Aquellos locos años 90: 8 de los superdeportivos herederos del Lamborghini Countach que marcaron una época

Acaba de reinterpretarse en forma de superdeportivo híbrido pero hace ya 50 años desde que el primer Lamborghini Countach, que parecía recién llegado del espacio, revolucionó por completo la historia de la automoción con el diseño y la tecnología más punteros del momento.

EL Lamborghini Countach LP500 debutó en Ginebra en forma de prototipo de líneas puras y afiladas vestido de un llamativo color amarillo que causó sensación. Sus características puertas de tijera habían llegado para quedarse.

Iconos de la historia del automóvil: la década de los 90

Lamborghini Diablo

Como las siglas de su nombre indicaban, el icónico primer Countach montaba en posición longitudinal posterior un V12 con 4.971 cc y 440 CV que más tarde se vio modificado en la versión de producción.

El sorprendente rival del Ferrari Daytona abrió paso a toda una saga de mitos de los 80 como el Ferrari F40 o el Porsche 959 y en la recta final del siglo XX dio pie a toda una generación de excesivos superdeportivos con escasas ayudas electrónicas, extremadamente caros y potentes.

Irremediablemente, estaban influenciados de una forma u otra por una de las obras maestras salidas de Sant'Agata Bolognese.

Aunque de la mayoría no pudieron producirse muchos ejemplares, fueron suficientes para protagonizar los sueños húmedos de muchos amantes de los coches y empapelaron las paredes de casi todos.

Pero nada es eterno y “aquellos locos años 90” pasaron volando. La recesión que siguió a la primera Guerra del Golfo supuso el fin para modelos de la época tan icónicos como el Bugatti EB110 o el Cizeta-Moroder V16T.

Nos hemos puesto nostálgicos, y en este post repasamos apenas un puñado de los supercoches míticos y más conocidos de los 90 que ya forman parte de la historia.

1. Bugatti EB110: el abuelo vanguardista del Bugatti Chiron

El Bugatti EB110 fue una estrella muy fugaz, pero como dijo Eldon Tyrell en Blade Runner, "la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo”. Fue el primer producto del relanzamiento de Bugatti que emprendió el entusiasta Romano Artioli, y lo tenía todo para despuntar entre el resto de automóviles del momento.

Paolo Stanzani y Marcello Gandini (creadores de los Lamborghini Miura y Countach) diseñaron la carrocería, hecha de fibra de carbono. A nivel tecnológico fue un adelanto del vanguardismo del que hace gala el Bugatti Chiron, pues equipaba un motor V12 de cinco válvulas por cilindro y cuatro turbocompresores que entregaba entre 560 y 611 CV según versión.

Mecánicamente también era superlativo, pues llevaba una caja de seis velocidades, tracción total y contaba con un diferencial posterior que limitaba el deslizamiento. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 3,26 segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 351 km/h en la versión SS.

El 15 de septiembre de 1991 y coincidiendo con el que hubiera sido el 110 cumpleaños de Ettore Bugatti, la marca hizo una presentación espectacular en Versalles; pero apenas cuatro años después, la compañía cayó en bancarrota. En total se produjeron 128 EB110: 96 de la versión GT y 32 de la Super Sport. Además, se fabricaron dos unidades de carreras con 670 CV que participaron en las 24 horas de Le Mans, Suzuka y las American IMSA.

2. Cizeta-Moroder V16T: uno de los pocos 16 cilindros que llegó a producción

A finales de los 80 el ingeniero Claudio Zampolli se asoció con el padre de la música disco, Giorgio Moroder, y ambos contrataron a personal que entonces estaba descontento en Lamborghini: entre ellos, el diseñador Marcello Gandini (responsable entre otros del Stratos, el Miura o el DeTomaso Pantera).

El diseño del Cizeta-Moroder V16T era el que Gandini quería haber hecho para el futuro Diablo, que finalmente tuvo uno “más comedido”.

El V16T era agresivo y elegante al mismo tiempo: las branquias laterales así como su zaga, llamaban tanto la atención como su anchura, de más de 2 metros.

El tamaño del coche era el necesario para albergar al motor, un descomunal V16 atmosférico con cuatro válvulas por cilindro de 6,0 l y 560 CV, colocado de forma transversal en un chasis de aluminio. Prometía el 0 a 100 km/h en 4 segundos y una velocidad punta de 328 km/h.

Pero el V16T costaba el doble que el Diablo con el que competía y como ambos fueron lanzados al mercado en 1991 debido a los retrasos en la producción del Cizeta, éste último resulto el gran perjudicado. A parte del prototipo, la marca solo produjo siete unidades antes de su quiebra, en 1995.

