Lexus IS 250, prueba: conducción y dinámica

En la primera parte de la prueba hemos visto que el Lexus IS 250 es bonito por fuera y bonito por dentro pero, ¿qué tal en movimiento? Antes de nada, tengamos en cuenta la existencia de cierto modelo llamado Lexus IS-F, quizás os resulte familiar. Si lo que buscas es desgarrar el asfalto, poder jugar en circuito y tener tener esa sensación en el estómago que te recuerda que todavía sigues vivo – y que eso merece la pena -, deberás saltar directamente al IS-F.

En pocas palabras, el Lexus IS 250 tiene un motor potente que da todo lo que se le pide, pero algo aburguesado en su opción con cambio automático. Se trata de un V6 gasolina a la vieja usanza, con todo lo que ello conlleva. 2.5 litros y 208 CV asociados a una caja manual o automática, en ambos casos de seis velocidades.

Cabe recordar que su motor gasolina no es el más vendido, el Lexus IS 220d es de hecho el modelo más vendido de toda la gama Lexus en España, representando una buena parte del pastel del total de ventas. Se trata de un 2.2 turbodiésel de 177 CV que homologa 5,6 litros a los 100 en consumo mixto con cambio manual, que se dispara a 6,9 con la caja automática.

Por consumo y precio el diésel resulta a priori más equilibrado, pero si nos queremos dar el último homenaje con un motor V6, veamos cuál es el resultado.

Motor 2.5 V6 del Lexus IS 250

Retomemos ese mágico proceso llamado conducción allí donde lo habíamos dejado. En la primera parte hablábamos del concierto visual que supone encenderlo, con banda sonora acorde. No sólo la calidad de la piel del volante, sino también la ergonomía de éste y de todos sus mandos, contribuyen al placer de conducción.

Por ejemplo, un detalle cuidado es la ergonomía de los brazos del conductor, que encuentra un lugar perfecto en la puerta para el brazo izquierdo, y también en el reposabrazos central para el derecho.

Un motor gasolina de cilindrada relativamente grande, refinado y progresivo, nos garantiza un modo de conducción muy suave. Para empezar situamos su modo de funcionamiento en la posición normal, mediante un botón situado a la derecha del volante. La sensación es de llevar un coche potente pero no deportivo, con una gran estabilidad y confort de marcha, y una acústica que nunca llega a molestar.

Su cambio automático contribuye bastante a esto, no se aprecian saltos molestos al cambiar de marcha ni “nos la juega” en ningún momento. Es una limusina más que un deportivo. El coche que contenta a tu madre más que a tus amigos. Algún día hablaremos del duro equilibrio que supone contentar a ambos, si es que es posible. Y digo madre y no pareja porque la primera suele ser más exigente que la segunda en cuanto a confort.

La caja de cambios automática es de convertidor de par, no un cambio robotizado. A efectos prácticos hace que la conducción sea más suave y progresiva, pero pierde en sensaciones deportivas y sobre todo en la percepción de control que tenemos sobre ella.

Al contrario de lo que ocurre con cambios manuales y con otros automáticos, una misma velocidad en una misma marcha no siempre se alcanza con las mismas RPM. Quizás por falta de costumbre uno no puede evitar ver cómo la aguja de las revoluciones se mueve para arriba o para abajo de forma a veces poco intuitiva.

Por todo ello podríamos denominarlo un coche de conducción “directa”: pisa el acelerador, pisa el freno y no te preocupes de marchas o revoluciones. También es cierto que tiene un modo secuencial, mediante el que podemos seleccionar la marcha mediante las levas en el volante o con la palanca de cambios.

Lo que hace este modo secuencial no es exactamente poner la marcha que pedimos, sino que establece la marcha máxima que se engranará. Es decir, si en posición D el coche ha seleccionado sexta, podemos poner el modo S y reducir a quinta. Sin embargo, si reducimos la velocidad, aun estando en modo S el coche podría decidir bajar a cuarta si es necesario. Utilizando este sistema podemos disponer de un freno motor, o bien revolucionar el motor en una marcha fijada para exprimir la potencia hasta donde queramos.

En cuanto a consumo, el Lexus IS 250 homologa 9,8 litros a los 100 km con cambio manual, que bajan a 9,1 con la caja de cambios automática. Es un punto negativo respecto a sus rivales, con motores más refinados en en el rango de potencia similar a los 208 CV del IS 250. En los muchos kilómetros realizados por autopista mi consumo medio ha sido de 8,4 litros: normal en términos absolutos por ser un V6, relativamente alto respecto a otros modelos de tamaño y potencia similar.

Al volante del Lexus IS 250

En el Lexus IS 250 nos podemos encontrar toda una serie de ayudas a la conducción, como es de esperar en un modelo así. Un detalle que se echa de menos es el intermitente de un toque, es decir, conseguir tres destellos con un toque a la palanca del intermitente sin tener que recuperar la posición después.

El portón alto y los reposacabezas traseros hacen que la visibilidad trasera sea algo reducida. Hablando del portón, el maletero sólo se puede abrir mediante un botón en el interior o con el mando a distancia, no es posible hacerlo sin él.

En el cuadro de mandos del Lexus IS llama también la atención que el control de crucero no nos indique la velocidad que hemos fijado. Tiene, eso sí, una vistosa y útil aplicación: el limitador de velocidad. Cuando superamos la velocidad fijada se ilumina una esfera naranja que rodea al velocímetro que nos advierte de que nos estamos pasando. Ocurre lo mismo con el cuentarrevoluciones cuando se superan las 6.000 rpm.

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