Probamos el Peugeot 208 GTi by Peugeot Sport y por todo esto no queríamos bajarnos de él

Cuando Peugeot lanzó al mercado el 208 allá por el año 2012, lo hizo posicionándolo como el heredero natural del exitoso Peugeot 205, aquel compacto noventero que tantos buenos recuerdos nos trae a los que vivíamos el apogeo de ese modelo coincidiendo con nuestra adolescencia.

Si Peugeot nos animaba a buscar las similitudes entre el 208 y el viejo 205, era inevitable buscar la versión que reencarnase el espíritu del 205 GTi, la variante deportiva del nuevo compacto. Y mira tu por donde, el verdadero heredero de aquel coche no ha llegado hasta ahora que han puesto a la venta el Peugeot 208 GTi by Peugeot Sport.

Porque a pesar de que casi desde el nacimiento del nuevo Peugeot 208 existió una versión de posicionamiento deportivo con apellido GTi, a decir verdad aquel pequeñajo de 200 caballos y aspecto algo más vigoroso, no conseguía reencarnar, ni por diseño ni por comportamiento, el espíritu del añorado 205 GTi.

Probamos aquel GTi en 2013 y ya entonces concluimos que una puesta a punto no todo lo deportiva que esperábamos, un aspecto exterior que no realzaba mucho las acertadas formas de su figura y la falta de un comportamiento que animase realmente a disfrutar al volante, eran los motivos por los que el 208 GTi se quedaba a medio camino entre un coche prestacional del segmento B y un verdadero deportivo…hasta que llegó la versión 30th que celebraba el 30 aniversario precisamente del 205 GTi.

Los señores de Peugeot Sport, encargados de añadirle picante a los generalmente insulsos coches de calle, debían estar en sus cuarteles generales mordiéndose las uñas cuando, una vez que ya habían puesto a punto el excelente RCZ-R (el cual no se seguirá fabricando), veían como los teóricos “gurús” del marketing lanzaban una versión de posicionamiento deportivo, el 208 GTi, sin haber consultado con ellos cómo debía ser ese coche.

Por suerte alguien en Peugeot debió recordar el buen trabajo que habían hecho en el RCZ-R, aquel coche que a pesar de no tener la mejor base deportiva, se convirtió en un coche muy deportivo y radical, capaz de plantar cara a cualquier modelo de su segmento, e incluso batir al referente, el Porsche Cayman. (Prueba Peugeot RCZ-R)

Fue entonces cuando les llevaron a Peugeot Sport una serie de 500 unidades del Peugeot 208 GTi para que trasteasen en el hasta dar lugar a la edición limitada 30 Aniversario. Las 500 unidades producidas volaron literalmente de las concesiones de todo el mundo cuando se empezó a hablar de las bondades dinámicas de aquel modelo.

Y por fin llegó el 280 GTi by Peugeot Sport

¿Y para que todo este rollo? Pues simplemente para deciros que este coche que hoy probamos, el Peugeot 208 GTi by Peugeot Sport, es básicamente ese mismo coche, pero adoptando las novedades estéticas de la renovada gama 208, de la cual os hablé hace ya unos cuantos meses.

Este diminuto juguete de 3,97 metros de longitud y 1.235 kilos de peso, esconde bajo el capó delantero el motor 1.6 THP tan conocido en el grupo PSA y en los MINI, en este caso con 208 caballos de potencia, que es una cifra considerable para un coche de su segmento.

Estéticamente hay una serie de elementos que cambian respecto al modelo normal, el cual por cierto se sigue vendiendo con una ventaja de precio de menos de cuatro mil euros que os aseguro están más que justificados a favor de la versión que hoy nos ocupa. Es más, me atrevo a decir que estamos ante dos coches completamente distintos entre si. Pero no quiero adelantarme, así que como decía Jack "El Destripador", vayamos por partes.

Este 208 GTi by Peugeot Sport luce más que el normal, aparte de por la pintura negro mate que lucía la unidad de pruebas, por la línea roja que atraviesa la parte inferior de la parrilla delantera, las llantas específicas de color negro de 18 pulgadas con detalles en rojo, por los frenos firmados por Brembo con pinzas también en color rojo, la doble salida de escape redondeada en el lateral derecho, por el alerón posterior de grandes dimensiones o por el detalle en la moldura de la ventanilla posterior con el logo Peugeot Sport, un detalle que aunque suene a abuelo, me parece un perfecto homenaje a las molduras dobles que lucía en el pilar C el 205 GTi.

