Los fabricantes europeos creen que los objetivos de Europa en cuanto a las emisiones son difíciles de cumplir

La Comisión Europea anunció hace unos meses que a partir de 2033 se prohibirán las ventas de vehículos diésel y gasolina nuevos, pero desde la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) consideran que es demasiado pronto.

De hecho, ACEA sugiere que, para que se prohíban las ventas de los automóviles térmicos, se debería hacer una revisión en el año 2028 para ver si las condiciones serán o no favorables al mismo tiempo que se cumplen los objetivos de reducción de las emisiones de carbono de cara al año 2030.

Se deberían aumentar los esfuerzos para cumplir los objetivos

"Mientras haya un grado tan alto de incertidumbre en torno a las perspectivas futuras de todos estos factores, es prematuro fijar un objetivo para 2035", defienden desde la asociación.

Es por eso que desde la asociación consideran que desde el Parlamento Europeo que acuerden un paquete de medidas "coherente", y adecuado a la situación actual.

Para los turismos se solicita una reducción del 55 % de las emisiones para el año 2030, mientras que la asociación defiende que sería ideal que el margen fuese hasta el 37,5 %, ya que para cumplir ese objetivo, las ventas de vehículos eléctricos deberían crecer en todo el continente.

En España, por ejemplo, debería crecer de una manera considerable en los próximos años y, teniendo en cuenta que a día de hoy la cuota de eléctricos es del 2 %, queda mucho trabajo por hacer.

En el marco de las furgonetas, se considera que el objetivo de la reducción del 50 % -frente a un 31 % propuesto por ACEA-, en combinación con otras medidas, supondría un nivel de ambición extremadamente exigente para este segmento de vehículos.

Y es que, conseguir los objetivos por parte del sector del transporte más pesado consideran que puede tener un impacto negativo en las empresas y sobre todo, como se comentó anteriormente, por la falta de infraestructura de recarga.

Pero para poder alcanzar ese objetivo, queda mucho trabajo y camino por recorrer. La falta de infraestructura de carga para coches eléctricos, tanto públicos como privados, alimentados por una red eléctrica renovable, entre muchas otras cosas, son los grandes inconvenientes a la hora de hacer que los consumidores se decanten por este tipo de motorización.

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