosotros hemos tenido el privilegio de asistir a las 24 Horas de Le Mans 2025 de la mano de Toyota Gazoo Racing, coincidiendo con su 40 aniversario de participación. Así lo hemos vivido, de principio a fin.
Vivir las 24 de Le Mans: mucho más que la carrera reina de la Resistencia
La cita de Le Mans no es una carrera más: es una celebración global del automovilismo. Las entradas se agotan meses antes y, sólo en esta edición, más de 330.000 personas se han dado cita en el mítico Circuito de La Sarthe (Francia).
Desde el momento que accedes a las inmensas instalaciones, puedes ver en los aparcamientos desde coches clásicos únicos hasta gigantes mobile homes con todo tipo de lujos. El ambiente es inigualable, uno no sabe dónde mirar: aquí puedes ver desde un Ferrari o un McLaren aparcado junto a una sencilla tienda Quechua hasta familias enteras con carritos de bebé. Todos conviven con una misma afición: la Resistencia.
El público es tan diverso como apasionado. Parejas de todas las edades, grupos de amigos e incluso aficionados que llegan sólos desde todos los rincones del mundo se funden en una fiesta común. A diferencia de lo que se vive en otros campeonatos, en una carrera de Resistencia del calibre de las 24 Horas de Le Mans, el ambiente es continuo durante toda la semana, con actividades previas que convierten cada día en una celebración.
Una de las imprescindibles: la 'Parade' de los pilotos el viernes en el pueblo de Le Mans, donde los equipos desfilan en coches clásicos entre música, regalos y miles de aficionados entregados.
Es algo así como "la cabalgata de Reyes del motorsport", con pilotos lanzando merchandising a escasos metros del público desde coches de época de sus equipos. Una tradición que hay que vivir al menos una vez en la vida, y que damos fe de que es tremendamente divertida.
Además, el circuito ofrece múltiples zonas para todos los gustos y edades: desde fanzones con simuladores, juegos y restauración, hasta atracciones como la famosa noria o el zepelín de Goodyear que sobrevuela el trazado.
Mención especial merece el Museo de las 24 Horas, con joyas de competición e historias que ponen la piel de gallina. Imprescindible su sala circular con maquetas de todos los coches ganadores ordenadas por año: una cápsula del tiempo para el amante de la historia del automovilismo.
En qué consisten las 24 Horas de Le Mans: una de datos rápidos y curiosidades
La premisa es sencilla: el coche que recorra la mayor distancia en 24 horas gana. Pero detrás de eso se esconde una batalla colosal de ingeniería, estrategia, talento humano y pura resistencia.
El lema del circuito lo deja claro: "Not just a show. A battle of brands". Y es que para muchos fabricantes, ganar en Le Mans es más importante que alzarse con el título mundial.
La mítica 'salida tipo Le Mans', en la que los pilotos corrían hacia sus coches tras el banderazo, fue abandonada en 1971 por motivos de seguridad, pues se producía una auténtica melé en la que muchos pilotos ni siquiera se abrochaban los cinturones. Hoy en día la carrera se inicia a las 16:00 h del sábado, tras una ceremonia increíble que ya forma parte del espectáculo y que incluye desfile militar, helicópteros, y el solemne momento del himno.
En esta 93ª edición han participado 13 grandes marcas del motorsport: Alpine, BMW, Cadillac, Ferrari, Peugeot, Porsche, Toyota, Aston Martin, y Mercedes-AMG entre otras. Además, 186 pilotos en pista, incluidos nombres ilustres como Buemi, Kobayashi y De Vries, en las filas de Toyota GR, y cuatro representantes españoles. Entre ellos, el campeón de 2024 con el equipo oficial de Ferrari, Miguel Molina.
El trazado, con 13,626 km, combina secciones de carretera y pista. Más del 85 % se recorre a fondo, superando los 300 km/h hasta cinco veces por vuelta. Tramos legendarios como la recta de Mulsanne o curvas como Porsche e Indianápolis ponen a prueba lo imposible. ¿La velocidad más alta jamás registrada? 405 km/h. No es de extrañar que el más mínimo error aquí se pague caro. Además, la tensión es constante, de día y de noche... como el tráfico.
En 2025, la Hyperpole introdujo un nuevo formato con doble sesión. Esta innovación añadió más tensión al jueves de clasificación, definiendo las posiciones de salida entre los más rápidos de cada clase. Le Mans es así: tradición y evolución constantes, como los propios coches que compiten en ella y que hacen las veces de escaparate tecnológico de las marcas.
