La costa tiene algo especial. Quizá sean las vistas, espectaculares al atardecer. O puede que sea el ambiente general, con buen tiempo incluso a altas horas de la madrugada. Otro punto que otorga un aura especial a la costa es que para muchos significa vacaciones, escapar de lo cotidiano, del aburrido día a día, significa disfrutar del tiempo libre, de la familia o de los amigos. Por eso en verano suele ser un destino muy, pero que muy popular, aunque con las ganas de ver el mar y de disfrutar todo lo posible, se nos olvidan algunas cosas.
Todos sabemos que acudir a la playa requiere un buen protector solar con el objetivo de no sufrir las inclemencias del sol y sus molestos resultados, que además son perjudiciales para la salud si no tenemos cuidado. Sabemos que debemos hidratarnos, que hay horas del día que mejor no salir a la calle o que no debemos beber agua del grifo. Sin embargo, se nos olvida totalmente que nuestro coche también sufre los rigores de las zonas costeras. Es cierto que no se pasa un tiempo excesivo en nuestro lugar de vacaciones y que los posibles efectos se ven muy reducidos, pero conocerlos y saber cómo podemos combatirlos nunca está de más.
Humedad y polvo, principales problemas
Por lo general, lo más notorio de nuestros viajes a las zonas costeras son los insectos que atropellamos durante el desplazamiento. Es norma que el frontal y el parabrisas acaben plagados de insectos y suciedad tras recorrer cientos de kilómetros a velocidad elevada (siempre dentro de los límites, obviamente). Todos sabemos el resultado de no poner remedio a dicha suciedad, pero hay algo que no todo el mundo tiene en cuenta: la humedad del ambiente y la salinidad de dicha humedad.
Las zonas costeras, al encontrarse tan cerca de grandes concentraciones de agua, tienen mucha humedad ambiental, la cual, al proceder del mar, incluyen pequeñas cantidades de sal y salitre que no son amigos de nuestro coche. Tampoco debemos olvidar que cerca de la playa el polvo es otro elemento muy presente, que puede hacer estragos en determinados componentes, como las gomas, la pintura e incluso en el interior del vehículo. Al principio es posible que no nos demos cuenta, pero con el paso de los días se acumula y comienza a notarse a simple vista.
Entre todos estos pequeños inconvenientes, el peor de todos es el salitre. Se trata de un mineral de una tonalidad blanca que se encuentra de forma natural en la sal, y favorece la corrosión de algunos materiales. Los metales, las gomas y los tejidos de la tapicería son los principales afectados y aunque hoy día, los coches vienen con protección para evitar la corrosión, no está de más tomar algunas precauciones, sobre todo en el caso de las gomas o las tapicerías. La arena es el siguiente agente nocivo para nuestro coche durante los días de vacaciones cerca del mar. Es lo más notorio a simple vista y puede acabar dañando la pintura y algunas zonas del habitáculo.
Soluciones fáciles y baratas
Pero como para casi todo, existen soluciones y precauciones que evitarán males mayores. Por otro lado, se trata de soluciones sencillas y baratas, que además, ya hemos realizado más de una vez en nuestros lugares de residencia: lavar el coche y evitar la acción directa. Con esta simple acción, quitaremos el salitre, el polvo y la suciedad que pueda dañar las partes más delicadas, pero es necesario aumentar la frecuencia con la que lavamos el coche y no dejarlo para otro día cómo a veces ocurre en épocas no vacacionales.
Cuanto más tiempo dejemos estos elementos actuar, peor será el resultado final y una vez afectados los elementos más débiles, sólo podremos solucionarlo con una sustitución. Las gomas, por ejemplo, no se pueden reparar, hay que cambiarlas. Lo mismo ocurre con la tapicería o las zonas acristaladas. En cuanto a las marcas en la carrocería, todos sabemos lo que cuesta pintar un coche, así que mejor tomar medidas antes de llegar a este punto.
La forma más adecuada para retirar el salitre de la carrocería y otros lugares del coche, es emplear agua a presión antes de frotar nada. Si no usamos agua a presión y en buena cantidad, al frotar sólo conseguiremos arañar la pintura. Los típicos lavados con lanzas son ideales para esta primer paso y no son precisamente caros. Por dos euros podemos retirar todo aquello que sea abrasivo y perjudicial. Después de esto, no hay problema en usar una esponja y un buen jabón para carrocerías y dejarlo todo impoluto. Si en lugar de frotar preferimos acudir a un túnel de lavado, no hay problema, siempre y cuando, pasemos antes por las lanzas de agua a presión ya que el resultado de los rodillos sobre la carrocería con salitre y arena será el mismo: arañazos y marcas.
En cuanto al habitáculo, las consideraciones para evitar posibles daños no difieren de las que solemos tomar cuando lavamos nuestro coche en otras ocasiones. Simplemente, hay que ser un poco más meticuloso y acordarse de limpiar las gomas de las puertas, aspirar a conciencia asientos y alfombrillas, así como usar cosas como espuma seca para eliminar las posibles manchas de salitre de los tejidos.
Si tomamos otras precauciones, nos veremos menos afectados
Sin embargo, para evitar que se nos acumule el trabajo, podemos llevar a cabo algunas acciones durante los días de playa. Por ejemplo, si no aparcamos cerca de la playa o lo hacemos ‘a la espalda’, evitaremos que la brisa marina incida directamente sobre el vehículo y por tanto, evitaremos que el salitre y la arena que lleva el aire afecte en demasía. Al entrar al coche es conveniente sacudir bien el calzado e incluso la ropa, así como pensar en unas fundas para los días que estemos en la costa. Así, nuestra tapicería no se verá tan afectada.
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