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Cómo proteger la cabeza y el cuello ante una colisión: los reposacabezas

Cómo proteger la cabeza y el cuello ante una colisión: los reposacabezas
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En un nuevo capítulo de lo que podría ser la serie “elementos de tu coche a los que ignoras, pero que te facilitan la vida”, recordaremos los reposacabezas. Son unas piezas a las que no solemos prestar atención y que, correctamente reguladas, nos ayudan a prevenir lesiones cervicales en caso de colisión. Es decir, son sistemas de seguridad pasiva.

Es parte de lo que se llama higiene postural, algo de lo que hablamos hace tiempo en el Espacio Toyota y que conviene recordar ahora que comienza la temporada de viajes y desplazamientos. O bien la época en la que, simplemente, nos es más agradable conducir y por eso nos echamos a la carretera en mayor número los fines de semana. No nos cansaremos de repetir que la postura de conducción es importantísima, pero también lo es la postura en la que viajan los pasajeros. Y el reposacabezas es uno de los elementos que nunca llama nuestra atención, pero supone la diferencia entre salir del paso con un leve dolor de cuello o, lamentablemente, desnucarse en un golpe.

Antecedentes del reposacabezas

El reposacabezas empezó a utilizarse de manera generalizada a partir de finales de los años 1960, aunque en nuestro país, por ejemplo, tardaría algo más en implantarse. Y aún tardaríamos más años en entender su importancia y lo crucial que es llevarlos bien regulados. Existen patentes muy antiguas de sistemas de “descanso de la cabeza”, por ejemplo una patente de 1921 en la que Benjamin Katz proponía el sistema, todavía sin relación alguna con la seguridad vial.

1921, patente de reposacabezas para coche

Más bien estaba pensado como elemento de confort, aunque también serviría para prevenir movimientos indeseados debidos al traqueteo, los baches y las irregularidades de la carretera. Sea como sea, podemos decir que la intención se centraba más en la búsqueda de la comodidad que en la búsqueda de la seguridad, aunque efectivamente pudiese servir, casualmente, para evitar alguna lesión o molestia. Si tenéis curiosidad podéis leer la patente completa (en inglés). Hubo más patentes en los años siguientes, pero hasta los años 50 no se comenzaron a incluir, poco a poco, en los coches.

Con los años, el sistema evolucionó hacia sistema de seguridad pasiva, y tanto es así que ha contribuido a salvar incontables vidas y a reducir las lesiones provocadas por el latigazo cervical, o whiplash. Este latigazo cervical se da cuando soportamos un golpe desde detrás, de forma que la cabeza se desplaza de forma relativa hacia atrás al verse acelerado el vehículo por efecto de ese impacto trasero. Las secuelas que pueden quedarnos tras el latigazo son variadas: desde simples cefaleas, mareos, contracturas, lesiones en la médula, pinzamientos en las vértebras cervicales,…

Todo ello conlleva largas recuperaciones, periodos de rehabilitación (y sí, tal y como alguno estará pensando, costes elevados para las compañías de seguros), y no pasa a mayores si el latigazo es suave. Si es fuerte o severo las consecuencias pueden ser bastante más serias, y si el reposacabezas está mal colocado o no existe (cosa que, si no me equivoco, es imposible hoy en día en coches legales) podemos llegar a sufrir muy graves lesiones, como mínimo.

Cómo colocar el reposacabezas correctamente

Movimientos de cabeza en caso de impacto

Según la DGT, en un documento que roza ya los 15 años, para evitar lesiones provocadas por los movimientos que están representados en la figura anterior, el reposacabezas debe colocarse de forma que absorba de la mejor manera el impacto de la cabeza, y de tal manera que minimice el latigazo cervical. La mejor forma es tener en cuenta dos sencillas reglas:

  • Altura: debemos asegurarnos de que la parte superior del reposacabezas quede a la misma altura que la parte superior de nuestra cabeza, y que la línea imaginaria que parte desde nuestros ojos hasta el reposacabezas coincide con la parte más resistente del mismo
  • Distancia: la distancia entre la parte posterior de la cabeza y el reposacabezas debe rondar, de forma óptima, los 4 cm

Con esto nos aseguramos de que, al menos, hemos colocado el reposacabezas perfectamente. Debemos tener en cuenta que si el reposacabezas es fijo, probablemente no esté regulado para nuestra postura, y que si es regulable debemos colocarlo correctamente cada vez que cambiemos de conductor.

Los reposacabezas activos


Reposacabezas activos

Son un tipo de reposacabezas que, además de sujetar la cabeza como los tradicionales, aportan algo más: están conectados con otros sistemas de seguridad del coche y, en caso de impacto, se adaptan para minimizar el latigazo cervical, acercándose todavía más a la cabeza y “recogiéndola” para evitar cualquier efecto rebote. Son un elemento bastante más novedoso y ya se encuentran en bastantes modelos presentes en el mercado. El hecho de que sean reposacabezas activos no nos quita de regularlos correctamente, como es lógico.

Otros sistemas de protección del cuello: el HANS

Dispositivo HANS

Muchos lo habréis visto en la Fórmula 1. El HANS es un dispositivo que se coloca de forma que el casco del piloto es sujetado por detrás por medio de un arnés, de forma que en caso de impacto a alta velocidad, la cabeza no salga despedida hacia delante, algo que tiene graves consecuencias para el cuello. Funciona en combinación con el reposacabezas (que en Fórmula 1 se encuentra prácticamente pegado al casco de los pilotos) de forma que el HANS actúa primero en los coches tendiendo a ser frontales, y el reposacabezas lo hace primero en las colisiones en sentido contrario o “de culo”.

En resumen, el reposacabezas es nuestro aliado a la hora de prevenir latigazos cervicales, que pueden tener consecuencias leves, graves o muy graves si no existe una buena sujeción. No es para tomárselo a broma, y es importante comprobar que lo tengamos bien regulado, de forma que si no podemos evitar un golpe, al menos consiga minimizar las consecuencias del mismo. ¿Has comprobado cómo están regulados los tuyos?

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