Su aspecto impresiona, y no lo digo de broma. Se nota claramente que es un coche distinto al 208 GTi, tal ayudado por una carrocería que se ha rebajado 10 milímetros y por unas vías que son considerablemente más anchas, 22 mm delante y 16 mm detrás.

En el interior nos encontramos con todo lo bueno del Peugeot 208, un coche que destaca entre sus rivales por la buena calidad de los acabados y la ergonomía de mandos gracias al i-Copkit, esa pantalla central que aglutina todos los mandos muy a mano. Pero en esta edición, todo ello está aderezado con detalles deportivos de gran calidad. Todo el salpicadero va tapizado en cuero de buena calidad con las costuras en color rojo.

En rojo también encontramos las alfombrillas, los perfiles de los relojes del cuadro de mandos o las líneas que recorren las molduras de las puertas. Los asientos son sin duda lo más llamativo de un interior que destaca por la calidad y lo acogedor que te hace sentir cuando estás montado en el.

Son dos preciosas butacas tipo backet, que recuerdan en cierta medida a las del RCZ-R, en las que el logotipo Peugeot Sport está presente en los respaldos. Son voluminosas porque tienen los reposacabezas integrados, pero aun así permiten que las plazas posteriores sean perfectamente útiles y no complican en exceso el acceso a las mismas.

Eso si, restan bastante visibilidad hacia delante a quienes van sentados atrás, pero solo cabe decir “¡que se aguanten!”.

Giramos la llave, porque este coche todavía obliga a girar la llave como ocurría en el 205 GTi, y escuchamos claramente cómo el 1.6 THP cobra vida emitiendo un sonido ronco que indica que estamos al volante de un coche serio con el que nos vamos a divertir. Es el espíritu de ese fantástico motor que tantas alegrías nos ha dado en diferentes modelos de PSA y en el MINI Cooper S, un motor que parece dispuesto a seguir dando guerra muchos años.

Engranamos primera con la pequeña y precisa palanca de cambios, que permite seleccionar cada una de las seis marchas sin caer en errores. Arrancamos para hacer los primeros kilómetros por ciudad. En esos compases iniciales destaca el contraste entre la suavidad del embrague y del resto del pedalier, de la dirección asistida y la dureza extrema de las suspensiones, que transmiten todo al habitáculo.

El motor da los primeros síntomas de algo que corroboraremos luego. Es una auténtica delicia su comportamiento, muy lleno desde solo 1.750 revoluciones y hasta pasadas las 4000 RPM. La primera muy corta, básicamente para arrancar y en las siguientes marchas te permite circular con mucha soltura por el enorme par motor de 300 Nm que ofrece.

Me encanta el tacto inicial del coche, porque desde el primer momento se siente deportivo. Tal vez sea porque la posición de conducción es absolutamente perfecta, muy retrasada y con el pequeño volante entre las manos como si fuésemos en un coche de rally o en un DTM.

Me atrevo a decir que el 208 GTi cumple en ciudad como lo haría cualquier otro 208. Es ágil, dinámico y lo único que le penaliza es la puesta a punto de suspensiones, demasiado dura para los que buscan algo de confort en el día a día, pero perfecta para los que quieren su primer coche deportivo de verdad. Pero vámonos fuera, porque con 208 caballos bajo el capó piden a gritos carreteras de curvas y tráfico despejado para pasarlo bien.

¡Vámonos a hacer curvas, pequeño!

Mientras me alejo de la ciudad, estiro las marchas por al autovía y me quedo sorprendido por la elasticidad de este motor. Desde las 1.750 RPM y hasta las 4.800 RPM la entrega de potencia es constante, sin altibajos de ningún tipo y con una respuesta contundente, sin medias tintas. Quien nos diría que estábamos conduciendo un pequeño 1.6 turbo. En eso, poco tiene que ver con el 205 GTi, ya que aquí es innecesario llevarlo hasta las 6.000 RPM que es donde entrega la potencia máxima.

