No todo es culpa del CO₂: las estelas de condensación de los aviones contribuyen aún más al calentamiento global

Los proyectos para hacer que el transporte aéreo sea más respetuoso con el medio ambiente se suelen centrar en las emisiones de CO₂ de los vuelos, y con razón, hasta el punto que, por ejemplo, Francia limitará los vuelos nacionales en favor del tren de alta velocidad . Sin embargo, al mismo tiempo se suele pasar por alto las estelas de condensación que dejan en vuelo los aviones.

Suena un poco extraño, pero a priori no es ninguna teoría de la conspiración. Diversos estudios han llegado a la conclusión que las estelas de los aviones contribuyen también al calentamiento global.

Desde este estudio de 2021, analizando datos de los últimos ocho años, hasta este estudio de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETHZ) y publicado en Nature Climate Change, parece haber consenso en que sí, las estelas de los aviones son también una forma de contaminación.

"Se habla mucho del dióxido de carbono, el CO₂, cuando se trata del calentamiento global, pero los trabajos de revisión de 2021 dicen que los elementos no CO₂, como el metano, los óxidos de nitrógeno y las partículas, calentarían el clima el doble que el CO₂ en la aviación", asegura François Garnier, profesor del departamento de ingeniería mecánica de l'École de Technologie Supérieure (ETS) de Montreal, Canadá.

Un estudio que analizó la contribución de la aviación al cambio climático entre 2000 y 2018 concluyó que las estelas de condensación crean el 57% del impacto de efecto calentamiento del sector, bastante más que las emisiones de CO₂ procedentes de la quema de combustible.

El equipo de investigadores de la ETHZ ha demostrado que los efectos climáticos no relacionados con el CO₂ podrían contribuir por sí solos a un calentamiento de entre 0,1 y 0,4 grados a finales de siglo, una cifra considerable si esperamos limitar el calentamiento a menos de 1,5 o 2 grados, como prevé el Acuerdo de París. Ese efecto no relacionado con el CO₂ lo encontramos en las estelas.

Foto: Manfred Richter

Las estelas de los aviones son un fenómeno natural, al contrario de lo que algunos quieren creer. Son el resultado de un fenómeno físico que se produce cuando la atmósfera es húmeda y fría, como en la atmósfera superior, donde la temperatura ronda los -56°C.

En vuelo, los motores del avión expulsan partículas. El calor generado detrás de los motores provoca la creación de vapor de agua que se condensa a los pocos segundos en cristales de hielo alrededor de las partículas expulsadas por las turbinas.

Estelas de condensación en forma de nubes cirros (Foto: Kerstin Riemer)

La gran mayoría de las veces, las estelas de condensación se disipan en cuestión de minutos. Sólo en un 10% de las veces, las estelas de condensación permanecen intactas. Ese "hielo sucio" acaba formando unos filamentos blancos que pueden verse en lo alto del cielo y que son semejantes a las nubes cirros.

Estas estelas de condensación persistentes atrapan el calor en la atmósfera, que de otro modo se irradiaría al espacio, contribuyendo directamente al aumento de la temperatura global. Christiane Voigt, investigadora del Centro Aeroespacial Alemán, explica que sólo el 12% de los vuelos provocan el 80% de los daños causados por las estelas de condensación

¿Cómo se puede limitar el efecto de las estelas de condensación?

Las partículas proceden de la quema de carburante. Así, aunque se usase un carburante neutro en CO₂, como el efuel obligatorio en diversas proporciones a partir de 2035, se seguirían creando estelas durante el vuelo.

La solución pasaría por alterar las rutas de algunos vuelos para que eviten zonas en las que las bajas temperaturas puedan favorecer la generación de estelas. Algunas compañías aéreas, como Etihad Airways, ya han empezado a redirigir sus vuelos por nuevas rutas para evitar la formación de estelas. Aunque inicialmente, ese no era su objetivo.

La compañía de software Satavia desarrolló un sistema para la planificación de las rutas de vuelo que tomaba en cuenta las zonas con partículas en el cielo, como la ceniza volcánica, para así aumentar la vida útil de los reactores de sus aviones.

Haciendo esas variaciones se dieron cuenta también que reducían la creación de estelas de condensación. Etihad Airways aprovechó entonces ese hallazgo para sacarle partido en términos de imagen para presentarse, como casi todas, como una aerolínea cada vez más concienciada con el clima.

Etihad Airways no es la única en querer reducir la generación de estelas de condensación en sus vuelos. KLM también va a colaborar con Satavia para buscar nuevas rutas, mientras que Delta Airlines y el MIT están colaborando en un algoritmo para trazar rutas y de código abierto, que podrán usar otras aerolíneas, para mitigar la formación de estelas de condensación.

Cambiar las rutas de los vuelos es una medida que supone un coste muy bajo para las aerolíneas, y les puede ser my rentables en términos de imagen respetuosa con el medio ambiente. Aun así, esas medidas podrían tener un impacto notable a la hora de limitar el calentamiento global.

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