Estos días la prensa internacional destaca lo que está ocurriendo en varias ciudades de La India, que tienen ya poco que envidiar a la situación en China con la contaminación. El precio del progreso en La India se está cobrando la salud de sus habitantes. Hace apenas dos semana la ciudad de Delhi registraba nuevos récords con la contaminación.
Su nivel de partículas en suspensión PM2,5 superaba los 153 μg/m3 de media en la ciudad, o lo que es lo mismo, más de 15 veces lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud como nivel saludable (10 μg/m3). Toda una barbaridad que los pulmones de los ciudadanos están aguantando, y que ha comenzado a notarse en los hospitales.
Científicos y expertos señalan que La India está afrontando una verdadera crisis de contaminación. 13 ciudades de este país engrosan la lista de la OMS de las 20 urbes más contaminadas del mundo. Hay médicos que aseguran que la asistencia a los centros de salud se ha duplicado, y pese a esto, los pasillos y las salas de espera se encuentran saturados de gente que llega con afecciones respiratorias.
Esta es la consecuencia más inmediata, pero existen otras, fruto de la contaminación, más a largo o plazo o no tan patentes... hasta que aparecen. Es el caso del número de bebés que están naciendo en el país con complicaciones. En el caso de los niños, las autoridades han contabilizado la friolera de 4,4 millones que han sufrido daños respiratorios irrevocables.
Lo peor es que gran parte de la población no es consciente de lo alarmante de la situación. Está claro que el caso de La India es extremo, pero conviene tenerlo muy en cuenta estos días para probar la relevancia y los esfuerzos de algunas autoridades por reducir las emisiones contaminantes en el transporte. Las PM2,5 bien nos sirven como ejemplo, porque pocos países en el mundo tienen legislación que fuerza a su detección.
Vía | The Guardian
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