Volvo imita a Stellantis y abandonará la Asociación Europea de Fabricantes: sus posturas sobre el coche eléctrico "no están del todo alineadas"

Volvo Cars ha anunciado que abandonará, a finales de este mismo año, su posición como miembro de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA). Según informa Reuters, el constructor sueco justifica su decisión en base a las diferencias entre su propia estrategia de electrificación y la hoja de ruta del lobby al respecto.

En la actualidad Volvo está comprometida a contar con una gama 100% eléctrica para el año 2030, lo cual supone adelantarse en cinco años a la prohibición de vender coches nuevos con motores de combustión recientemente aprobada por el Parlamento Europeo.

Esta discrepancia es la que ha llevado a la dirección de Volvo a pensar que sus ambiciones de sostenibilidad "no están del todo alineadas con la posición de la ACEA y sus actuales métodos de trabajo", tal y como han reconocido en declaraciones a los medios.

El lobby tradicional queda en entredicho

Por ello desde el fabricante nórdico creen que "es mejor tomar un camino diferente por ahora", a lo que añaden que "lo que hagamos como sector será decisivo para que el mundo tenga una oportunidad de amortiguar el cambio climático".

De ahí que, agradeciendo de paso a la patronal la cooperación y esfuerzos percibidos durante su adhesión, la directiva de Volvo anima a todos los agentes implicados en la lucha contra el problema medioambiental a que "dejen su huella".

En comparación, la postura de ACEA ha sido notablemente más cautelosa en los últimos tiempos. Tras la aprobación de la prohibición de los coches nuevos a combustión a partir de 2035, los responsables de este grupo de presión europeo se limitaron a declarar que "cualquier normativa cuyos plazos vayan más allá de esta década es prematura".

Con su decisión, Volvo se convierte en el segundo fabricante que abandona la ACEA. El primero en 'salirse' fue Stellantis, quien a mediados de junio anunció su retirada de la asociación para optar por un acercamiento a los usuarios de sus automóviles y servicios de movilidad.

Así las cosas el éxodo de Stellantis y Volvo parece reflejar que la operativa tradicional de los lobbys ya no es atractiva para algunos fabricantes, en tanto en cuanto que éstos ven cada vez con mejores ojos otras vías de influencia, quizá más efectivas.

Sea como fuere este declive de los grupos de presión como herramienta política puede convertirse en un arma de doble filo. Y es que, si bien abanderar una causa potente como la ecología (o convertirse en portavoces directos del consumidor) puede reportar considerables beneficios a estos fabricantes, los legisladores europeos y nacionales siguen teniendo en sus manos el futuro de la automoción.

Y en este contexto de incertidumbre y enmiendas en uno y otro sentido (como la ya conocida 'enmienda Ferrari'), renunciar a la posibilidad de negociar futuras leyes directamente con los centros de poder puede acarrear para la industria una serie de conflictos y dificultades difíciles de prever.

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