3. Ferrari F50: eclipsado por su predecesor

El F40 con motor turboalimentado, chasis de fibra de carbono y una aerodinámica a la altura de sus prestaciones, supuso toda una revolución para la marca del cavallino rampante, que hasta entonces, se había mantenido más tradicional.

Junto a otros modelos como el Porsche 959, el F40 fue un claro antecesor de los supercoches de los 90. Pero como hicieron otros pioneros del turbocompresor como BMW, Renault o Porsche, Ferrari lo aparcó temporalmente en favor de un motor atmosférico V12 de 4,7 l y 520 CV en el F50.

Luca Cordero di Montezemolo supervisó por completo el proyecto, que contó con el diseño de Pininfarina y se construyó con un avanzado y sobrio chasis monocasco de fibra de carbono.

El F50 era rápido, pero no tanto como su predecesor: cifraba el 0 a 100 km/h en 3,5 segundos y tenía una velocidad punta de 325 km/h. No llevaba ABS, ni ayudas electrónicas o dirección asistida y aunque contaba con aire acondicionado y equipo de sonido, tampoco incluía airbags.

Aunque Ferrari llevó a cabo un proyecto para llevarlo a la categoría GT1, con un motor potenciado y una aerodinámica distinta, lo abandonó antes de correr con él.

Pese a que un estudio de la marca revelaba 350 clientes potenciales, finalmente se fabricaron 349 unidades del F50 -entre 1995 y 1997- en homenaje a Enzo Ferrari, quien sostenía que un ejemplar menos de lo que solicita el mercado es el número perfecto de unidades a producir.

4. Isdera Commendatore 112i: un one-off muy particular

Las increíbles creaciones de Isdera como el curioso Commendatore 112i fueron obra del apasionado Eberhard Schulz. Con puertas y capós traseros de ala de gaviota y unas cotas de 4,66 m de largo, 1,88 m de ancho y tan solo 1,04 m de alto este superdeportivo imponente albergaba un V12 Mercedes de 620 CV asociado a un cambio Getrag de 6 marchas.

Este motor que en su versión AMG se haría más tarde un hueco en el Pagani Zonda en diferentes versiones, ofrecía al Commendatore 112i unas prestaciones a la altura de las expectativas, con una velocidad máxima de 370 km/h y un 0 a 100 km/h en 4 segundos.

Presentado en 1993, este Grupo C adaptado a la calle homenajeaba con su nombre a Enzo Ferrari y estaba destinado tanto a competir en las 24 Horas de Le Mans como a venderse en serie limitada, pero no pudo ser.

La crisis económica que golpeó Japón, que era de donde provenía su financiación, terminó con los fondos para su desarrollo y solo llegó a fabricarse el prototipo.

5. Lamborghini Diablo: un superdeportivo espartano y muy bravo

El Lamborghini Diablo que protagoniza las imágenes que abren este post, llegó al mercado para inaugurar a lo grande la década de 1990. Tomó el nombre de un toro lidiado el 11 de julio de 1869 por José De Lara “Chicorro” en Madrid, que fue indultado por su bravura.

El diseño original del sucesor del Countach se fraguó bajo la batuta del gran Marcello Gandini, y sin embargo las decisiones de Chrysler (propietaria por aquél entonces de la compañía) impidieron que el proyecto inicial se culminase. Gandini terminó por abandonar la empresa y lo plasmó en el V16T.

Tom Galo fue quién dulcificó las líneas de la primera versión del Diablo (1990-1993), que estaba propulsada por un motor Bizzarrini V12 de 5,7 litros ya conocido por la firma que se reajustó y acabó homologando 492 CV y 579 Nm de par máximo.

Contaba con tracción trasera como el Countach y aceleraba de 0-100 km/h en 4,09 segundos. Su velocidad máxima era inicialmente de 325 km/h, aunque en versiones posteriores llegó a superarse.

La empresa pasó por diferentes manos a lo largo de la vida del Diablo, que fue sometido a varios restyling y aguantó en el mercado hasta que en el 2001 le sucedió el Murciélago. En total llegaron a producirse 2.903 unidades incluyendo prototipos.

6. Jaguar XJ220: superdeportivo coupé de récord

Cuatro décadas después del nacimiento del Jaguar XK120, llamado así por su velocidad máxima de 120 mph (193 km/h), Jaguar concibió el XJ220 en colaboración con el equipo de Tom Walkinshaw Racing. Con él se esperaba lograr una velocidad máxima de 220 mph (354 km/h).

