Los expertos siempre nos han aconsejado no apagar un motor turboalimentado rápidamente tras un uso fuerte en autopista o carretera. Nos recomiendan mantener el coche a ralentí un par de minutos para permitir refrigerar el turbo y que el aceite siga circulando y enfriándose un poco.
Sin embargo, ahora el sistema Stop&Start de parada y arranque del motor de los coches modernos hace justo eso: apaga el motor cuando se detiene el vehículo para gastar menos combustible, sea éste turboalimentado o atmosférico. ¿Cómo se ha solucionado esta circunstancia?
Pues se soluciona de varias formas. La primera, con sistemas de parada y arranque automático que no funcionan cuando hay riesgo para algún dispositivo del coche, la segunda con turbinas refrigeradas y también con mejores materiales y diseños.
El Stop&Start cuida el motor
Un sistema Stop&Start deja de funcionar cuando el motor no está en un rango concreto de temperatura, tanto por bajas temperaturas al arrancar en frío por ejemplo, como por altas temperaturas en un atasco con excesivo calor, o al pedirle mucho esfuerzo al motor y parar de pronto.
El sistema de parada tampoco parará el motor cuando hay poca carga en la batería o se esté demando mucha potencia eléctrica en los distintos dispositivos (climatización, luneta térmica, faros, audio, asientos calefactados…) para preservar la batería.
Mejores diseños, materiales y lubricaciones permiten a las turbinas enfriarse lo suficiente para evitar problemas de carbonización de partículas en los rodamientos y partes internas. Es difícil encontrar un momento en el que poner en riesgo el turbo. Aunque en un viaje se exija al motor, en el tramo final rodaremos más tranquilos y ese momento junto a la maniobra de aparcar es más que suficiente para reducir la temperatura del turbo.
El turbo se refrigera más en movimiento, rodando sin apenas acelerar
Incluso en la parada a repostar en pleno viaje es difícil. Nadie llegará acelerando a 120 km/h hasta el mismo surtidor. Desde el mismo momento en el que soltamos presión sobre el acelerador porque llegamos a la salida de la gasolinera y ya no le pedimos al motor prácticamente potencia, el turbo se libera de carga y empieza a refrigerarse. De hecho, es el momento en el que más se refrigera con el coche en movimiento y sin apenas pedirle al motor empuje. Y si la temperatura fuera excesiva el sistema de parada automática no pararía el motor.
Turbos refrigerados
Muchos motores usan como refrigeración para el turbo el propio aceite de lubricación, utilizando sus características para controlar las temperaturas. Otros motores, por sus características de funcionamiento y su diseño pueden contar con refrigeración extra en el turbo. Ocurre en algunos motores de altas prestaciones, pero también en motores de nueva generación de cualquier cilindrada.
Si lleva sistema de parada y arranque automático el motor está preparado para pararse cuando sea necesario
La nueva familia de motores Toyota de pequeña cilindrada turbodiésel, vistos en el Toyota Auris con el motor 1.4 D-4D 90CV, son de una generación más especializada y utilizan la refrigeración líquida del motor para refrigerar también el turbo, asegurando más fiablemente el control de las temperaturas en el turbo.
Hoy en día se puede aceptar que si un coche con motor turbo viene con un sistema de parada y arranque automático de fábrica, está preparado para impedir problemas de temperatura excesiva en la turbina con el motor parado.
