¿Por qué mi coche consume más de lo que declara? Así es la 'trampa' de la homologación

¿Por qué mi coche consume más de lo que declara? Así es la 'trampa' de la homologación
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Uno de los criterios más importantes a la hora de comprar un coche es su consumo de combustible. Sin embargo, al cabo de unas semanas o meses de conducción, será evidente que el coche consume más combustible del anunciado por el fabricante. ¿Por qué mi coche consume más de lo que declara?

Todos los fabricantes anuncian un consumo medio de combustible, o de electricidad en el caso de los coches eléctricos. En el caso de los coches eléctricos, anuncian además una autonomía máxima. En ambos casos, rara vez se observan los valores declarados al circular con el coche.

La principal razón, más allá del estilo de conducción de cada persona y tipo de trayectos, es que el valor de consumo medio indicado por los fabricantes es un valor destinado única y exclusivamente para poder comparar el consumo entre dos o más coches. Su finalidad no es indicarnos lo que consume realmente el coche.

El consumo anunciado es una media, medida según el mismo protocolo de pruebas por todos los fabricantes para así poder comparar sobre las mismas bases. El protocolo usado en Europa es el WLTP, por Worldwide harmonized Light vehicles Test Procedure, en vigor desde el 1 de septiembre de 2018 en toda Europa, aunque en España no fue hasta 2021 debido a una moratoria.

El coche casi nunca va a consumir lo que dice la marca: ese consume se midió en laboratorio

Se trata de una prueba realizada en un banco de pruebas con las mismas condiciones (humedad, temperatura) para todos los fabricantes. Dura unos 30 minutos y se reparte en cuatro fases.

Fiat 500 Laboratorio

Estas son a baja velocidad , velocidad media, alta velocidad y muy alta velocidad. El objetivo es simular una conducción en entornos urbanos, en carreteras secundarias y en autopistas (110 km/h), así como en autopistas con un límite de velocidad igual o superior a 130 km/h.

Cada fase dura un determinado tiempo, por ejemplo, la simulación de la conducción urbana dura casi 10 minutos, mientras que la de conducción en autopista a muy alta velocidad, a 131 km/h como máximo, dura algo más de 5 minutos.

De esta prueba en laboratorio, los fabricantes deben publicar los consumos obtenidos en cada una de las cuatros fases, junto con una media de las cuatro. Así, existe un consumo para velocidad baja (conducción urbana), velocidad media (carreteras secundarias), velocidad alta y velocidad muy alta, que corresponden a una conducción en autopista.

Fiat Avenger

Sin embargo, los fabricantes suelen publicitar el consumo medio, o consumo combinado, de esas cuatro fases. De este modo, es un sólo dato que el consumidor tiene que recordar y facilita así las comparaciones entre varios modelos de coches.

No debemos caer en la trampa de pensar que el consumo de un coche, ya sea de gasolina o de electricidad, y la autonomía que nos indica un fabricante son valores reales que podremos replicar. De entrada, porque el estilo de conducción, propio a cada conductor, influye en el valor real.

Y luego, porque circulamos en un entorno real, con carreteras con tráfico más o menos fluido, con una orografía muy variada y no en un banco de pruebas en el que coche “se mueve” sobre rodillos.

El problema es que como clientes queremos saber qué consumo podemos esperar del coche que nos interesa. Y ese dato no lo facilita el ciclo de homologación WLTP, y menos aún el fabricante.

Así, para hacernos una idea del consumo real de un coche, el que nos encontraremos una vez lo conduzcamos, basta con añadirle un 20% a la cifra que la marca publicite. Y en el caso de la autonomía de los coches eléctricos, restarle un 20%.

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