El Mustang de 1949 que no firmó Ford sino McCarty

Estos días tienen lugar celebraciones por el 50 aniversario del Ford Mustang en varios puntos de la geografía estadounidense. Por ejemplo, una concentración que está llevando decenas de unidades del pony car desde Norman (Oklahoma) hasta Charlotte (Carolina del Norte) y hasta Las Vegas (Nevada). Esto lo andan siguiendo en la página de Social Media de Ford.

Lo que no todo el mundo sigue en la no-celebración de Roy McCarty. Y es una lástima, porque se dice que McCarty fabricó el primer Mustang de la Historia. Aunque este Mustang no fuera Ford. La historia de Roy McCarty es una de esas que nos gustan --casi tanto como la de Robert Kearns luchando contra la Industria-- por el componente épico que contiene.

Imagen | Bang Shift

El Mustang de 1949 que no firmó Ford sino McCarty ( 19 fotos)

Un diseño revolucionario

Partiendo de una base morfológica muy de la época, Roy McCarty desarrolla un automóvil con forma de ala de avión, lágrima o gota de agua. Nada nuevo, ya sabemos que esa línea ha inspirado montones de prototipos. Nada nuevo... salvo por un detalle que McCarty anota en el tercer dibujo: la posición correcta para el conductor es aquella que permite tener un mayor ángulo de visión.

Diferencia de ángulos

Para McCarty, existe un problema de seguridad en que el conductor observe su entorno con un ángulo vertical de unos 5º. Movido por la extraña muerte del General Patton, McCarty acerca la posición de conducción al extremo del vehículo y abre un enorme parabrisas, de manera que el conductor dispondrá de un ángulo de 50º. Esto es más cercano a los 90º que, según McCarty, tiene un peatón.

Boceto de 1947

En mayo de 1947, Roy McCarty da el visto bueno a este boceto que muestra el que será un vehículo completamente novedoso. Todavía no tiene nombre, pero sí sus características principales: es como un automóvil cualquiera de la época... sólo que puesto del revés.

Folleto y características

Este primer folleto, donde ya se habla del Mustang de McCarty, nos muestra varias de sus características. Ojos en el frente y motor en la trasera, 6 o 7 plazas, chasis de acero tubular, bajo centro de gravedad, en un vehículo de 4,62 m de longitud, 1,83 m de anchura y 1,70 m de altura. Con una masa ligeramente inferior a los 1.000 kg, la publicidad del Mustang anuncia unos muy contenidos consumos, de entre 6,72 y 7,84 l/100 km.

Con todos ustedes... ¡el Mustang!

Ya en el taller se ultiman los preparativos del Mustang, que pronto se dará a conocer al público. El Mustang Teardrop Car muestra su forma de lágrima y una configuración para el interior ciertamente interesante. Todavía faltaban unos cuantos años para que el mundo del Motor hablara en clave de modularidad.

Con todos ustedes... ¡The Mustang Riders!

Para promocionar el Mustang, ¿qué mejor, que un grupo musical como The Mustang Riders? La banda fue contratada para realizar una gira por los diferentes concesionarios que presentaran el Mustang a lo largo y ancho del país americano.

Servicio Mustang

Otro ejemplo del empuje con que nació el proyecto Mustang: los carteles con que se señalizarían las zonas de servicio destinadas a los propietarios de un Mustang en los concesionarios. Neones para atraer la atención de posibles compradores y para agradecer la compra de un Mustang a quienes lo poseyeran ya.

Crecimiento... fallido

Con unas perspectivas tales de crecimiento, con los primeros Mustang cabalgando por las carreteras como vehículos de prueba, Roy McCarty decide embarcarse en la expansión de su negocio y emite acciones de la Mustang Motor Car Company Inc. Según los datos disponibles, la empresa no pasó de producir una docena de unidades del Mustang Teardrop Car.

El sensacional Mustang Teardrop

En 1949, año que se tiene por el de su lanzamiento comercial definitivo, el Mustang Teardrop cuenta con un folleto más ambicioso que aquella primera hoja volante en la que se comentaban sus características técnicas. Claramente orientado a convencer a compradores y a intermediarios, el folleto muestra ya un modelo definitivo en una primera fotografía de catálogo.

