Así es el Mercer-Cobra 1965, el Cobra de cobre
Clásicos

Así es el Mercer-Cobra 1965, el Cobra de cobre

Pocas veces un diseñador tiene la oportunidad de realizar un automóvil sin restricciones impuestas por su dirección. Virgil Exner es uno de los pocos que lo logró, vistiendo de forma sorprendente un AC Cobra. Un jefe que se comportaba como un tirano, una periodista de Esquirre y un industrial le darían la oportunidad de hacer realidad uno de sus diseños más libres.

El resultado es este original Cobra en el que, a petición del industrial que lo encargó, numerosos elementos son de latón, de cobre o de una aleación de diversos metales en los que siempre está presente el cobre. Sin saberlo y 30 años antes, Virgil Exner y su mentor crearon uno de los primeros coches con estética steam punk.

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Después de la Segunda Guerra Mundial, la industria del automóvil norteamericana rebosaba de ideas nuevas. Muchas de esas ideas se aplicaban a la mecánica, como los V8 con válvulas en cabeza, cambios automáticos, nueva clase de suspensiones o compactos sistemas de aire acondicionado. Otros conceptos sobre los que se trabajaba estaban orientados al diseño. La idea de los concept cars se imponía y pronto las marcas no se enfrentaron solamente en el mercado, también lo hacían en los “motorshows” rivalizando con concept cars a cada cual más futurista.

Pronto los diseñadores incorporaron algunos rasgos característicos de los concept cars que más gustaban a los diseños de producción, a los modelos que la gente podía comprar. Algunos de esos diseñadores se convirtieron en verdaderas estrellas. En una sociedad tan motorizada como la estadounidense era inevitable que esos diseñadores tuvieran cierto impacto fuera del ámbito del automóvil. Gasolineras, muebles, casas, identidades corporativas, todo se veía influenciado por el automóvil.

Virgil Exner

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Virgil Exner (izquierda) con el Chrysler K-310.

El primer diseño realmente moderno en llegar al mercado fue el Studebaker Champion Starlight Coupé de 1948. Diseñado por el prolífico Raymond Loewy, exhibía unos flancos lisos, pasos de rueda traseros que parecían querer ir hacia delante y un parabrisas panorámico; elementos que hacían del Studebaker una máquina radicalmente diferente de lo que se había visto hasta entonces. Y a pesar de que Studebaker no representaba una verdadera amenaza para las ventas de los Tres Grandes de Detroit, éstos no dudaron y se dieron prisa en modificar el diseño de todos sus modelos. Se atribuyó la autoría a Raymond Loewy por razones publicitarias, pues era casi una estrella. Sin embargo, el verdadero autor del Studebaker Starlight es el genial Virgil Exner.

En los años 30, Virgil Exner trabajó en GM para Harley Earl y fue contratado en 1938 por el estudio de diseño de Raymond Loewy, el cual se encargaba de diseñar la gama Studebaker. Debido a diferencias entre Exner y Loewy (éste debía firmar todos los diseños de su empresa), Roy Cole, vicepresidente de ingeniería de Studebaker, le aconsejó hacer trabajos por su cuenta en su casa, por si la relación entre las dos empresas no terminaba bien.

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Studebaker Champion Starlight Coupé 1948

Finalmente, en 1944, cuando Loewy se entera de que Exner estuvo diseñando el Starlight en su casa, con la ayuda del modelista Frank Ahlroth y el beneplácito de Roy Cole, despide a Exner. Éste es inmediatamente contratado por Studebaker. En la patente del Studebaker Starlight, de hecho, el nombre de Virgil Exner figura como único autor del diseño. Las diferencias entre Raymond Loewy y Virgil Exner van a peor, y Exner se ve obligado a dejar la compañía cuando su mentor, Roy Cole, se jubila. Sin embargo, antes de ello, Roy Cole le presentó gente influyente de Ford y Chrysler. En 1949, Exner entró en la Chrysler donde siguió marcando tendencias con sus diseños.

