Nissan GT-R 2013, prueba (parte 1)

Muchos recordaréis nuestra prueba del Nissan GT-R en el año 2009 (parte 1, parte 2, parte 3 y parte 4). Yo personalmente, aunque en aquella ocasión sólo pude tenerlo en mis manos durante 24 horas, no podré borrar jamás de mi cabeza las sensaciones que me transmitió aquella bestia llegada de Japón.

Desde su nacimiento el Nissan GT-R ha sido calificado por la prensa especializada de todo el mundo como uno de los mejores superdeportivos del mercado. Su nivel de eficacia cuando buscas un tiempo rápido en circuito solamente es comparable a la de coches que en la mayor parte de las ocasiones, le duplican en precio.

Pero aun así, en Nissan han querido que el Nissan GT-R, a través de pequeñas modificaciones, haya evolucionado para seguir siendo un referente en su segmento. Si aquel Nissan GT-R de 2009 ya era capaz de enviarnos a una sesión de fisioterapia cervical con sus impresionantes aceleraciones, esta versión 2013 de la que hoy comienza la prueba ha conseguido ir un paso más allá.

Interior y exterior

La evolución del Nissan GT-R desde el año 2009 hasta ahora, apenas ha afectado al diseño exterior y al interior del coche. Las formas maestras siguen siendo exactamente las mismas, con un aspecto muy personal marcado por las líneas rectas y angulosas de la carrocería.

Únicamente algunos detalles como las luces delanteras diurnas de LED en el faldón delantero, las ópticas traseras de formas circulares que ahora también funcionan con tecnología LED y algunos cambios en las entradas de aire frontales para mejorar el flujo de aire que entra al motor, le permiten diferenciar a este 2013 del modelo original.

También ha cambiado la forma que tiene el difusor de aire trasero, que ahora integra la luz trasera de niebla, más fina y estilizada que en la versión original.

En el interior más de lo mismo, encontramos un habitáculo de cuatro plazas dónde las dos traseras son bastante utilizables para gente no muy alta. La posición de conducción es perfecta gracias a unos asientos deportivos firmados por Recaro, que además de recoger a la perfección, también permiten configurarlos a través de los múltiples reglajes eléctricos hasta encontrar la posición perfecta para pilotarlo.

Y ya que hablamos del volante, cabe decir que este es uno de los pocos puntos débiles del Nissan GT-R, ya que a pesar de tener un tacto excelente, tiene un diámetro demasiado grande para un coche deportivo como este. Por su parte las levas del cambio van situadas justo detrás en posición fija, lo cual está muy bien cuando estás rodando rápido. No tendrás dudas de dónde tienes que dirigir las manos cuando tienes que subir o bajar las marchas.

Por lo demás el habitáculo cumple más que de sobra con las expectativas. Climatizador bizona, una consola central cubierta en símil de fibra de carbono, un display central con pantalla en color que te ofrece todo tipo de información, desde fuerzas G laterales y de aceleración y frenada hasta temperaturas de cualquier parte del coche.

La unidad de pruebas además venía configurada con detalles en color rojo que combinaban con el resto del interior en color negro, dándole un toque muy deportivo a un conjunto que estaba deseando conducir. Así que se acabó el hablar del Nissan GT-R desde el punto de vista teórico, toca ponerse al volante.

Un motor elástico evolucionado hasta los 550 caballos

El motor V6 bi-turbo de 3,8 litros del GT-R ha ido evolucionando con el paso de los años. En la primera generación entregaba 485 caballos, pero a nivel dinámico el chasis dejaba claro en todo momento que podía albergar mucha más potencia.

Por ello en la versión siguiente, el V6 bi-turbo evolucionó hasta desarrollar 530 caballos de potencia. Pero todavía había espacio para más y en esta versión 2013 presentada en el pasado Salón de Ginebra, la potencia ha aumentado hasta los 550 caballos, aparte de haber recibido una serie de ajustes que teóricamente harán que sea más eficaz.

Desde aquel año 2009 en que tuve mi primera cita con el Nissan GT-R, había tenido la suerte de probar muchos coches superdeportivos, unos mejores y otros peores, pero a pesar de ello seguía teniendo al GT-R entre mis favoritos. Por ello me moría de ganas de volver a reencontrarme con Godzilla, y ver cómo la bestia se había hecho mayor.

Como os conté ayer, cuando fui a recoger el Nissan GT-R, éste estaba decorado con unas letras de Police en la puerta, al más puro estilo coche patrulla. Lo habían usado para promocionar el Need For Speed en una feria de videojuegos, pero después de las fotos para nuestro artículo “Probando el coche patrulla más rápido de España” al GT-R le quitaron esas pegatinas para dejar su carrocería de color negro limpia y reluciente para nuestra jornada de pruebas en carretera y en el Circuito del Jarama.