Toyota y las 24 Horas de Le Mans: así hemos vivido el 40 aniversario de la participación de la marca en el templo de la Resistencia
Toyota Gazoo Racing celebró su 40 aniversario en Le Mans con una presencia imponente. En el hospitality y la sala de prensa, un mural homenaje mostraba todos los modelos que han defendido los colores de la marca desde 1985: empezando por el mítico 85C hasta el actual GR010 HYBRID.
Para conmemorar una fecha tan señalada, los dos GR010 HYBRID lucieron decoraciones especiales. El #7, pilotado por Conway, Kobayashi y De Vries, se inspiró en el icónico TS020 de finales de los 90, con una librea roja y blanca y un sticker con la cara de un chihuahua, apodo cariñoso del coche por la estatura de sus pilotos, como nos contaron ellos mismos.
Este diseño evocaba recuerdos del videojuego Gran Turismo y de una época mítica para muchos aficionados. Por su parte, el #8 de Buemi, Hartley e Hirakawa, mantuvo su elegante color negro mate representando el presente y el espíritu competitivo de GR. Su decoración reflejaba "la filosofía de Toyota de construir coches cada vez mejores a través de la competición". Ambos coches llevaban un logotipo especial conmemorando los 40 años.
Además del despliegue en pista, los fans pudieron disfrutar de exposiciones especiales. En Manufactures Village, un recorrido cronológico mostraba hitos históricos de Toyota en Le Mans, mientras que en el Museo, el TS020 y el TS050 (ganador en 2020) compartían espacio con modelos legendarios como el 94C-V. Todo ello contribuía a generar una atmósfera única, cargada de historia y emoción.
Antes de la carrera, tuvimos la oportunidad de hablar con los pilotos, que se mostraban confiados pero muy concentrados. Nos hablaron entre otras cosas sobre cómo llevan la gestión del cansancio, los relevos nocturnos y la evolución del coche para este circuito único.
Buemi nos confesó que para él "la clave está en dosificar el ritmo y mantener la mente clara, incluso cuando el cuerpo te pide parar". Para de Vries "la adrenalina que te recorre el cuerpo no permite que te entre el sueño"... "a no ser que tengas estar muchas horas detrás del coche de seguridad en plena noche", decía Hartley, en referencia a su experiencia del año pasado. Detalles que solo se aprecian desde dentro.
Resultados agridulces para Toyota: ya preparando la siguiente cita del calendario
La ceremonia de salida, una vez más, fue majestuosa en esta edición de las 24 Horas de Le Mans 2025. Con Roger Federer como banderizo, un desfile militar, la llegada del trofeo, el himno y una cuenta atrás de infarto. Todo ello creó una atmósfera solemne, casi eléctrica. Las tribunas vibraban, y el rugido de los motores se entrelazaba con la emoción del momento.
El #8 protagonizó una sólida actuación durante gran parte de la carrera, llegando incluso a liderar tras aprovechar una intervención del coche de seguridad. Sin embargo, una avería en la rueda delantera izquierda le obligó a perder siete vueltas y acabar 16º. Una auténtica pena para un coche que venía rodando entre los seis primeros.
El #7, pese a una penalización inicial por exceso de velocidad en el pit lane y daños en la carrocería desde la primera vuelta, mostró una notable remontada. Kamui Kobayashi, especialmente brillante en los últimos relevos, cruzó la meta en sexta posición tras completar 386 vueltas. Su ritmo fue espectacular en las últimas horas, como si la fatiga no existiera.
Desde Indianápolis, en plena madrugada, vimos fuegos artificiales mientras los motores rugían sin cesar. A esas horas, la emoción es indescriptible y la magia de Le Mans se multiplica. Aquí no hay descanso: la carrera es una sinfonía continua de luces, sonidos y adrenalina. Y aunque tu cuerpo esté agotado, el corazón late más fuerte que nunca.
Le Mans no perdona errores y la épica batalla de Toyota en esta edición acabó sin el resultado soñado, pero con una gran lección de lucha y resistencia. Porque el verdadero legado de Toyota en La Sarthe no sólo se mide en podios, sino en su incansable empeño por hacer historia. Volverán. Y nosotros soñaremos con volver también.
Imágenes | Toyota Gazoo Racing, Motorpasión
