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Spoiler: la conducción autónoma no está para que tú duermas la siesta al volante

Spoiler: la conducción autónoma no está para que tú duermas la siesta al volante
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La conducción autónoma es, tras la electrificación de los vehículos, el siguiente gran paso en la transformación de la movilidad. Poder desentendernos del tráfico y soltar el volante es el gran sueño de millones de conductores, que ven los trayectos en coche como una obligación y una molestia en muchos casos.

Sin embargo, esta tecnología no está pensada para que podamos echar una cabezadita, ver nuestra serie favorita o leer las redes sociales durante el trayecto, sino para evitar miles de accidentes de tráfico causados por errores humanos. Ese es el motivo por el que instituciones y gobiernos de todo el mundo apoyan e invierten en el desarrollo de la conducción autónoma.

Pero no es el único objetivo. Las empresas e industrias necesitan encontrar ventajas y beneficios concretos en las nuevas tecnologías para justificar la inversión en ellas. Muchas veces serán motivos económicos, pero también pueden ser sociales, medioambientales o científicos. En las siguientes líneas, vamos a conocer algunos de los objetivos que persiguen las empresas que apuestan por la conducción autónoma.

Coches autónomos y robots para reducir el personal humano

Nuro 01

Algunos podrían decir que es por seguridad, otros que es para ahorrarse personal. Pero lo cierto es que algunas empresas de transporte de personas ya apuestan por coches autónomos para lo mismo: eliminar la figura del conductor. Lo vemos sobre todo en empresas de taxis y servicios de VTC, como Uber, Cruise o Waymo (no sin contratiempos), pero también los shuttles para aeropuertos de Navya o los minibuses autónomos de Local Motors.

Por supuesto, también se está aplicando en vehículos de reparto, como Domino’s Pizza y Uber Eats con el Nuro (apoyado por Toyota), Amazon con su acuerdo con Aurora Innovation, o UPS y FedEX con la propia Waymo. En algunos casos, se busca sustituir también la figura del repartidor, con robots de reparto como los de Starship Technologies o Agility Robotics (un tanto espeluznantes, todo sea dicho).

La conducción autónoma se puede escalar a todos los niveles del transporte de mercancías, incluso en el pesado. Quizás el caso más conocido es el de los camiones autónomos de la norteamericana TuSimple, que hace un tiempo la liaron en una autopista de Tucson, pero que acaban de superar las pruebas para operar en China.

También en el transporte marítimo, donde Rolls Royce, Bureau Veritas y Kongsberg están colaborando en el desarrollo del Autoship, un proyecto de buque autónomo que cuenta con el apoyo de la Unión Europea.

El debate sobre la destrucción de empleo siempre va a estar presente, y abarca otros ámbitos como el de la robótica o la inteligencia artificial. Los expertos hablan de una transformación de ciertas profesiones, y fabricantes como Toyota apuestan más por conceptos como “conducción automatizada” o “automatización con toque humano” (Jidoka), donde en todo momento hay supervisión humana. Así lo ha planteado con vehículos como el Concept-i o el e-Palette, y con sistemas de conducción como Guardian o Chauffeur.

Vehículos autónomos para ayudar a los trabajadores y aumentar la eficiencia

John Deere 2

Otras tantas industrias ven los vehículos autónomos como una tecnología fundamental para aumentar su eficiencia y productividad ante los picos de demanda del mercado. Por ejemplo, fabricantes de maquinaria agrícola como John Deere, Case IH, New Holland o AGCO han desarrollado vehículos agrarios autónomos y sistemas automatizados para ayudar a los agricultores en sus tareas.

Dotados de inteligencia artificial, sensores y sistemas de conectividad, actúan con gran precisión y eficiencia en tareas como la siembra, la eliminación de malas hierbas o la pulverización de pesticidas.

En algunos casos, estos vehículos evolucionarán a la figura del robot autónomo. Ya conocemos los robots para tareas domésticas de Toyota, el asistente para pacientes HSR o el robot de compañía Kirobo, todos ellos dotados de inteligencia artificial y con una capacidad más o menos limitada de movimientos. Otro ejemplo es Knightscope, con diversos modelos de robots autónomos para vigilancia y seguridad. Estos robots, más parecidos a R2D2 que a Robocop, pueden reconocer armas, detectar materiales radiactivos e identificar delincuentes (causando gran controversia).

En una línea similar, también se están utilizando sistemas de conducción autónoma a uno de los vehículos estrella de los últimos años: el dron. Se utiliza fundamentalmente en tareas de inspección y supervisión de espacios, sobre todo en aquellos más inaccesibles para los operarios.

Los drones pueden volar de manera segura y eficiente por rutas programadas, recopilando imágenes o datos y detectando posibles incidencias. Boeing ya lo está usando para inspeccionar sus aeronaves, General Electric sus turbinas eólicas y parques solares, y Cyberhawk en plataformas petrolíferas.

Vehículos autónomos para lugares peligrosos y situaciones de riesgo

Komatsu

Aunque los lugares de inspección no sean inaccesibles para el ser humano, el uso de vehículos autónomos o robots ya merece la pena si es para evitar situaciones de peligro entre los trabajadores. Por ejemplo, fabricantes como Clearpath o Gecko Robotics están especializados en robots autónomos que se desempeñan en entornos peligrosos o de alto riesgo. También conocemos algunos drones autónomos para servicios de emergencia y rescate, en tareas como la búsqueda de desaparecidos o el transporte de material médico en lugares de difícil acceso.

En este sentido, una de las industrias donde más se está desarrollando el vehículo autónomo es la minería, donde se producen miles de muertes cada año. Fabricantes automotrices como Caterpillar ya los desarrollan, y empresas mineras como Skanska ya los usan en sus prospecciones.

Pero un proyecto entre Toyota y Komatsu ha puesto el foco en la necesidad de sistemas comunes de conducción autónoma para que los distintos vehículos puedan “coordinarse” entre ellos. Desarrollarán un ALV (Vehículo Ligero Autónomo) que compartirá sistema con los camiones mineros de Komatsu, para mejorar la eficiencia de movimientos y evitar accidentes.

Komatsu y Toyota

El océano es otro de esos territorios inaccesibles para el hombre. Algunas instituciones de investigación oceanográfica están utilizando ya AUV (Vehículos Autónomos Submarinos), para evitar que buzos y sumergibles tripulados se sometan a las altas presiones del fondo marino. La NASA y la ESA hacen lo propio con la exploración espacial, siendo los famosos rovers el mejor ejemplo de vehículo autónomo en este sector.

Como vemos, el concepto de vehículo autónomo se amplía enormemente en cuanto pensamos más allá de nuestro coche particular. Al final, será la capacidad de escalar la tecnología y rentabilizar las inversiones las que determinen dónde se desarrollará antes el vehículo autónomo. Y, sobre todo, si la conducción autónoma terminará cuajando entre el público general o quedará como algo más restringido a los sectores profesionales. Solo lo sabremos con el tiempo.

Imágenes | Toyota, John Deere, Komatsu.

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