Abarth 500, prueba (parte 2)

Si el exterior del Abarth 500 llama la atención se mire por dónde se mire, el interior está a la misma altura o un poco más arriba si cabe. Estamos sin duda ante un utilitario de lo más “premium” del mercado que nada tiene que envidiar al MINI, sin duda la referencia en este aspecto en este pequeño segmento.

Todos sabemos que los italianos tienen cierta obsesión con el aspecto y la apariencia en todo lo que hacen, y eso se agradece en el Abarth 500, un modelo en el que hasta lo más insignificante está cuidado al máximo.

Lo primero que llama mi atención es el volante. Con un diámetro bastante pequeño (cómo echaba en falta últimamente esto), este es achatado por los lados y la parte de abajo es plana, muy a la moda.
Está forrado en piel de alta calidad y tiene las costuras en color rojo, a juego con la bolsa del pomo de marchas y el freno de mano. Además dispone de mandos para la radio, el teléfono, el sistema de reproducción multimedia…

Los detalles en rojo también combinaban a la perfección con el salpicadero, que está pintado en el mismo color, a juego siempre con la carrocería. La disposición de todos los distintos elementos es óptima, y destaca sobre todo lo cerca que está la palanca de marchas del volante.

Ésta está situada en un saliente del salpicadero en una posición muy elevada que permite que con movimientos rápidos no tengamos que sacar la mano del volante por mucho tiempo cada vez que toca bajar o subir una marcha.

Los asientos son bastante deportivos, ya que integran en una sola pieza los reposacabezas. Su aspecto es atractivo, gracias en parte a la apertura que imita el hueco para los cinturones de tres puntos. Están disponibles forrados en piel, pero yo me quedo con los de tela de la prueba.

Hasta ahí todo bien pero hay que decir que es en los asientos dónde encontramos el mayor inconveniente al Abarth 500. La altura de los asientos se puede regular, pero aun colocándolos en la posición de banqueta más baja, esta es demasiado alta para un coche dónde la conducción deportiva va a ser una constante.

Además el asiento del conductor parece que queda un poco desalineado con la columna de dirección y que nuestro cuerpo está un poco más a la derecha que el volante. Esto me suena de su primo el Alfa Romeo Brera, ¿será que son un poco desviados estos italianos?

Un punto negativo que se podrá solucionar poniéndole al Abarth 500 los impresionantes asientos Sabelt opcionales, esos que os presentó en su día Borja Fadón y que no tienen nada que envidiarle a los mejores superdeportivos del mercado. De echo todos los vehículos de sustitución de los concesionarios Ferrari son Abarth 500 equipados con dichos asientos, por algo será.

El cuadro de instrumentos está situado en posición central como en el 500 normal, y el parasol superior de este está forrado en piel y lleva las costuras también en rojo, otro detalle más de calidad poco habitual en un coche de este segmento.

La disposición de los relojes es llamativa y fácil de leer una vez que te acostumbras a ella, ya que en el centro hay una pantalla electrónica que te da información del ordenador de a bordo, nivel de combustible y otros aspectos. Alrededor de esta pantalla se mueve de arriba abajo una aguja, la de las revoluciones.

Superpuesto a la esfera de las revoluciones está el marcador de velocidad, creando una nueva esfera mucho más grande. Llega hasta los 240 kilómetros hora, pero ya comprobaremos si esto es exagerado o realmente tiene sentido.

Por último y a la izquierda del tablero principal, se encuentra una esfera independiente. Se trata de un marcador de la presión del turbo que no para de subir y bajar a cada movimiento de acelerador.

En el centro de éste, hay un indicador de marchas GSI (Gear Shift Indicator) que nos recomienda subir de marcha cuando el coche lo considera oportuno. Sigue dos parámetros, cuando el botón “Sport” está desactivado premia los consumos y las bajas emisiones y cuando está activado nos indica cuando debemos cambiar para aprovechar al máximo el motor 1.4.

En cuanto a habitabilidad, el Abarth 500 no tiene nada que envidiar al resto de competidores de su segmento. Es más, creo que tiene más espacio tanto en las plazas traseras como en las delanteras que un Citroën C2 por poner un ejemplo.

La altura de la carrocería permite además que incluso personas de talla alta viajen relativamente cómodas a pesar de que las banquetas de ambas filas de asientos están bastante altas.

Además dispone de muchos huecos para dejar los objetos cotidianos, tanto entre los asientos delanteros como en las puertas e incluso dispone de una práctica guantera. El maletero es bastante aprovechable y dispone de 185 litros de capacidad, que no es poco para un coche de solo 3,6 metros de largo.

El botón Sport, dos carácteres para el Abarth 500

Es muy habitual que los coches de carácter deportivo lleven un botón “Sport” que le imprima más o menos deportividad a la respuesta del vehículo dependiendo del tipo de conducción que queramos hacer.

En el Abarth 500 este botón está situado sobre el salpicadero y sinceramente, es el coche junto con el nuevo BMW Z4 en el que he notado que el botón modifica más su carácter.

El botón Sport influye en la respuesta del coche a los movimientos del acelerador, que con el activado son más instantáneas. También modifica la dirección, que se vuelve más dura y precisa, algo de agradecer porque con el botón Sport desactivado la dirección es suave y fácil de mover, algo bueno para andar por ciudad pero poco recomendable para conducción deportiva.

Sinceramente, creo que todos los que se compren el Abarth 500 por su carácter deportivo y no porque es el 500 más “molón” llevarán siempre pulsado el botón “Sport”. Yo al menos hice eso desde que comprobé como cambiaba su carácter.

Lo mejor de todo es que el modo “Sport” tiene memoria y se queda activado incluso si apagas y vuelves a encender el coche. Todo un acierto, sabe que es lo que quieres y te lo da en todo momento. Que aprendan otros.

¿Ponemos en marcha el motor y vemos de que es capaz?

En MotorPasion | *Abarth 500* - Parte 1, Parte 3 y Parte 4

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