La alcoholemia y la oportunidad perdida

La alcoholemia y la oportunidad perdida
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A bombo y platillo se anuncia en los medios la aprobación por el Consejo de Ministros de una reforma que ya se había esbozado públicamente. Dentro (o en paralelo con) la reforma del Reglamento General de la Circulación que anda pasando sus trámites está la parte dedicada a la alcoholemia. Y esa parte se cambia... (valga la redundancia) en parte. ¿En qué parte? En la parte económica, únicamente. Las multas pasarán de 500 a 1.000 euros, ese es el titular. Pues muy bien.

No se tocan las tasas de alcoholemia, no hay variaciones ahí. Se incrementa la presión al infractor, que está bien, sin incidir sin embargo en la base del problema, que es en definitiva concienciar al común de los conductores que alcohol y conducción no son compatibles. Y que como no son compatibles, no vale la pena ir rozando el filo para ver si uno da o no positivo.

En la última campaña de controles de alcoholemia, realizada a instancias de la DGT entre los días 9 y 15 de julio, se practicaron 241.505 controles, y de estos 2.730 resultaron positivos (1,13 %). De los 2.730 conductores que habían bebido más de lo que permite la ley, 201 pasaban de 0,60 mg/l en aire espirado, por lo que se les abrió diligencias, que fueron remitidas al juzgado.

¿Realmente un 1,13 % es un porcentaje que nos haga intuir grandes dramas si se redujesen las tasas legales de alcoholemia? Lo dudo. Y sin embargo, hablar de porcentajes tiene un enorme peligro potencial: que cuando a uno le toca cruzarse con un sujeto de ese 1,13 % y por desgracia es arrollado por él, ese ínfimo porcentaje se convierte en apenas un simple segundo en un aplastante 100 %, el 100 % que dice: "Te ha tocado a ti". Y ahí ya no hay vuelta atrás.

Por eso, valdría la pena mirar si ese 0,5 g/l en sangre (0,3 g/l para noveles durante 2 años y para profesionales) podría reducirse y, aprovechando el tirón, invertir (que no gastar) en concienciar a ese 1,13 % de cuál es la única tasa de alcoholemia segura para conducir. Aunque haya todavía quienes no entienden cómo funciona la cinética del alcohol en el organismo, cada vez somos más los conductores que, felizmente, lo tenemos muy claro. Pero aún queda camino por recorrer.

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