De los 20 céntimos menos por litro a la posibilidad de bajar impuestos: las claves de las ayudas del Gobierno para echar gasolina

Esta mañana el Gobierno ha anunciado una batería de medidas para responder a las demandas que la sociedad y de una manera más visual los profesionales del transporte llevan clamando durante semanas: hay que hacer algo con los precios de los combustibles.

Pedro Sánchez ha adelantado las posiciones que el Gobierno va a tomar y que se aplicarán a partir del 1 de abril tras aprobarse en el Consejo de Ministros de mañana martes 29 de marzo. Unas medidas con un importe de 6.000 millones de euros.

Un mínimo de 20 céntimos menos por litro a partir del 1 de abril

¿Para quién es esta rebaja? Inicialmente el Gobierno pactó con el sector del transporte una rebaja del precio de los combustibles. Esta medida ahora se hará extensiva a todos los conductores según el anuncio de esta mañana en el marco del llamado 'Plan de Choque de Respuesta a la Guerra'.

¿Cuánto vamos a ahorrar en cada repostaje? No hay una cifra exacta, pero sí un mínimo. Serán 20 céntimos menos los que habrá que abonar por cada litro de combustible.

Los precios de hoy son 1,840, 1,866 y 1,953 euros por litro de gasolina, gasóleo A y gasóleo A+ respectivamente. Con la rebaja se quedarían en 1,640, 1,666 y 1,753 euros por litro. Dicho de otra manera: en cada depósito de 50 litros tendríamos que pagar 10 euros menos.

¿Quién va a asumir esta rebaja? Este descuento lo van a asumir las cuentas del Gobierno con 15 de los 20 céntimos y las petroleras con un mínimo de 5 céntimos.

Compañías como Cepsa, Repsol o BP han anunciado que iniciarán una campaña inmediata de descuento en el precio de sus carburantes. Las ayudas van entre 10 céntimos para las dos primeras y 14 céntimos (para profesionales, para particulares son 12) en el caso de la tercera.

Estos gestos de buena voluntad de las petroleras son parte de la exigencia del Gobierno de que bajen sus márgenes en un gesto de solidaridad con la que está cayendo, pero también son una maniobra de imagen y fidelización dentro de los programas de cada una de las compañías (SOLRED, Waylet, Mi BP...).

¿Cuándo entrará en vigor y qué duración va a tener? Estas ayudas no van a ser una medida sostenida en el tiempo. De momento la rebaja en el precio del combustible comenzará a partir del 1 de abril y se va a extender hasta el 30 de junio, pero tiene carácter prorrogable.

¿Es una solución? No, es un parche. Esta medida impulsada por el Gobierno es meramente coyuntural y derivada de la necesidad de aliviar el gasto de todos los conductores (no solo los profesionales). Una solución real pasaría por medidas a largo plazo, estructurales y de calado que puedan compensar el ciclo de precios récord de las últimas semanas. En una situación de incertidumbre como la actual con la guerra de Rusia y Ucrania como telón de fondo es complicado.

Para conseguir aplacar la senda alcista de los precios del combustible habría que tender nuevos puentes con países productores de petróleo que nos garanticen el suministro. Nuevamente, una tarea complicada a corto plazo en un mercado en el que buena parte del pescado ya está vendido. Peor en el caso del diésel, aún más dependiente de Rusia.

¿Y qué pasa con los impuestos? La carga impositiva sobre los carburantes en España es alta, alrededor del 50%, y son impuestos fijos que se van a quedar ahí independientemente del precio del petróleo.  Los impuestos en España están por debajo de los países del entorno europeo, con un 55% de media según datos de la Comisión Europea. España es el octavo país con menor tributo sobre los hidrocarburos.

Si bien el Gobierno podría optar por rebajar los impuestos que afectan a los combustibles (IVA e Impuesto Especial sobre Hidrocarburos -IEH-), tendría que hacerlo de manera pactada: por un lado tendría que acordar los movimientos con Europa, porque pese a que desde Bruselas se permite la fijación de impuestos a cada miembro, tiene que dar su visto bueno en función de los objetivos.

Por otra parte tendría que negociar con las comunidades autónomas. Un 50% de la recaudación del IVA de los combustibles y un 58% del IEH está cedido a las comunidades autónomas según la Ley 22/2009, por lo que una disminución en la recaudación afectaría a los presupuestos de cada una de las regiones del mapa español.

¿Y mientras tanto? Pues a la espera de que se estabilice la situación con los precios del crudo, se establezcan nuevas vías de abastecimiento y se apacigüe la volatilidad del petróleo, el mercado finalista de los combustibles puede quedar en manos de la buena voluntad de las petroleras.

Si hemos visto que cuando el barril de petróleo cae el precio de la gasolina no baja en la misma medida debido al efecto pluma, ahora los conductores podemos vivir un episodio similar. Si se rebaja el precio final a través de ayudas, las distribuidoras tienen la posibilidad de agenciarse parte de los futuros incrementos de margen a partir del 1 de abril. Para que lo entienda tu bolsillo: ese descuento que nos pueden hacer las petroleras lo estaremos pagando nosotros mismos.

¿Hay alternativas? Pues si miramos el mercado del petróleo y de sus derivados es complicado, al menos desde el punto de vista del conductor final. Más que nada porque no hay un producto sustitutivo, y no, no estamos hablando de repostar en otra gasolinera, echar 95 en vez de 98 o cambiar el coche por el patinete.

Los combustibles son un producto homogeneizado, altamente extendido y que no podemos cambiar así como así porque forman parte de nuestro estilo de vida. Esto si lo pasamos a términos macroeconómicos se traduce en una ausencia de efecto oferta-demanda.

Si nos suben el precio (o casi todos) en mayor o menor medida vamos a seguir gastando carburantes, no hay una regresión en la demanda que tire de los precios de la oferta a la baja. O sí, porque hay un escenario en el que eso sí pasa. Y tampoco es del todo bueno.

Es el caso de la destrucción de la demanda, y es la situación a la que llegaríamos si los precios del combustible alcanzan cotas insostenibles: la gente dejaría de consumir combustibles de manera sostenida durante un periodo de tiempo en el que los precios sean inasumibles.

Hoy el barril Brent está a 113,07 dólares, y el 8 de marzo alcanzó un máximo de 129,49 dólares. De momento las economías han demostrado que son capaces de soportar (con mucho esfuerzo) este nivel de precios, pero si se llega a producir una destrucción de demanda que tire a la baja del precio del combustible será con consecuencias.

Puede movernos de un escenario inflacionista como el actual a uno deflacionista, y dada la inestable situación actual para todos sería complicado evitar procesos de reestructuración traumática con destrucción de empleo, pérdidas de ingresos, reducciones de demanda y por lo tanto en la producción. Esperemos que eso no pase.

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