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Siete recomendaciones básicas para moverse en ciudad

Siete recomendaciones básicas para  moverse en ciudad
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Un vistazo a la evolución de los accidentes de tráfico nos muestra que, mientras los siniestros en vías interurbanas siguen una línea descendente (pese a que la curva se ha estabilizado un poco desde 2013), los que suceden en vías urbanas se mantienen a la altura del salto ascendente que se registró en 2016. Se trata de accidentes que afectan a muchos tipos de usuarios diferentes. No obstante, de las personas que pierden la vida dentro de los cascos de las ciudades, la mayoría  viaja en coche.

Entre las principales razones que explican esta evolución, podríamos destacar la concentración de la población en grandes núcleos urbanos, el crecimiento superficial de estas áreas o el aumento de diferentes formas de movilidad. A ello se suman problemas tradicionales como puedan ser las distracciones, lo que, en un entorno que requiere atención constante, supone un auténtico problema.

Vamos a repasar algunos de los aspectos más relevantes que debemos tener en cuenta para mantener la seguridad en los entornos urbanos.

Ojo al salir del vehículo

Se trata del típico percance que se produce cuando un conductor o un pasajero –esta clase de accidentes es frecuente en los viajes en taxi–, abre la puerta sin asegurarse de que no existe ningún peligro. Ya de por sí esta colisión es bastante espectacular y puede tener consecuencias muy negativas, tanto para el usuario que la ha provocado como para el que se ve sorprendido por ella.

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Con todo, tiene un especial riesgo para usuarios de motos o bicicletas, los cuales colisionan directamente con la puerta que, en caso de no estar abierta del todo, supone chocar contra un auténtico cuchillo.

Una buena solución, abrir la puerta “a la holandesa”

Para evitarlo, lógicamente, lo importante es mirar, pero hay un truco para que, aunque sea de forma instintiva, lo hagamos siempre. Consiste en abrir la puerta “a la holandesa”, esto es, cada vez que vayamos a salir del coche, abriremos la puerta con la mano contraria a la habitual, con la que tenemos más lejos de la puerta. De esta forma, giraremos el cuerpo e, instintivamente, ya sea por el espejo retrovisor o por la ventanilla, veremos el tráfico que viene por detrás.

Peatón, asegúrate de que eres bien visto

En ciudad, el peatón es el usuario más habitual y, al mismo tiempo, el más vulnerable. Por este motivo, debe aumentar la precaución. Independientemente de si se lleva razón o no, si se tiene o no prioridad, moverse con cautela ha de convertirse en una máxima.

Por supuesto, la tecnología que se ha ido incorporando en los automóviles nos puede ayudar con elementos de seguridad como el detector de peatones y ciclista integrado en el sistema Toyota Safety Sense, capaz de identificarlos y actuar para evitar un atropello.

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Siempre conviene cruzar la mirada entre conductor y peatón

Uno de los puntos de riesgo, que no el único, para los peatones es el momento del cruce de una calzada, ya sea con paso de peatones, con semáforo o sin ninguna señalización. En los dos primeros escenarios, se suele producir con frecuencia un exceso de confianza en la propia señalización, pero un semáforo peatonal en verde o un paso de cebra, por muy señalizado que esté, no garantiza al cien por cien la seguridad. Es posible que el conductor no nos haya visto, que esté distraído o que directamente no tenga intención de detenerse.

En consecuencia, es fundamental cruzar la mirada entre peatón y conductor, y asegurarnos de que somos vistos y el otro usuario conoce nuestra intención. Es en ese momento cuando se debe iniciar el cruce.

Distracciones, uso del móvil y navegadores

En núcleos urbanos, las distracciones son especialmente peligrosas. En ciudad, los trayectos son más cortos, la percepción del riesgo es menor y el número de estímulos y respuestas que debe dar el conductor por minuto es mayor. Un cóctel perfecto para no quitar la vista de la circulación en ningún momento.

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A más estímulos, mayor necesidad de respuestas

Cuando circulamos por cualquier urbe, seguimos totalmente “conectados” a nuestros asuntos cotidianos. Empezamos conversaciones de teléfono antes de subir al coche y las terminamos durante el trayecto, se contestan mensajes en los semáforos, se programa el navegador mientras se conduce… Todo ello circulando entre otros muchos coches, peatones, ciclistas, motos o vehículos de movilidad personal.

