Europa necesita pisar el acelerador en la fabricación de baterías de coches eléctricos: seguimos dependiendo mucho de China

En la actualidad, la Unión Europea cuenta con 301 fábricas de automóviles que producen turismos, vehículos comerciales ligeros, vehículos pesados, autobuses, motores y baterías. Sin embargo, según los datos de la Asociación Europea de fabricantes de Automóviles (ACEA), solo 17 del total son fábricas dedicadas a la producción de baterías para coches eléctricos.

Alemania es el país que más de estas fábricas alberga, con un total de seis (entre las que se encuentran dos del Grupo BMW, dos del Grupo Volkswagen, una de Leclanché y otra de Microvast), mientras que en Polonia o Finlandia hay dos plantas (Mercedes-Benz y LG en el primer caso y las dos del Valmet Automotive en el segundo).

Alemania, a la cabeza del desarrollo de baterías en Europa

Hungría y Bélgica (Grupo Volkswagen), Suecia (Northvolt), Francia (Bollore) o España (Renault) cuentan con una única fábrica de baterías, aunque en el caso de España esto cambiará próximamente.

El primer proyecto que cambiará el mapa será el del grupo Volkswagen en Sagunto (Valencia), que contará con una capacidad de producción anual de 40 GWh para abastecer a más de 650.000 coches eléctricos al año. Podría empezar a construirse el año que viene, pues desde Volkswagen ya han confirmado que su objetivo es empezar a fabricar baterías en 2026.

Las baterías fabricadas en Valencia se destinarán a los coches eléctricos pequeños del Grupo que se fabricarán en Martorell (Barcelona) y Landaben (Navarra). Además, cabe la posibilidad de que pudiera abastecer a Ford, como fruto del acuerdo que poseen en la actualidad la compañía estadounidense y el fabricante alemán.

En España, también la empresa Phi4Tech está planeando la creación de una planta que estará situada en Badajoz, tiene previsto producir 2 GWh anuales y podría anunciarse este mismo año, y otro proyecto en ciernes es el de BasqueVolt, que estará situado en Vitoria y también generará 2 GWh.

Como se ve en el mapa elaborado por uno de los principales centros de investigación en el campo del almacenamiento de energía, CIC energiGUNE (Vitoria), estos son solo dos de los anuncios de este tipo de factorías de cara a los próximos años en Europa, que necesita acelerar sus planes si quiere cumplir con sus objetivos de descarbonización.

En este sentido, la directora del CIC energiGUNE, Nuria Gisbert, remarcaba en una entrevista que el desarrollo de baterías se trata de una de las grandes apuestas de la industria comunitaria para los próximos años: “el almacenamiento energético es una de las tres grandes líneas estratégicas lanzadas por la Comisión Europea para su desarrollo en los próximos años, junto a las tecnologías del hidrógeno y las capacidades en materias primas”.

El objetivo es “evitar perder comba en uno de los vectores clave del futuro energético, buscando reducir la dependencia respecto a otras regiones como Asia”, dice Gisbert.

De ahí que se esté produciendo un “boom” del sector en Europa, donde se espera que la demanda supere los 1.000 gigavatios hora (GWh) en todo el continente para el año 2030 y “que se esté dando una proliferación de proyectos de gigafactorías en el mapa europeo”, que buscan dar respuesta a esta demanda estimada.

Europa lleva invirtiendo tres veces más que China en los años 2019 y 2020 en este sector, “y esperemos que el Gobierno de España tenga una política de apuesta por el sector más allá del Perte del Vehículo Eléctrico y el Perte del almacenamiento de energía, que permita impulsar el desarrollo de la industria, la inversión necesaria y la generación de tecnología propia” apunta Gisbert.

"No debemos olvidar que la industria de las baterías está muy vinculada al sector de la automoción y el español es el segundo mercado más importante de Europa", dice Gisbert, que apunta a que según sus estimaciones, "España va a necesitar al menos dos o tres gigafactorías más".

Un impulso necesario a la normativa

La Alianza Europea de Baterías (EBA por sus siglas en inglés), dirigida por uno de los vicepresidentes de la Comisión Europea, el eslovaco Maroš Šefčovič, implementará un plan de acción que ha sido recientemente actualizado “para permitir que el 90% de la demanda de baterías de la Unión se satisfaga con productos de fabricación propia para 2030”.