Al principio, Chrysler le dio a Exner su propio estudio de diseño para crear concept y show cars exclusivamente. Hasta entonces, los concept cars de la corporación Chrysler eran fabricados en Italia por Ghia siguiendo los diseño de Luigi Segre y Felice Mario Boano. Los concept cars creados por Exner, pero fabricados por Ghia, influenciaron el diseño de los Chrysler de calle de los años 50, como el Dodge Firebomb, Plymouth Explorer, DeSoto Adventurer, Dodge Firearrow o Chrysler d’Elegance.

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Virgil Exner (a la derecha) en el estudio Chrysler.

En 1957, Exner fue nombrado vicepresidente del departamento de diseño, poco después de haber sufrido un ataque al corazón. Durante su periodo de recuperación, Chrysler tuvo que buscar sustitutos para Exner, pues el diseño se había convertido en un pilar importante del éxito de Chrysler. En 1964, cuando Exner se jubiló, creó su propia consultoría de diseño. Tenía un buen contrato con Ghia gracias al cual se crearon importantes concept cars para Ghia, como el Selene II, y coches de serie, como el Renault Caravelle y el Volkswagen 1500.

Gestación del Mercer Cobra

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Antes de marcharse de Chrysler, Exner había sido contactado por una periodista de Esquirre, Diana Bartley. Su objetivo era que Exner le propusiese ideas sobre las posibilidades de aplicar diseños modernos a coches clásicos o antiguos y cómo adaptar la tradición de esos modelos a las exigencias de un diseño moderno, de motores cada vez más potentes y el deseo de los clientes por cada vez más equipamiento de confort. Es decir, que Exner diera su visión del futuro. El resultado fueron cuatro famosos diseños (hasta el punto que Renwal los sacó al mercado, a escala 1/25).

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Propuesta de Exner para un Stutz en Esquire y el modelo a escala de Renwal.

Exner dio rienda suelta a su estilo marcado por un capó largo y techo bajo. En la edición de diciembre de 1963 de Esquirre se publicaron los diseños para un Stutz Super Bearcat con un techo solar metálico retráctil, un Duesenberg Dual Cowl Sport Phaeton, un Packard Convertible Victoria y un Mercer Raceabout. El concepto fue bien acogido y Exner tuvo la suerte de volver a proponer diseños para la edición de Octubre de 1964.

En esa época de rápidos cambios, los materiales elegidos eran también novedosos. El aluminio y la fibra de vidrio eran los favoritos para las carrocerías, mientras que los interiores se cubrían con nuevas telas sintéticas. Los plásticos se hicieron más resistentes al sol, a los ultravioletas y al clima, al mismo tiempo que mejoraba su versatilidad por lo que en muchos aspectos se convirtieron en sustitutos de muchos elementos metálicos.

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Un concept car imaginativo atraía tanto la atención de los asistentes a un salón como la de los diseñadores. Los proveedores de materiales y sus respectivos gremios participan activamente en los salones, incluso a veces exponiendo un coche completo en estado de marcha con el fin de obtener el reconocimiento del público y por ende de las marcas.

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George M. Hartley, presidente de la Copper Development Association (o asocición para el desarrollo del cobre), vio los diseño de Exner en la revista Esquire. Uno de ellos, el que daría lugar a este Mercer, le gustó tanto que contrató su estudio para la fabricación del coche. Como Ghia estaba pasando dificultades financieras, Exner, siguiendo los consejos de Brooks Stevens (un amigo diseñador de Studebaker y que luego se pasó a Harley-Davidson antes de crear los famosos Excalibur), encargó la construcción a Carrozzeria Sibona-Basano en Turín. La compañía fundada por Elio y Emilio Basano ganó mucha fama al asociarse con Pietro Sibona, uno de los maestros artesanos planchistas de Ghia.

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Exner y su hijo, que también era socio de la consultoría de diseño, Virgil M. Exner, Jr., dieron vida al diseño original partiendo de un chasis de AC Cobra, el nº CSX2451. Los Cobra eran entonces muy populares entre los carroceros y los estudios de cine, ya que se fabricaban en serie y su mecánica Ford no requería un costoso mantenimiento.