Por suerte, también tiene solución. Por una parte, planificar el itinerario siempre antes de iniciar la marcha. Aunque parezca lo contrario, esto nos ahorrará tiempo y no tendremos que parar a mitad de camino a hacerlo cuando nos hayamos perdido. En segunda instancia, es esencial evitar la comunicación, ya sea por mensajes o por voz, y es algo que también se puede planificar.

Las conflictivas rotondas

Aquí tenemos un elemento muy presente en casi cualquier localidad, y suele ser fuente de conflictos entre conductores. Las rotondas permiten mejorar la movilidad dando una mayor fluidez al tráfico, sin embargo, su uso inadecuado genera el efecto contrario.

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Dentro de una rotonda tienen lugar numerosos cruces entre vehículos, eso sí, con un ángulo que minimiza los riesgos.  Al entrar en una de ellas, lo primero es aminorar la marcha y no “lanzarse al vacío”, ya que habitualmente vamos a tener que ceder el paso a los vehículos que circulan por su interior, a no ser que se especifique lo contrario.

Ceder el paso, señalizar y utilizar el carril correcto

Una vez dentro, hemos de elegir el carril más adecuado a la dirección que queremos tomar, teniendo en cuenta que única y exclusivamente vamos a poder salir de ellas desde el carril derecho. En este aspecto, la comunicación con el resto de usuarios juega un papel clave, por lo que debemos señalizar cualquier cambio de carril o salida.

El tiempo en dar una vuelta a una rotonda es mínimo. Ante la más mínima situación de riesgo o imposibilidad de cruzar un carril, por ejemplo, lo mejor es dar una vuelta más a la rotonda hasta que se pueda salir de ella con seguridad.

Prisas y estrés, malos compañeros de viaje

¿Cuánto tiempo tardas en llegar al trabajo?, ¿y en llevar a los niños al cole? Todo está medido y, en nuestro día a día, vamos casi como en una carrera contrarreloj. En cambio, lo correcto es contar con un margen suficiente que nos permita vivir sin prisas, ya no solo porque nuestra conducción sea más segura, sino también para que nuestra vida sea más saludable.

Hay que evitar llegar a la fase de agotamiento

Un estrés demasiado alto influye en la pérdida de atención, la fatiga y la aparición de conductas agresivas, por desgracia, frecuentes en ciudad. Así, hay que evitar llegar a las fases de resistencia y agotamiento del estrés.

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Descansar y dormir las horas necesarias, gestionar bien el tiempo y centrarse en la conducción son los principales consejos que os podemos dar para que prisas y estrés no se instalen como indeseados compañeros de trayecto.

Respeto, conduzcas lo que conduzcas

Las nuevas formas de movilidad, que por cierto no son tan nuevas y en algún momento habrá que cambiarles el adjetivo, como la bicicleta o los vehículos de movilidad personal, han irrumpido con mucha fuerza en las ciudades. Es innegable que diversifican y amplían la movilidad. Ahora bien, de igual forma un uso inadecuado de las mismas puede causar problemas.

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Respeto y empatía, las claves de la solución

Todos podemos cambiar nuestro rol en el tráfico en un solo día. Podemos ser pasajeros, peatones y llevar un patinete en distintos momentos, lo que nos debería hacer más empáticos y comprensivos con el resto de usuarios de las vías. Para cada perfil existe una normativa, con unos derechos y obligaciones que se deben conocer y poner en práctica.

Ojo con las zonas de bajas emisiones

Por último, y sobre todo, si nos vamos a mover por una ciudad en la que no estamos habituados a conducir, es importante informarse antes de las zonas por las que no se puede circular o el acceso está restringido.

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Antes de entrar en una ciudad, verifica las restricciones de acceso

Tras la Ley de Cambio Climático se han instaurado Zonas de Bajas Emisiones, en las cuales solo pueden circular cierto tipo de vehículos, algo que depende de las emisiones de estos. Además, hay que tener en consideración otros aspectos como las restricciones de paso a centros históricos o protegidos. Es preciso ser precavido porque, además, el hecho de meternos en una zona indebida puede acarrear una importante sanción.

En definitiva, son muchos los factores que hacen que moverse en ciudad requiera una atención máxima del conductor para evitar riesgos, sanciones u otras situaciones inesperadas. Ahora, toca poner en práctica todos estos consejos.

Imágenes | Pixabay/Jonny Belvedere/Pascalkoeing/ktphotography/jarmoluk,   Unsplash/Dan Goid/Miikka Luotio, Sala de Prensa de Toyota

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