Probamos el Volvo XC40 T5 Recharge: un SUV híbrido enchufable con 262 CV y etiqueta CERO que convence por su confort

Volvo está determinada a ser algo más que la referencia en cuanto a seguridad dentro de las marcas de coches. Además de haberse propuesto minimizar los accidentes graves limitando la velocidad máxima de todos sus coches a 180 km/h, también quieren ser un ejemplo de sostenibilidad.

El Volvo XC40 Recharge es un SUV híbrido enchufable, es su último modelo electrificado y es el último que les quedaba por dotar de una mecánica PHEV. Pero no por ser el último es el menos importarnte, sino todo lo contrario. Acabamos de probarlo y te vamos a contar todas nuestras impresiones.

Volvo XC40 T5 Recharge: hibridando el segmento más concurrido

En 2018 llegó al mercado uno de los coches más importantes en la historia de la marca sueca. El Volvo XC40 es la propuesta de la firma para asegurar su futuro y convertirse progresivamente en una marca de mayor calado, abandonando su imagen de marca minoritaria para abarcar un público más amplio y más joven.

Así el Volvo XC40 se ha convertido en sólo dos años en el modelo más vendido de la firma sueca escuchando a un mercado que reclama los coches SUV compactos con un diseño diferenciado. Sólo en Europa el XC40 ha pasado de vender 47.298 unidades en 2018 a casi duplicar sus cifras con 82.457 unidades en 2019.

Ahora el Volvo XC40 se une a la familia Recharge. Esto significa que el C-SUV sueco se pasa a las mecánicas híbridas enchufables, algo que era de esperar a sabiendas de que el resto de modelos de Volvo ya habían incluido este tipo de arquitecturas en sus catálogos.

El Volvo XC40 Recharge se articula sobre la plataforma CMA de la firma, heredando la tecnología de la plataforma superior SPA, y con el objetivo de cumplir unos objetivos responsables: el 20% de ventas de los modelos de la marca este año deberían ser de la familia Recharge, y para 2025 la mitad de sus coches vendidos deberán ser eléctricos y la otra mitad mils hybrid o PHEV.

Por fuera el Volvo XC40 mantiene la receta que tan buen resultado le está dando a la marca escandinava, cono un diseño fluido y muy, muy sobrio y elegante que roza el minimalismo. La gran parrilla delantera, los luces con iluminación diurna en forma de flecha y los pilotos traseros en disposición vertical son marca de la casa.

Por lo demás mantiene sus rasgos, como el techo en otro color en algunas de las versiones, los guiños a los modelos superiores de la gama y unas proporciones compactos que no caen en la moda de los SUV deportivos pero sí le da mucha importancia al pilar C. Con respecto a las variantes puras de combustión sólo encontraremos una diferencia en la aleta delantera izquierda, donde se ubica la tapa para la toma de carga.

Un interior con estilo escandinavo

El interior del Volvo XC40 ya lo conocíamos, pero sigue siendo igual de sorprendente. Es una propuesta fresca y diferente a lo que puebla el mercado, utilizando un lenguaje propio e independiente con un estilo nórdico.

Las líneas son extremadamente simples en todo el interior. El salpicadero, la consola central o las puertas son un ejemplo constante por las proporciones y la simetría. No hay formas complejas ni voluptuosas, sólo molduras que parecen encajar de forma natural unas con otras con una clara tendencia hacia la simetría.

El volante es un aro multifunción forrado en piel en el acabado R-Design con un tacto agradable y unas botoneras quizá demasiado grandes. Tras el aro se deja ver un cuadro de mandos totalmente digital de 12 pulgadas con una legibilidad perfecta y gráficos de aspecto agradable y sobrio.

En el centro del salpicadero se yergue una pantalla táctil de 9 pulgadas dispuesta verticalmente y en la que se aglutinan prácicamente todas las funciones que encontraríamos repartidas en el salpicadero. Obviamente esto repercute en un diseño más limpio del habitáculo, pero con la contrapartida de tener que pulsar en varios menús para realizar cambios en la climatización. El sistema cuenta con conectividad con Android Auto y Apple CarPay, además de opción de car sharing o instalación de apps.

Los asientos son cómodos y en general el habitáculo es agradable, sólo nos pareció que se usa demasiado el plástico duro sin tratar en algunas molduras o demasiadas inserciones de negro piano en la zona central. El selector del cambio nos resultó quizá demasiado pequeño.

La utilización de la plataforma CMA para el lanzamiento del XC40 hace ahora dos años no fue algo casual. Volvo ya desarrolló esta arquitectura con la previsión de que su SUV pequeño fuera electrificado en el futuro y así se utiliza un paquete de baterías oculto bajo el suelo del coche y que no afecta a la capacidad del maletero, manteniendo los 460 litros. Lo que sí varía es el depósito de combustible, que reduce la capacidad de 54 a 48 litros.

Su habitabilidad es muy buena. No sólo es espacioso sino que se siente como tal, con mucho espacio para cuatro ocupantes y un entorno acogedor.

