Nadie entiende por qué el Red Bull F1 de Max Verstappen ha dejado de funcionar. La respuesta podría estar en lo que pasó con Marc Márquez y Honda

Verstappen Gran Bretana F1 2025
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Roberto Montijo

No hace tanto que Red Bull parecía el equipo imbatible de la Fórmula 1. Su dominio a principios de 2024 era tal que daba la sensación de que no perderían hasta, al menos, el final del actual reglamento técnico. Solo un año y medio después, el equipo se ha desmantelado y únicamente los milagros puntuales de Max Verstappen les mantienen en el candelero.

Casi nadie entiende qué ha pasado en Red Bull para un desplome tan radical, y puede que algún truco pillado de extranjis haya influido especialmente, pero si hay un caso que puede servir de ejemplo para entender lo que le está pasando a Red Bull y Verstappen es mirar lo que pasó con Marc Márquez y Honda en MotoGP.

Verstappen, como Márquez, es un solucionador de problemas. Y quizá Red Bull le haya hecho demasiado caso

Contaba una vez Dani Pedrosa que se quedó anonadado con Marc Márquez en un test conjunto de Honda. El 'pequeño samurái', relataba que estaba haciendo los mismos tiempos que Márquez con la misma moto, pero de repente un ingeniero de Honda apareció con un nuevo basculante desarrollado en Japón y lo instaló en las dos motos.

Márquez siguió haciendo más o menos los mismos tiempos con la pieza nueva, pero el crono de Pedrosa se desplomó: su tiempo empezó a ser medio segundo más lento que el de Márquez. Viendo que con el '93' los tiempos se mantenían o hasta mejoraban levemente, Honda dio por buena la nueva pieza.

No, la pieza no era buena, y el mejor indicativo era que uno de los pilotos más finos y sensibles de la historia como Pedrosa lo había notado en sus tiempos. ¿Pero iba Honda a descartar una pieza que le había costado mucho tiempo y dinero desarrollar y que estaba ofreciendo buenos cronos? Claro que no.

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Porque Márquez era, y es, un solucionador de problemas. Dale un vespino y él hará que vaya rápido. Max Verstappen también es un solucionador de problemas, pero este tipo de pilotos tienen un punto débil: hacerles demasiado caso acaba siendo un problema para el equipo... y para ellos mismos.

Los paralelismos entre ambos casos son claros. Márquez empezó en Honda con una moto notablemente competitiva con la que todos los pilotos de la marca podían ir bien. En 2013 y 2014 Márquez ganó, pero Pedrosa se mantuvo competitivo. A partir del fiasco de 2015, la Honda se fue convirtiendo cada vez en más inconducible hasta llegar a los monstruos de esta década que ya ni el propio Márquez era capaz de pilotar.

Si nos fijamos en Verstappen, la tendencia es parecida. En 2022 e incluso a principios de 2023 los resultados de Sergio Pérez aguantaban dignamente, pero poco a poco el Red Bull se ha ido convirtiendo en un monstruo que ni el propio Verstappen es capaz de pilotar. Si el holandés se queda en Red Bull, con un coche creado de cero en 2026, Verstappen ganará a su compañero sea quien sea, pero su compañero, sea quien sea, estará sorprendentemente cerca. Al tiempo.

¿Alguien se ha fijado en un detalle curioso de esta temporada 2025 de MotoGP? Sí, Márquez está arrasando con su nueva Ducati roja, pero las carreras son sistemáticamente más lentas que las del año pasado, y el compañero de Márquez, un Pecco Bagnaia que hasta ahora no había sido brillante pero sí solvente, se está hundiendo en la miseria. Son los inicios de una tendencia inevitable.

Porque Márquez, como Verstappen, es un piloto cómodo para los ingenieros. Un piloto que te hace creer que todo lo que desarrollas va bien y funciona, hasta llegar al punto de colapso. ¿Son Casey Stoner y Fernando Alonso los otros dos grandes solucionadores de problemas de los últimos años? Si repasamos sus aventuras vestidos de rojo, todo apunta a que sí.

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Es el insoportable peso de un talento descomunal, que diría Nicolas Cage. Pilotos capaces de brillar con cualquier troncomóvil, pero con los que es difícil tener la visión y el atrevimiento para colocarles al lado a un piloto bueno pero normal al que hacerle caso en el desarrollo mientras la estrella solo se limita a conducir y a ganar.

Sobre el caso de Red Bull, nadie definió la situación mejor que Alexander Albon, uno de los maltratados por ese potro de tortura. "Es como poner la sensibilidad del ratón del ordenador al máximo", dijo el tailandés. Un camino que ha hecho que ya ni el propio Verstappen pueda dominar su propio coche.

Veremos si en su próxima aventura, sea donde sea, alguien toma nota de esta aventura en Red Bull. Y si alguien en Aston Martin se da cuenta de que tener a un piloto que destaca mucho por arriba y a otro que destaca mucho por abajo no es la mejor forma desarrollar un coche, y a los tres últimos años basta remitirse, pues ya mejor que mejor.

Imágenes | Red Bull

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