China quería colonizarnos primero con sus coches baratos y ahora con sus fábricas. Y no está sola

Estamos viviendo el mayor cambio en la historia de la industria del automóvil. No solo hemos entrado en la era de la electrificación y está cambiando la forma de movernos, también está teniendo lugar un cambio de protagonistas.

Durante décadas, la marcas occidentales han dominado la industria del automóvil global, pero ahora China nos está comiendo la tostada. Incluso un fabricante vietnamita ya ha comenzado a construir una fábrica de coches en Estados Unidos.

Cambio de cromos en la industria del automóvil global

En los últimos meses, la industria del automóvil occidental está experimentando muchos cambios. La presión de China y de algunos de sus fabricantes sobre las marcas generalistas europeas y americanas es enorme, y hay que sumar los retos que plantea la nueva era de la electrificación en la que ya estamos inmersos. El resultado es que las reglas del juego están cambiando.

Cierran fábricas, como la de Nissan en la Zona Franca de Barcelona o la de Honda en Swindon (Reino Unido). Se traslada la producción de algunos coches que se hacían en occidente a otros países donde es más barato fabricarlos, como el Dacia Jogger, que el año que viene dejará de producirse en Rumanía para fabricarse en Marruecos. Hay despidos, como los de Ford en la planta de Almussafes, donde 1100 trabajadores se quedarán sin empleo.

Mientras tanto, la noticia de que una marca china se plantea abrir una fábrica de coches eléctricos (o de baterías) en occidente, especialmente en Europa, se ha convertido en algo recurrente.

Fábrica de Volvo Daqing, China.

Como dijo mi compañero Daniel Murias hace unas semanas: nos fuimos a China a fabricar barato y ahora los chinos van a fabricar aquí para conquistar Europa. Y es algo que también puede aplicarse al mercado norteamericano.

Eso sí, cuando los fabricantes estadounidenses y europeos decidieron fabricar sus coches en China, el país asiático dejó claras sus exigencias, por lo que la solución para llevarse allí la producción fue formar joint-ventures con las grandes compañías chinas y compartir la tecnología con ellas. Les abrimos las puertas de nuestra industria de par en par.

En ese momento no parecía que eso fuera a suponer ningún problema. Las marcas occidentales dominaban con mano de hierro la industria del automóvil mundial y no había nada que temer a las firmas chinas. Su peso en la industria del automóvil global era testimonial y su tecnología no podía competir contra la nuestra.

Pero la electrificación lo ha cambiado todo: hacer un coche eléctrico de batería es más fácil que desarrollar modelos de combustión. Por otro lado, a China le han venido bien acontecimientos como la pandemia del Covid-19 y la guerra de Ucrania (de cara al crecimiento de su industria del automóvil, quiero decir). Y nuestras políticas de emisiones no ayudan.

Sea como sea, la situación actual no tiene nada que ver con la de hace unos años. No es que los chinos sepan hacer mejores coches, es que ahora pueden mirarnos de tú a tú y algunos de sus modelos se han convertido en un auténtico dolor de cabeza para sus rivales europeos. Con el paso del tiempo, es algo cada vez más habitual y sus coches no dejan de mejorar. Pasó con los coches japoneses, más tarde con los coreanos y ahora con los chinos.

La competitividad que están consiguiendo las marcas chinas es algo con lo apenas pueden luchar las firmas occidentales. China tiene un control casi absoluto sobre la cadena de valor del coche eléctrico, desde la mina donde obtiene las materias primas hasta su fabricación. Incluso están haciéndose con la cadena de transporte para mover sus coches por todo el planeta de la forma más barata posible.

También tienen una mayor capacidad productiva, además de costes de producción y energéticos más bajos que en Europa o Estados Unidos. El resultado es que sus coches son más baratos o tienen una mejor relación calidad-precio que los nuestros, sobre todo ahora que los modelos occidentales cada vez son más caros. Por eso es francamente complicado plantarles cara.

Proteccionismo como posible solución

A las marcas occidentales les toca mover ficha si no quieren que China conquiste nuestra industria. Llevamos meses viéndolo. Estados Unidos puso en marcha el denominado Inflaction Reduction Act (Decreto de Reducción de la Inflación), que no deja de ser una maniobra proteccionista para revitalizar la fabricación dentro del país y proteger su economía del “lobo” chino.

En Europa también se habla de imponer medidas proteccionistas. Macron pidió hace meses herramientas para defender la industria europea y, finalmente, Francia ha optado por dar ayudas únicamente a los coches eléctricos fabricados en Europa a partir de 2024. Pero no es suficiente. O quizá es demasiado tarde.

En cualquier caso, los chinos se están preparando para hacer frente a estas medidas. ¿Cómo? Trasladando parte de su producción a occidente. Son varios los fabricantes chinos que han tirado un globo sonda o han manifestado su firme intención de traer parte de su producción a Europa o Estados Unidos. Una vez más, como hicieron los japoneses y los coreanos hace décadas.

Chery podría construir una fábrica en España. El gigante SAIC planteó hace unas semanas la posibilidad de producir modelos de MG desde Europa. NIO diseña parte de su tecnología desde San José, en California, Estados Unidos. BYD también podría abrir una fábrica de coches eléctricos en Europa.

Sin embargo, la primera de estas nuevas marcas asiáticas de coches eléctricos que llega a occidente no es china, sino vietnamita. Se trata de VinFast y acaba de adelantar por la derecha a todas las marcas chinas iniciando la construcción de una planta de coches eléctricos en Chatham, en Carolina del Norte, Estados Unidos.

En esta fábrica se producirán los Vinfast VF 7, VF 8 y VF 9. Tendrá capacidad para fabricar 150.000 coches al año y estará lista para iniciar su actividad en 2025. VinFast va tan en serio con su expansión occidental que acaba de salir a Bolsa en Estados Unidos por 23.000 millones de dólares.

Mientras tanto, start ups occidentales de coches eléctricos no terminan de despegar o fracasan sin haber demostrado nada, como el coche solar barato Sono Sion o el Lightyear, también solar.

Ahora habrá que ver si el movimiento de Vinfast ayuda a mejorar la percepción que los estadounidenses tienen de la marca. El primer coche eléctrico de VinFast llegó al país americano hace unos meses y la prensa local fue especialmente dura con la nueva marca.

Sin embargo, en Europa los coches eléctricos cada vez se ven con mejores ojos, solo hay que ver la cantidad de MG que se ven ya por las ciudades y carreteras españolas. Y marcas tradicionales occidentales llevan ya tiempo en manos chinas, como Volvo, Lotus, Polestar y parte de Aston Martin y Smart, que pertenecen al gigante Geely.

Al final, si la gente no puede comprar coches occidentales porque son demasiado caros y hay coches chinos con una calidad razonable y a un precio mucho más atractivo, la gente tiene claro lo que comprar (o simplemente no le queda otra). Lo hemos visto con los smartphones chinos.

Lo que está claro es que la jugada de VinFast es solo la primera de muchas. Si una marca vietnamita puede, las grandes compañías chinas también y lo que ahora son noticias que recogen sus intenciones de fabricar en Europa se convertirán en noticias que hablan de la inauguración de nuevas fábricas de marcas chinas en nuestro continente y en Norteamérica. Es cuestión de tiempo, y parece que no va a ser mucho.

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