Una de las principales características del motor 3,8 V6 bi-turbo del Nissan GT-R es su elasticidad. Pese a lo que podríamos imaginar por el tipo de arquitectura del bloque, el motor ofrece una elasticidad que ya le gustaría tener a otros motores de coches más dóciles y refinados.

Por ello, en el cotidiano el Nissan GT-R demuestra un cierto carácter dócil. Tanto es así que en algunos momentos, puedes llegar a pensar en el como un coche válido para moverte en tu día a día. Y es que esa progresividad del motor, hace que el coche se comporte de una forma suave en la forma en que gestiona las seis marchas en modo automático.

Arrancas en los semáforos y en apenas unos metros el coche se ha encargado de meter una marcha tras otra, de forma que rápidamente te encuentras rodando a poco más de 1.500 RPM en quinta o sexta y a velocidades perfectamente legales para moverte entre el tráfico urbano.

Si necesitas fuerza, puedes bajar un par de marchas de forma instantánea con la leva de la izquierda, o pisar casi a fondo el acelerador de forma que el coche haga esa reducción de forma automática y rápidamente tengas la potencia que necesitas.

Eso si, debes tener mucho control de los movimientos del pie derecho porque el nivel de potencia y las prestaciones que ofrece el Nissan GT-R son tales que en menos de un abrir y cerrar de ojos estarás rodando en ritmos de autopista.

Por lo demás esa elasticidad del motor será el único punto que te haga pensar que puedes usarlo a diario, ya que por lo demás el Nissan GT-R es un coche duro e incómodo como pocos, lo cual le resta practicidad en el uso urbano.

La suspensión tiene tres posiciones. Cuando enciendes el coche se pre-selecciona automáticamente la posición Sport, así que si quieres una mínima dosis de confort, tendrás que seleccionarlo a través de la palanca situada en la consola central. La posición más radical está indicada con una R, pero sólo es recomendable para uso en pista, ya que los tarados de suspensión son auténticas piedras.

Pero a pesar de esos tres niveles de dureza disponibles, incluso en el más asequible el coche es incómodo y transmite al habitáculo cualquier imperfección del asfalto. Si a esto unimos una transmisión que no se lleva especialmente bien con los movimientos de dirección marcados a velocidad lenta, tal vez nos demos cuenta de que Godzilla puede no ser el coche más recomendable para ir todas las mañanas al trabajo.

Por supuesto, otro de los puntos que te quitarán las ganas de usar todos los días el Nissan GT-R serán los consumos, ya que aunque el 3,8 V6 se ha vuelto un poco más eficiente con el paso de los años, sigue siendo fácil pasar de los 20 l/100 km en uso urbano.

¿Es el Nissan GT-R 2013 válido en carretera?

Con este nuevo rango de potencia, el Nissan GT-R se convierte en el rival a batir por casi cualquier superdeportivo, es la referencia en cuanto a deportividad y efectividad sobre un circuito. Pero antes de entrar a probarlo en el Circuito del Jarama, veamos si está a la altura en carretera.

Esa dureza y rudeza de la que constantemente hace gala en ciudad, pasa un poco más desapercibida en carretera por varios motivos. Por un lado, los consumos desorbitados de los tramos urbanos se acercan a un plano más racional en uso normal, siempre y cuando nos mantengamos dentro de los límites legales en carretera.

Es sencillo ver en el ordenador de abordo registros cercanos a los 12 l/100 km, lo cual aunque no le sitúa como uno de los superdeportivos más eficientes del mercado, si que puede ser comprensible para alguien que sabe que bajo el pie derecho lleva 550 caballos.

Por otro lado, la rigidez del conjunto se vuelve menos intrusiva, castiga menos nuestra espalda y eso se traduce en unos niveles de uso, siempre que seleccionemos el modo de suspensión Confort, válidos para ir a la ciudad dónde vayamos a hacer la próxima tanda.

Eso si, en las plazas traseras, al ir sentados casi encima del eje trasero, cualquier imperfección del asfalto se traslada directamente a la espalda de los pasajeros. Vale que son plazas un poco más amplias que, por ejemplo en un Porsche 911, pero también son más incómodas por la rigidez del conjunto.

Por lo demás el Nissan GT-R sigue manteniéndose fiel a cada una de las premisas que se tuvieron en cuenta a la hora de diseñarlo. Así es posible mantener una conversación en el interior sin problemas, ya que el sonido que se cuela en el habitáculo cuando estás en marcha es casi igual de discreto que el que emite al exterior.

En este sentido sorprende incluso rodando a ritmo deportivo, ya que frente a lo que puedes pensar al ver esas gigantescas colas de escape, cuatro divididas en dos a cada lado del parachoques trasero, el sonido que emite el coche destaca por su discreción.

No es que el coche no haga ruido y llegues a confundir el GT-R con un eléctrico, pero si que únicamente notas un zumbido muy ronco, constante y sin apenas subida de tono por mucho que estires una tras otra las tres marchas.

Continuará...

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