En esta línea, para 2021 ya se habían invertido 127.000 millones de euros en el desarrollo de una cadena de valor de fabricación de baterías en Europa. Sin embargo, para crear una industria de baterías autosuficiente para 2030, se requerirán 382.000 millones de euros de inversión adicional.

Para crear una industria sólida en torno a las baterías Europa, la EBA apunta a que la Unión ha de focalizarse en resolver “los problemas en torno a la extracción de materias primas, así como el procesamiento, la refinación y la producción de materiales activos de calidad para las baterías”.

Así, una de las primeras acciones a llevar a cabo es el impulso a la regulación en torno a la normativa que han de cumplir baterías (que incluye un 'pasaporte’ que permitirá el seguimiento de dispositivos y sus materiales, que será obligatorio en la UE a partir de 2026).

Con la mirada puesta en el problema del litio y las tierras raras

Un estudio reciente de la Universidad de KU Leuven (Bélgica) dice que “para cumplir el objetivo de neutralidad climática de la Unión Europea para 2050 se necesitará hasta 35 veces más litio y entre 7 y 26 veces más metales de tierras raras” en comparación con las cifras actuales que se mueven en Europa de estos materiales.

Asimismo, a la luz de sus datos, la transición energética total también requerirá un 30 % más de aluminio que el que se emplea hoy en el continente, así como un 35 % más de cobre, un 45 % más de silicio, un 100 % más de níquel y un 330 % más de cobalto.

Todos estos metales se consideran esenciales tanto para producir vehículos eléctricos y baterías, como tecnologías de energía renovable eólica, solar y de hidrógeno, así como la infraestructura de red necesaria para lograr la neutralidad climática.

Fuente: Universidad de KU Leuven

En cifras reales, los porcentajes se traducen en 4,5 millones de toneladas de aluminio, 1,5 millones de toneladas de cobre, 800.000 toneladas de litio, 400.000 toneladas de níquel, 300.000 toneladas de zinc, 200.000 toneladas de silicio, 60.000 toneladas de cobalto y 3.000 toneladas de los metales de tierras raras neodimio, disprosio y praseodimio, lo que supone un aumento de entre el 700 y el 2.600 % respecto a los niveles actuales.

Pero no todo son malas noticias. El informe también arroja que, para 2050, entre el 40% y el 75% de las necesidades de metales para energías limpias de Europa podrían satisfacerse mediante el reciclaje “si Europa invierte ya y soluciona los cuellos de botella”.

"Pero Europa se enfrenta a un déficit crítico en los próximos 15 años si no cuenta con más metales extraídos y refinados", señala el dossier. "Se necesitarán medidas progresivas para desarrollar una economía circular a largo plazo, que evite que se repita la actual dependencia de los combustibles fósiles de Europa".

Mientras tanto, una solución a corto plazo sería que Europa comience a tender puentes sólidos con proveedores de probada responsabilidad que gestionen sus riesgos ambientales y sociales: Es necesario un cambio de paradigma si Europa quiere desarrollar nuevas fuentes de suministro locales con una alta protección medioambiental y social", dice el informe.

Fuente: Universidad de KU Leuven

El estudio afirma que “existe un potencial teórico para que las nuevas minas europeas cubran entre el 5 % y el 55 % de las necesidades del continente en 2030”.

Este potencial gira sobre todo en torno a proyectos enfocados en el litio y las tierras raras. Sin embargo, la mayoría de los proyectos actuales en esta línea tienen un futuro incierto, ya que "tienen que lidiar con la oposición de las comunidades locales y los problemas de permisos, o dependen de procesos no probados".

Para avanzar, "Europa necesitaría abrir nuevas refinerías para transformar los minerales extraídos y las materias primas secundarias en metales o productos químicos", sugiere el dossier.

La actual crisis energética dificulta la realización de nuevas inversiones en refinado, ya que la subida vertiginosa de los precios de la electricidad ha provocado el cierre temporal de casi la mitad de la capacidad de refinado de aluminio y zinc existente en el continente, mientras que la producción aumenta a buen ritmo en otras partes del mundo.

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