El sensacional Mustang Teardrop

El folleto cuenta las bondades de un vehículo único que se vende por 1.235 dólares de la época, unos 12.260 dólares actuales (8.875 euros, al cambio), sin contar impuestos. La aerodinámica, la ligereza del aluminio y sus cifras de consumo son algunos de los argumentos que se utilizan para vender el revolucionario automóvil.

Señores Ford: El Mustang es de McCarty

En 1965, cuando Ford cosecha los primeros éxitos de su Mustang, encontramos una pista del largo reguero de literatura epistolar con la que se despacharon el abogado de Roy McCarty, Frank W. Payne, y los representantes legales de la Ford Motor Company. En esta misiva, Payne deja constancia escrita de múltiples quejas previas dirigidas por el mismo McCarty a la firma de Dearborn y explica que tiene a punto una demanda para presentar ante el Tribunal Supremo de Washington.

Al Alto Tribunal de Washington, por McCarty

En esta demanda preparada por el abogado de Roy McCarty se especifica la propiedad de los derechos del Mustang, en razón de un diseño novedoso que se desarrolla desde 1946 bajo el mismo nombre comercial y con una elevada inversión económica. Se trata de un as guardado en la manga de Payne. ¿Conseguirá de esta manera que Ford haga caso a su cliente?

Al Alto Tribunal de Washington, por McCarty

Siguiendo con el documento preparado para el Tribunal Supremo de Washington, el abogado de Roy McCarty explica que los demandados, la Ford Motor Company y la Ford Foundation, han estado utilizando el nombre de Mustang en su propio beneficio, incurriendo en infracciones por propiedad intelectual y en competencia desleal, que se traduce en unos daños que Payne plasma en una indemnización de 10 millones de dólares. Hoy esa suma sería unos 75 millones de dólares, o 54,3 millones de euros.

Señor Payne: Primera noticia de McCarty

Los representantes de la Ford Motor Company responden al abogado de Roy McCarty dos semanas más tarde, y lo hacen con una respuesta de lo más socrática, pidiendo más información a Payne. ¿Con quién habló McCarty? ¿Cuándo, dónde y cómo? Es más: ese Mustang que dice haber creado y patentado, ¿a quién lo vendió? Cualquier tipo de información será bienvenida...

Señores Ford: Aquí, aquí, aquí y también aquí

Frank W. Payne se dirige unos meses más tarde a los representantes legales de la Ford Motor Company para adjuntarles más referencias sobre el Mustang de McCarty. Estamos en 1966 y por su parte el Ford Mustang cabalga por Norteamérica desde hace un par de años, labrándose una imagen de leyenda.

Señor Payne: Hablemos del asunto

Una vez examinada la información aportada por el abogado de Roy McCarty, los representantes legales de la Ford Motor Company ofrecen a Frank W. Payne una cita en la central de Dearborn, Michigan. Ha pasado una semana exacta desde que Payne fechara su carta y aportara más información, lo que lleva a pensar que en Ford hay cierto interés en saldar el caso cuanto antes.

Señores Ford: O en mi casa o me pagan el avión hasta Detroit

Ya en julio de 1966, el abogado de Roy McCarty explica a la Ford Motor Company que él y su cliente están dispuestos a negociar, pero no en Michigan, como quiere el gigante de la automoción, sino en Seattle, que es donde se encuentra la mayor parte del desarrollo del Mustang, así como abundante material que prueba la paternidad del vehículo. Payne acaba la comunicación explicando que si no fuera posible reunirse en Seattle, que al menos Ford les pague el vuelo hasta Detroit.

Señor Payne: Si acaso ya eso

La respuesta a la anterior carta es de todo menos alentadora para los intereses de Roy McCarty. Los representantes legales de la Ford Motor Company le dicen al abogado de la Mustang Motor Car Company, Frank W. Payne, que no disponen de ningún colega en los alrededores de Seattle que esté familiarizado con el asunto y que si se da la circunstancia ya se lo harán saber. Si es que todavía quiere seguir hablando del tema...

Una historia sin un final claro

Justo en este punto se pierde el hilo de una historia tan particular como entretenida. ¿Llegarían a un acuerdo los abogados de la Mustang Motor Car Company y la Ford Motor Company? Acabaría cobrando Roy McCarty los 10 millones de dólares? ¿Seguiría trabajando Frank W. Payne para McCarty después de una gestión tan... insólita? Quizá algún día encontremos respuestas para estas preguntas. Por ahora sabemos que un día existió un Mustang que no firmó Ford, sino Roy McCarty.

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