Billetes, rutas y todo lo que ofrece este histórico tren de Renfe que une Bilbao, León y Oviedo recuperando la magia de viajar despacio
El Expreso de La Robla no nació como tren turístico. Durante décadas movió carbón desde las cuencas mineras de León y Palencia hacia Vizcaya, una línea estratégica inaugurada en 1894 que alimentó a la siderurgia del norte.
Cuando aquella actividad cayó, la vía quedó casi en desuso hasta que Renfe decidió recuperarla en 2009 para algo muy distinto: convertirla en un viaje cultural y gastronómico que se vive a un ritmo pausado, que sigue atravesando algunos de los paisajes más verdes de la península. Ese origen industrial explica parte de su encanto.
Y es que el tren no fue diseñado de cero para el lujo, sino que ha sido rescatado y restaurado conservando la calidez de los vagones: con salones de madera, muchos ventanales y compartimentos compactos pensados para descansar mientras la vía te mece. La sensación es más cercana a un refugio ferroviario que a un hotel de cinco estrellas y eso es justo lo que lo diferencia.
Dos rutas para dos formas de recorrer el norte
El Expreso de La Robla ofrece dos experiencias muy distintas:
Ruta de La Robla (3 días, 2 noches). Une Bilbao y León. Es la experiencia más corta y la que mantiene más vivo el espíritu de la antigua línea minera. Incluye paradas en enclaves como Frómista, Carrión de los Condes, el románico palentino, Frías, Tobera o la Villa Romana de La Olmeda. Combina trayectos lentos con excursiones y comidas en puntos seleccionados.
Ruta del Peregrino (6 días, 5 noches). Circular con inicio y final en Oviedo. Amplía el viaje y sigue parte del Camino de Santiago por la cornisa cantábrica. Es la opción más completa para quienes quieren una inmersión total en el paisaje y la historia del norte.
Un interior que busca la calma y un detalle clave: por la noche no se mueve
El Expreso de La Robla cuenta con tres coches salón, diseñados como zonas de encuentro y lectura con grandes ventanas que convierten el paisaje en un protagonista más. Los camarotes tienen literas abatibles, baño privado y un diseño muy funcional. No pretende competir con el glamour del Transcantábrico, y esa honestidad juega a su favor: es cálido, práctico y acogedor.
Además, este tren permanece detenido cada noche en una estación: el silencio forma parte de la experiencia… y la gastronomía también, muy enfocada en los productos locales. Las cenas se sirven a bordo, pero algunas comidas se realizan en restaurantes emblemáticos que cambian según la etapa. En León, por ejemplo, se reserva mesa en el Hotel Real Colegiata de San Isidoro, dentro de su monumental complejo románico.
Historia, cultura y un autobús que acompaña al tren
Cada día de la ruta elegida combina trayectos cortos con visitas guiadas, ya que el tren funciona como base logística para moverse por las zonas a visitar. Por eso un autocar acompaña al convoy y permite acceder a museos, miradores, iglesias o cascos históricos sin que el tren tenga que desviarse. Esta fórmula lo acerca más a un viaje cultural que a un simple trayecto ferroviario.
También incorpora guiños a la tradición peregrina, al románico palentino y a los pueblos del norte que crecieron alrededor del carbón, pues las rutas discurren por las mismas infraestructuras ferroviarias por las que hace más de un siglo se movían toneladas de mineral.
El Expreso de La Robla se ha convertido en la puerta de entrada a los trenes turísticos más lijosos de Renfe porque es el más barato. Viajar en él cuesta desde 2.300 euros por cabina doble, lo que equivale a unos 1.150 euros por persona. En función de la temporada y la ruta, ese precio puede llegar a estar entre 1.300 y 1.700 euros. El billete incluye alojamiento, baño privado, pensión completa, excursiones, entradas, guía multilingüe y todas las actividades organizadas.
Los otros “Orient Express” españoles y el papel singular de La Robla
España tiene cuatro trenes turísticos de alto nivel que forman su propio ecosistema ferroviario. El Transcantábrico Gran Lujo es el más exclusivo, con suites tipo Pullman y rutas de varios días. El Costa Verde Express apuesta por la elegancia clásica en itinerarios más breves y el Tren Al Ándalus recupera vagones utilizados por la monarquía británica en sus desplazamientos por Francia.
Todos ellos juegan en la liga del lujo ferroviario europeo, pero el Expreso de La Robla es más íntimo, más sobrio y se acerca más al viajero curioso que quiere conocer el norte desde otro ángulo, y menos al turismo de lujo convencional. Por eso muchos lo consideran la joya discreta de Renfe: un tren pensado para quien valora los matices.
Imágenes | Renfe
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