Lo que está sucediendo este año en Ferrari no tiene precedentes. Que hayan protagonizado uno de los peores inicios de temporada de su historia, con sus dos pilotos sumando únicamente tres puntos tras cinco carreras es como mínimo sorprendente. Que la fiabilidad del F60 esté dejando mucho que desear, tampoco es algo habitual en el equipo italiano. Pero lo de los errores estratégicos eso sí es nuevo.
Poner neumáticos de lluvia extrema cuando apenas llovía en Sepang es cuando menos curioso. Que te confíes en la primera manga de una sesión de calificación y no envíes a tu piloto a un segundo intento para asegurar, es temerario. Pero repetir el error, como le sucedió este fin de semana en Barcelona con Raikkonen, es directamente imperdonable. ¿Y lo de la gasolina? Bueno, eso es digno de estudio. Al finalizar el GP de España de ayer, Felipe Massa decía que no se trataba de buscar culpables, y que no sabía si el error de cálculo a la hora de introducir la gasolina había sido de la máquina inyectora de combustible o había sido un error humano. El caso es que el brasileño alucinaba cuando le decían por radio que no tenía gasolina para llegar a meta. Sin comentarios. Un desastre detrás de otro.
Hasta ahora eran muchos los que dudaban de que Ferrari contara con los pilotos adecuados para conseguir sus objetivos, pero visto lo visto, esto no lo arregla ni Fernando Alonso, ni Sebastian Vettel, ni toda la parrilla junta. Lo que necesita Ferrari es un cambio a nivel de dirección de equipo. La salida primero de Ross Brawn y después de Jean Todt parece haber dejado eso como un solar.
Stefano Domenicalli, que decía que "este tipo de errores no se los puede permitir un equipo como Ferrari", tendría que ser el primero en dar un paso adelante y bajarse del tren, porque están haciendo el ridículo.
