Este Aston Martin nació con el único objetivo de superar los 320 km/h. Lo ha conseguido 44 años después

La mayoría de coches clásicos verdaderamente especiales, cada vez más escasos, suelen acabar expuestos en colecciones privadas muy lejos de las carreteras para las que fueron creados. En el caso de este Aston Martin Bulldog único en el mundo, celebramos que no sea así.

Tras someterlo a una exhaustiva restauración que ha llevado más de dos años (que probablemente ha supuesto una inversión estratosférica) su dueño actual, un coleccionista británico, ha devuelto a la vida a esta auténtica joya sobre ruedas para cumplir con el objetivo con el que fue creado hace 44 años: superar la barrera de los 321 km/h (200 mph).

Un proyecto igual de especial que emocionante

A finales de la década de 1970, Aston Martin prometió que fabricaría un superdeportivo de producción limitada capaz de superar la velocidad de 200 mph (o lo que es lo mismo, 321,86 km/h) para hacer frente a verdaderos prodigios de la época como el Ferrari 512 BB.

Así, con una silueta en forma de cuña que recuerda a la del icónico Lamborghini Countach, sus curiosas ópticas y sus características alas de gaviota, la primera unidad de las 15 o 20 que se esperaban fabricar del Aston Martin Bulldog debutó en 1979.

A su llegada, el que a nivel interno se había denominado como 'Proyecto K.901', se erigió como el primer superdeportivo de motor central de la marca de Gaydon. Bajo el capó, un corazón V8 biturbo de 5,3 l sobrealimentado por dos turbos Garret, que superaba los 600 CV de potencia.

Los ingenieros afirmaban que, con los ajustes adecuados, este corazón incluso era capaz de propulsar al Aston Martin Bulldog más allá de su objetivo inicial, hasta llegar a los 381 km/h, sin duda algo inaudito para un coche de producción de la época. En los primeros test a los que fue sometido el modelo, llegó a los 307 km/h, siendo un modelo preserie.

Por desgracia, nunca pudieron llegar a fabricar el modelo definitivo, ni mucho menos las unidades que se esperaban para completar la serie, pues la crisis económica golpeó a la casa británica y el entonces recién nombrado presidente, Victor Gauntlett, desechó el proyecto en 1981 para centrarse en otros más rentables como los GT o las berlinas.

La única unidad fabricada del Aston Martin Bulldog y diseñada por William Towns (también padre del Lagonda) se vendió en 1982 a un miembro de la realeza saudí por 130.000 libras (algo más de 151.000 euros, al cambio actual). Este, según Top Gear, reventó el motor en su primer viaje.

Su actual propietario, el inversor británico Phillip Sarofim, llevó al Bulldog en 2020 a los especialistas del prestigioso taller Classic Motor Cars (CMC) para una restauración completa. Por aquél entonces, el equipo anunció el inicio del proyecto y sus esperanzas de cumplir el objetivo inicial con el que nació el Aston Martin: alcanzar los 321 km/h.

Los especialistas llevaron a cabo una minuciosa restauración del coche pieza a pieza y reconstruyeron las que fueron necesarias para que pareciera casi recién salido de fábrica, aunque llevaron a cabo sustanciales mejoras en materia de seguridad.

A falta de algunos ajustes, en 2021 el Aston Martin Bulldog completó algunos test en la Real Estación Aérea Naval de Yeovilton (Reino Unido), donde no pasó de los 283 km/h.

Sin embargo, el pasado 6 de junio por fin el sueño se hizo realidad: el Bulldog superó la mágica cifra de los 321 km/h en una antigua base aérea de la OTAN en Campbeltown, Escocia.

El piloto tres veces ganador de clase en Le Mans, Darren Turner, hizo los honores. “Merecía la pena esperar”, dijo en sus redes. Cerrando el círculo, la iniciativa estuvo gestionada por Richard Gauntlett (sí, el hijo de quien canceló el Bulldog).

Este hito ha sido posible, en parte, por las mejoras de seguridad llevadas a cabo en el coche, pues además de añadir equipos de seguridad por la integridad de Turner, en CMC también reforzaron el chasis (los estándares de rigidez torsional de los años 70 dejaban mucho que desear respecto a los actuales) y añadieron componentes como neumáticos o frenos específicos.

La ansiada velocidad alcanzada por el único Aston Martin Bulldog que existe en el mundo puede parecer poca cosa para algunos deportivos de producción hoy en día.

Pero para aquellos que apreciamos la historia de la automoción, ver cómo este superdeportivo cumple su objetivo después de más de cuatro décadas es, sin duda, una de esas historias capaces de ponernos la piel de gallina.

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