Electrificado y más vivo que nunca

El Volvo XC40 T5 Recharge combina un motor térmico tricilíndrico de gasolina con 1.5 litros de cilindrada y forzado por un turbo que genera 180 CV de potencia. A este motor de combustión se unen un motor eléctrico de 60 kW (82 CV) y una batería de iones de litio de 10,7 kWh para conseguir una potencia combinada de 262 CV y 425 Nm de par motor y una autonomía 100% eléctrica de hasta 50 km.

Adicionalmente al T5, también hay disponible un Volvo XC40 T4 Recharge, que utiliza el mismo bloque de 1.5 litros pero con una potencia de 129 CV, lo que juengo al mismo motor eléctrico deja su potencia combinada en 211 CV.

En la práctica estas cifras para el T5 se traducen en un SUV que se mueve de manera sorprendentemente ágil. Los 262 CV combinados pero, sobre todo, el empuje instantáneo del motor eléctrico hacen que el XC40 muestre una capacidad de aceleración y recuperación inusitada para un pequeño tricilíndrico de litro y medio montado en un coche que se acerca peligrosamente a las dos toneladas de peso.

Pero no sólo es un coche ahora algo más rápido, sino que también es considerablemente más silencioso. El XC40, como todos los Volvo, destaca por ser un coche confortable y bien aislado. En ciudad es difícil escuchar al motor de combustión girando a bajo régimen, pero cuando el motor eléctrico se pone a funcionar el silencio es absoluto. Sólo las llantas de 19 pulgadas (hasta 21" en opción) con neumáticos de perfil bajo de la versión R-Design que probamos genera algo de ruido hacia el interior.

El cambio de marchas de doble embrague y siete relaciones también destaca por ser una elección brillante para este tipo de coche. Las transiciones entre velocidades son sutiles, y sólo echamos en falta una gestión más rápida para que reaccione de forma viva en lugar de premiar tanto los consumos bajos en marchas a veces más largas de la cuenta. Para solucionarlo contamos al menos en la variante más deportiva con levas de cambio de accionamiento preciso y tacto agradable al estar recubiertas de goma.

Volvo ha dotado al XC40 de tres modos de conducción: Hybrid, Pure y Power. El primero hace una gestión inteligente de la capacidad de la bateria, el Pure fuerza al coche a circular en modo 100% eléctrico y el Power busca la máxima entrega combinando ambas fuentes de energía. Además también tiene dos modos de gestión eléctrica: Recharge para acumular el máximo posible de energía en la batería y Hold para reservar la electricidad si vamos a entrar en zonas de restricción al tráfico donde haya que circular en modo eléctrico.

El modo Pure nos pareció muy apropiado para desplazamientos cortos de día a día para aquellos que cuenten con acceso a un punto de carga de manera habitual. El XC40 puede moverse sin consumir una sola gota de gasolina hasta 125 km/h salvo que pisemos el acelerador más allá de lo normal, momento en el que entrará a ayudar el motor térmico.

En la práctica no hay grandes diferencias entre modos, y será el modo Hybrid el que (además de que funciona por defecto) más uso demos, especialmente porque gestiona de manera eficiente la energía en usos urbanos. Además, siendo sinceros, no echamos en falta más carácter en el XC40 y tampoco es precisamente un SUV deportivo.

El sistema híbrido funciona muy bien, sin percibir transiciones entre uno y otro modo de funcionamiento, ahora bien, tiene el gran handicap de prácticamente todos los coches PHEV. A poco que salimos a carretera la batería acaba por descargarse y nos fundiremos la energía disponible, quedándonos con lo justo para movernos mientras aparcamos y requiriendo un punto de carga si queremos recuperar autonomía eléctrica.

Sobre el modo de funcionamiento del sistema eléctrico también hay que tener en cuenta la capacidad de la frenada regenerativa. En el caso del XC40 sí notamos una frenada poco progresiva y de tacto duro, un efecto posiblemente asociado al grado de recuperación de energía cinética y el momento de actuación de los frenos mecánicos.

La visión sueca de los SUV premium

En resumidas cuentas, el Volvo XC40 es un SUV compacto electrificado que deja muy buen sabor de boca. Su comportamiento es solvente cuando se requiere potencia, consigue la pegatina CERO de la DGT y se siente un coche cómodo a sus mandos.

A partir de ahora con las versiones Recharge disponibles tanto para las mecánicas T4 como T5, el Volvo XC40 seguirá siendo un coche destinado a copar el top de ventas de la marca, aunque no deja de ser un SUV premium y eso se nota en el precio.

Hablando de consumos, el Volvo XC40 T5 Recharge homologa 1,9 litros de media a los 100 km según ciclo WLTP. Obviamente estas cifras son muy difíciles de igualar en un uso real y nosotros nos tuvimos que conformar con 5,9 litros a los 100 km después de realizar nuestro recorrido.

El Volvo XC40 T4 Recharge será el coche híbrido enchufable más asequible de la marca y su precio parte de los 45.520 euros. Por otro lado el acabado más caro del Volvo XC40 T5 Recharge arranca sin extras en 51.420 euros, así que se coloca por encima de la media.

Otras opciones dentro del mundo de los SUV híbridos enchufables son el MINI Cooper S E Countryman ALL4 que parte de 39.750 euros siendo ya un coche premium y con un carácter muy particular, mientras que el BMW X1 xDrive25e hace lo propio desde 47.600 euros y una potencia de 220 CV.

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