Llegamos a la zona de curvas y empieza lo bueno. Esa agilidad de la que hacía gala en ciudad se traduce en una sutileza absoluta a la hora de encadenar curvas a izquierda y a derecha. El coche se siente ágil, con ganas de entrar fuerte en las curvas, pero no por ello poco asentado sobre el asfalto.

La trasera parece seguir las indicaciones del eje delantero, aunque si ahuecas dentro de la curva sentirás como la parte posterior incita al baile. Nada que no puedas controlar con volante y acelerador, en un juego entre divertido y excitante.

Este pequeñajo me está gustando mucho, más de lo que esperaba. La caja de cambios manual de seis velocidades es una auténtica delicia, gracias en parte a que la selectora no induce a error y a que el motor es tan elástico que es complicado tener la sensación de haber salido en una marcha demasiado larga de la curva anterior.

Si por el contrario sales en una marcha más corta de la recomendable, tendrás que estar rápido en el juego de manos y pies para engranar una tras otra las marchas, porque este coche sube de vueltas con más rapidez de la que me esperaba.

Me encanta, y eso es algo que también destaqué en el RCZ-R, lo bien que tracciona. Es impresionante sentir a través del volante cómo los neumáticos de 18 pulgadas se pelean con el asfalto para transmitir sin problemas los 208 caballos de potencia al suelo.

Sin duda la adopción en esta versión de un diferencial de deslizamiento limitado Torsen, el cual me entero después que es heredado directamente del RCZ-R, son parte de la clave de ese buen comportamiento que permite salir con alegría de las curvas, acelerar mucho antes que en un 208 GTi normal e incluso apurar mucho más las frenadas que en el modelo estandar.

En las curvas más cerradas destaca el comportamiento neutro del coche, que no tiende a cabecear de delante ni a que la trasera juegue demasiado. El paso por curva es firme, constante y anima a ir a más en la siguiente curva.

También hay que destacar que las imprescindibles ayudas electrónicas no hacen acto de presencia más que cuando es estrictamente necesario. Su umbral de actuación es mucho más elevado que en el modelo normal para que podamos sacar todo el partido a este conjunto que pretende ir un punto más allá.

El equipo de frenos, con discos sobredimensionados de discos de 323 mm y pinzas fijas de cuatro pistones firmado por el especialista Brembo, parece infatigable a pesar del uso intensivo al que le estábamos sometiendo. Es un coche con el que podrías hacer buenos tiempos en un rally sin tener que modificarlo lo más mínimo.

De ello hacen gala sus prestaciones, de las que no habíamos hablado todavía. El Peugeot 208 GTi by Peugeot Sport acelera de 0 a 100 km/h en 6,5 segundos y pasa de 80 a 120 km/h en quinta en solo seis segundos, haciendo gala de esa elasticidad de la que hablamos ya varias veces.

Peugeot 208 GTi: nuestra puntuación

.8

Diseño exterior 7
Diseño interior 8
Calidad 8
Habitabilidad 8
Maletero 8
Motor 9
Seguridad 9
Comportamiento 9
Comodidad 6
Precio 8

A favor

  • Motor muy lleno
  • Consumos contenidos
  • Caja manual de seis velocidades
  • Comportamiento deportivo
  • Estética llamativa

En contra

  • Rapidez del i-Cockpit
  • Confort de marcha
  • Alfombrillas en color rojo sensibles
  • Pintura mate fácil de manchar

Ficha técnica

Versión probada   by Peugeot Sport
Cilindrada1598 cm³ Tipo de tracciónDelantera
Bloque motorCuatro cilindros en línea turbo CombustibleGasolina
Potencia máxima (CV @ rpm)208 @ 5.800 Capacidad del depósito50 litros
Par máximo (Nm @ rpm)300 @ 1700 Consumo urbano6,9 l/100 km
Masa en vacío1260 kg Consumo extraurbano4,6 l/100 km
Velocidad máxima235 km/h Consumo mixto5,4 l/100 km
Aceleración 0-100 km/h6,5 segundos Capacidad maletero285 litros
TransmisiónManual de 6 velocidades Precio25335 euros

El coche para esta prueba ha sido prestado por Peugeot. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas

Fotografía | Héctor Ares

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