Cuando el Twingo revolucionó el patio

Estos días estamos hablando del nuevo Renault Twingo y de su conexión o no conexión con el R5, su vuelta al todo atrás, etcétera. El caso es que nos ha dado por recuperar imágenes y recuerdos vinculados a la irrupción del Renault Twingo en el mercado. Porque sorprendió. Y mucho.

El diseño concebido por Patrick le Quément no dejó indiferente a nadie. ¿Un monovolumen? Vale. ¿Pequeño? Bueno. ¿Y con ese interior tan... diferente? Uf... Digamos que en Renault asumieron un gran riesgo... y les salió rentable. Un 20 % en su segmento en Europa, llegando al 33 % en Francia, donde el Twingo se hizo con el 3 % de la cuota global, son unas cifras como para pensárselo.

En Motorpasión | Renault Twingo, celebrando 20 años de juventud

Cuando el Twingo revolucionó el patio ( 15 fotos)

Monovolumen

El Renault Twingo llegó en plena eclosión del monovolumen. En aquella época asociábamos ese concepto a la idea de un vehículo grande, familiar, y a más de uno la propuesta de Renault lo pilló con el paso cambiado. ¿Un monovolumen de 3,43 metros de longitud? ¿Pero qué...?

Interior insólito

Si insólito era ver un monovolumen de aquel tamaño, más insólito resultaba su diseño interior. Pensado de una forma absolutamente funcional, pero haciendo grandes concesiones a la estética, no dejaba en pie ninguna concepción previa de las que se aplicaban a los habitáculos de los coches cotidianos.

Líneas modernas

Las formas eran redondeadas hasta cotas nunca antes vistas, y la imagen general seguía la estética predominante en Renault, sí, pero le daba una vuelta de tuerca refrescante... aunque inquietante. A punto de entrar en el siglo XXI, las líneas más modernas resultaban, paradójicamente, poco futuristas y muy funcionales.

¿De verdad o de juguete?

No nos engañemos. Quien más, quien menos, todos tuvimos la tentación de comparar el interior del Renault Twingo con un tablero de Autocross de Congost (el célebre juguete de los 80). Las formas y los colores resultaban, más que juveniles, evocadores de una infancia llevada hasta la edad adulta. ¿Infantil? Seguramente. ¿Encantador? Sin duda.

Mínimo frontal

Las formas definitivas del Renault Twingo no eran las de un simple monovolumen pequeño, como auguraban los primeros bocetos. Al pasar a producción, el pequeño utilitario prescindía de un elemento tan característico en cualquier turismo como es el morro. Su frontal reducido hábilmente a la mínima expresión se convirtió en todo un símbolo de su imagen.

Los 90 fueron suyos

Pocos coches pueden jactarse de haberse impregnado tanto de la estética de un momento concreto como el Renault Twingo. Nacido en los 90 con esencia pura de los 90, el Twingo llegó y arrasó entre quienes buscaban un utilitario chic que les sirviera como coche urbanita sin renunciar ni al espacio interior ni al diseño de vanguardia.

Versátil

Versátil es una palabra que encandila a no pocos departamentos de comunicación de las marcas, pero en el caso del Renault Twingo se podía utilizar con propiedad. Aunque su estética entraba dentro de los patrones femeninos, sus reducidas cotas exteriores pero un interior bien aprovechado, con una altura récord en su segmento, hacían del Twingo un coche práctico que podía contentar a un amplio espectro de conductores con múltiples gustos y necesidades.

Alegre

La serie firmada por Benetton (1996) abrió el camino a las que vendrían después, y contribuyó a elevar el tono lúdico de un utilitario creado para ser funcional sin olvidar la alegría de vivir.

Encantador

No se le puede negar el encanto a un chiquitín que irrumpió con los mismos méritos emocionales que podría tener, por ejemplo, un Fiat Cinquecento, pero dándole un toque de modernidad, otro de utilidad y un último de emotividad que otros utilitarios de la época no podían reproducir.

Interior de Micolor

Al entrar en el Renault Twingo, el habitáculo enviaba toda una serie de informaciones cromáticas y táctiles al ocupante del vehículo. Formas y colores, unidos en pro de un discurso que consistía en enviar al conductor todo tipo de sensaciones placenteras.

Espacioso

La gran contradicción del Renault Twingo se convirtió en uno de sus máximos atractivos. El amplio espacio interior, basado en el aprovechamiento de una batalla casi tan larga como el mismo vehículo y en la disposición casi espartana de los elementos del habitáculo, fue uno de los motivos por los que el Twingo triunfó como los grandes... siendo muy pequeño.

Con sumo confort

Para ensalzar las virtudes del interior del pequeño monovolumen, los publicistas recurrieron a una elocuente antítesis. ¿Qué mejor que coger a dos luchadores de sumo y meterlos dentro del Twingo para demostrar su amplio interior? Los asientos totalmente reclinables, presentes ya en el SEAT Panda y reproducidos en el Renault Clio, servían de escenario perfecto para esta demostración de habitabilidad.

Apetecible

Quien diga que a la vista de unos elementos como estos no siente la necesidad imperiosa de tocar, una de dos: o no ve o no tiene manos. El Renault Twingo fue uno de esos pocos coches en los uno podía andar toqueteando y trasteando, manteniendo esa cualidad tan humana que es la exploración, a lo largo de toda la vida útil del vehículo.

Pocos elementos, muy visibles

Con la actual revolución de lo táctil y lo escamoteable, casi se nos hace un mundo pensar en que estos pocos botones, muy visibles, rugosos y, en definitiva, golpeables, pudieran constituir un funcional atractivo. Pero así era.

Twingo: Renault

En definitiva, el Renault Twingo fue un revolucionario que sólo podía llamarse Renault. Porque fue la marca del rombo la que mejor explotó en aquel momento las posibilidades que ofrecían los monovolúmenes, porque sólo Renault podía crear una imagen tan lúdica como funcional y porque hace ya algo más de 20 años sólo los de Boulogne-Billancourt estuvieron tan locos como para apostar por un proyecto como este. Y les funcionó.

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