La historia de CSX2451 está documentada en el “Shelby American World Registry” donde se explica que fue un encargo especial comprado a través de Shelby American, pues era el importador de AC para Estados Unidos, e incluía el chasis completo, es decir con 5 ruedas (4 de ellas con neumático), suspensiones (independiente a las cuatro ruedas, con ballestas transversales, detrás) y volante a la izquierda, mientras que el motor, el cambio y todos los periféricos necesarios (radiador, depósito, cableado, indicadores, etc) serían proporcionados gratis por Shelby American. El motor, un Ford V8 289 ci (4.7 litros), fue cedido por Shelby e iba asociado a un cambio manual de 4 relaciones.

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Para AC era fácil sacar un chasis de la línea de montaje para adaptarlo a las exigencias de un pedido especial. En el caso de CSX2451, la batalla se alargó hasta alcanzar los 2.743 mm. Existen archivos y fotografías en el Henry Ford Museum de Exner junto a la maqueta del Mercer-Cobra. Entre los archivos también se encuentran documentos acerca del aspecto financiero del Mercer-Cobra, el cual fue una operación muy lucrativa para Exner. Si bien el chasis AC costó 2.800 $ (3.019 $ entregado en Turín), la Carrozzeria Sibona-Basano facturó 10.400 dólares para la fabricación del concept car, mientras que el contrato de Exner indicaba un precio a pagar por la Asociación del Cobre para la entrega del coche de 35.000 $.

Un concepto único

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El Mercer-Cobra de la Asociación del Cobre explotó los guiños estéticos a los coches de las primeras décadas del siglo XX, en los que abundaban los elementos en latón (faros, empuñaduras, radiadores, etc). Unos once materiales, aleaciones y acabados diferentes derivados del cobre fueron utilizados en CSX2451, tanto en el exterior como en el interior para demostrar la versatilidad del cobre y sus derivados para la industria de la automoción. El diseño de Exner se caracteriza por el largo capó, un habitáculo casi sobre las ruedas posteriores y unos pasos de ruedas que son prácticamente alas. La calandra, por su parte, es imponente y cubierta de latón. Los faros son retractiles en el morro, una solución muy original. Exner, más tarde, comentó: “nuestro principal objetivo era crear un diseño interesante y estimulante”.

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Por razones prácticas, los elementos en cobre y latón fueron cubiertos de una capa acrílica para prevenir su decoloración. Los pilotos traseros están dentro de unos elementos en latón integrados en cada uno en su respectivo paso de rueda. Los elementos del interior, como el salpicadero, los paneles de puertas o el respaldo de los asientos son de cobre, mientras que el volante está hecho de una aleación de cobre y cromado. El cromado de algunos elementos se usó principalmente para resaltar el color del latón y del cobre.

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El motor también recibió su dosis de cobre y latón (cubreculatas, filtro de aire, etc). El mismo tratamiento de silicio de bronce se aplicó para proteger de los escapes laterales las piernas de los pasajeros del coche. Incluso los discos de frenos son de cobre. Al parecer, su elevada capacidad para disipar el calor aseguraría buenas frenadas.

A finales de 1964, el Mercer-Cobra fue entregado a la Asociación del Cobre. CSX2451 apareció en varios salones y ferias de 6 continentes y la Asociación lo conservó durante 10 años. En los años 70 fue comprado Joe Bortz, quien sólo colecciona concept cars. Pasó luego por tres coleccionistas más antes de, en 1989, recaer en las manos de la familia Lyon donde pasó a formar parte de su excepcional colección de arte moderno. Pasó allí más de 20 años y aunque nunca fue un coche pensado para rodar, funciona perfectamente. Conserva todo los elementos de origen, incluso los neumáticos son los originales de 1964. El Mercer Cobra fue vendido en la subasta de Monterey de 2011 organizada por RM Sotheby's. Un comprador anónimo pagó 660.000 dólares.

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Más que una pieza importante de la historia de la automoción norteamericana es sobre todo el testimonio de la visión de su diseñador, Virgil Exner. Pocas veces un diseñador tiene total libertad para expresar su creatividad sin tener que aceptar las restricciones impuestas por el departamento de marketing, por los contables o por el propio gusto personal del presidente de la compañía. También por esas razones el Mercer-Cobra es único.

Fotos | Darin Schnabel ©2011 Courtesy of RM Sotheby's; archivos Chrysler y Studebaker

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