El XJ220 se creó para rivalizar con los superdeportivos más modernos y rápidos de la época y el desarrollo lo hicieron en gran parte varios ingenieros en sus horas libres, en lo que llamaron “el Club del sábado”.

La idea original era que el XJ220 llevase un motor V12 semejante al del XJR-15, tracción a las cuatro ruedas, elementos aerodinámicos variables y un interior con cierto nivel de exclusividad.

Pero cuando Jaguar fue adquirida por Ford en 1988 el proyecto sufrió algunos recortes y finalmente se recurrió a un motor heredado de la competición para propulsar al bello felino británico diseñado por Keith Helfet: un 3.5 litros V6 biturbo que desarrollaba 550 CV y estaba acoplado a una caja manual de cinco velocidades.

Pesaba apenas unos 1.470 kg, y era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en menos de 4 segundos. Con Andy Wallace al volante, en las pruebas que se llevaron a cabo en 1991 en Texas, el coche alcanzó los 343 km/h (213 mph).

El Jaguar XJ220 se presentó como un prototipo en el Salón de Birmingham de 1989 y tuvo una gran acogida, ya que las 350 unidades que se preveía fabricar se reservaron en apenas una hora. La producción empezó años después y finalmente llegó a las 275 unidades.

7. McLaren F1: el cénit de los supercoches de los 90

Sin ninguna duda el McLaren F1 supuso un nuevo punto de inflexión en la historia del automóvil como ya pasó con el Countach en su debut. Este objeto de deseo combina como ningún otro prestaciones salvajes y altas dosis de sofisticación que aún hoy le hacen destacar, no solo entre sus contemporáneos.

El proyecto corrió a cargo de Gordon Murray, uno de los mejores diseñadores de todos los tiempos de Fórmula 1 y todo un referente. Solo con unos bocetos convenció a Ron Dennis para dar rienda suelta a su proyecto, que se concibió desde cero y con el ambicioso objetivo de crear el mejor superdeportivo nunca antes construido.

Hasta entonces, McLaren nunca había hecho un modelo de altas prestaciones pensado para la calle y lograr la mayor ligereza posible, se convirtió en una máxima para Murray. Por eso, el F1 fue el primer coche del mundo con un bastidor integral de material compuesto con fibra de carbono.

El motor inicialmente iba a ser Honda, pero gracias a Paul Rosche terminó siendo de origen BMW: un V12 6,1 con 635 CV capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,2 segundos. Cuando fue deslimitado ya en 1998, el F1 alcanzó los 386 km/h, y eso son palabras mayores. Hubo que esperar hasta el año 2005, para que el Bugatti Veyron superara el registro del McLaren F1.

Además de sus prestaciones, entre los aspectos que hicieron del F1 un vehículo único destaca el hecho de que se trata de un triplaza, que lleva el asiento del conductor en posición central.

En su día, eso hizo que McLaren tuviera que solicitar la modificación de la normativa británica para que el coche pudiera circular.

Del McLaren F1 solo se llegaron a construir 106 unidades entre 1992 y 1998, incluyendo prototipos y coches de carreras. Del total, solo 63 se crearon como unidades de calle. Hoy en día el F1 en cualquier versión, es un codiciado objeto de colección.

8. Vector W8: inspirado directamente en la aeronáutica

Heredero de los excesos de los 80 y producido entre 1990 y 1993, el estadounidense Vector W8 diseñado por Gerald Wiegert​ y David Kostka tenía la forma de cuña vista ya en deportivos como el propio Lamborghini Countach o el Lotus Esprit.

El chasis monocasco iba ensamblado con más de 5.000 remaches que se usaban para los aviones y la carrocería era de fibra de carbono y Kevlar.

El W8 llevaba detalles de lo más excéntrico como su escueta ventana, los faros escamoteables -que emergían directamente del capó-, la instrumentación más propia de un avión de combate que de un coche, o la palanca de cambios montada a la izquierda.

Estaba propulsado por un V8 biturbo 6.0 heredado de un Corvette y convenientemente modificado, con una potencia de 650 CV y un par de 880 Nm. En el 0 a 100 km/h paraba el crono en 4,2 segundos y su velocidad máxima era de 390 km/h. Vector Automotive solo llevó a producción un total de 22 unidades a lo largo de la vida de la compañía.

Durante el cambio de siglo, el impulso de las marcas por crear este tipo de coches bajó algunas marchas, pero no llegó a detenerse.

Llegó entonces la era que vio nacer modelos tan increíbles como los revolucionarios Koenigsegg CC o el Pagani Zonda C12, que compartieron época con otros superdeportivos de marcas históricas como el espectacular Ferrari Enzo.

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