El abono único para el transporte público es una gran idea con un gran inconveniente: para que sea un éxito en España depende del apoyo de las comunidades autónomas

Con el anuncio del abono único de transporte público, el Gobierno quiere incentivar el uso del transporte colectivo. De hecho la DGT hace tiempo que batalla contra el coche privado, asegurando que "no es muy inteligente mover 1.500 kg para desplazar a una persona".

La receta es fomentar el transporte público, pero en este caso el plan depende de un factor bastante importante: que los ayuntamientos y comunidades quieran formar parte de él.

Los metros, tranvías y autobuses urbanos podrían quedarse fuera

Esta medida recién anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega con un precio de partida elevado y limitaciones: el precio inicial es de 60 euros al mes (para los jóvenes menores de 26 años son 30 euros) y de momento solo se incluirán los trenes de Renfe que no sean alta velocidad y los autobuses de largo recorrido, al ser todo ello competencia del Estado.

El Ejecutivo espera que las autonomías se sumen al proyecto para incluir también los metros, tranvías y autobuses urbanos de su competencia, por lo que su éxito depende de ellas. 

Como antecedente tenemos las ayudas al transporte público para usuarios recurrentes en trenes y autobuses de corta, media y larga distancia, así como para billetes y abonos del transporte urbano. Estos incentivos, aprobado en 2022, se integraban en un único decreto, el conocido como 'ómnibus', junto a otras como medidas como el plan MOVES III, la subida de las pensiones o la revalorización del Ingreso Mínimo Vital. Pero el Congreso tumbó este decreto-ley y luego volvió a ser aprobado.

¿Qué ocurre? Que las ayudas solo se mantuvieron donde las Comunidades Autónomas y los municipios confirmaron que cofinanciaban la ayuda al usuario con un 20 % adicional al 30 % que ponía el Estado. Y sabemos que hay comunidades como la de Madrid que opondrá resistencia. Veremos.

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