Bill Gates estuvo 13 años peleando por un Porsche 959 atrapado en la aduana de los EEUU. Al final, consiguió cambiar una ley para poder sacarlo

  • Pagó 28 dólares al día durante 13 años para evitar que se destruyera

  • Su lucha dio origen a la famosa “Show and Display Law” de 1999

Irene Mendoza

Bill Gates, unos de los hombres más ricos e influyentes del mundo, no solo revolucionó la informática con Microsoft: también libró una batalla épica por un coche. Su pasión por Porsche le llevó a importar un 959 a finales de los 80, un superdeportivo adelantado a su tiempo. El problema: en EEUU no cumplía las entonces estrictas normativas de seguridad y emisiones.

Lo que pasó después fue surrealista: el coche quedó retenido en la aduana de Seattle durante 13 años, y Gates tuvo que pagar religiosamente una tasa diaria para evitar que fuera destruido. Su perseverancia acabó cambiando la legislación estadounidense.

El Porsche imposible de conducir en EEUU

El Porsche 959 se presentó en 1983 y pasó a producción en 1986. Fue concebido como un laboratorio rodante: motor bóxer de 2.85 litros biturbo, 450 CV, tracción total, suspensión regulable electrónicamente y tecnología pionera que luego heredaría el 911. Su velocidad máxima de 317 km/h lo convirtió en el coche de producción más rápido de la época.

Pero Porsche fabricó solo 337 unidades y se negó a sacrificar varias para cumplir con los crash tests de la NHTSA o con los requisitos de la EPA. Eso hacía imposible homologarlo en EEUU

En 1988, Gates y su socio Paul Allen encargaron sendos 959. Cuando llegaron a Seattle, la aduana los inmovilizó. No podían circular y tampoco ser destruidos: eran demasiado valiosos. La solución fue mantenerlos almacenados, con un coste de 28 dólares diarios de depósito portuario.

Durante 13 años, Gates pagó esas tasas, lo que sumó más de 133.000 dólares (unos 124.000 euros), prácticamente la mitad del precio original del coche (225.000 dólares de entonces, unos 208.000 euros).

La ley que nació por un Porsche

Lejos de rendirse, Gates impulsó una campaña legal y política para modificar la normativa. Según recogió The New York Times, durante años presionó en Washington hasta que, en 1999, el presidente Bill Clinton firmó la ley “Show and Display”.

La norma permitía importar coches de producción limitada y relevancia tecnológica o histórica, aunque no cumplieran con los estándares de seguridad y emisiones, siempre con un límite de 2.500 millas al año (unos 4.000 km).

Gracias a esa ley, en 2001 Gates pudo liberar su Porsche 959 y conducirlo, al menos ocasionalmente, por las calles de Seattle. Hoy en día, el 959 es un icono de los superdeportivos de los 80 y un codiciado objeto de colección: en subastas supera los 1,5 millones de dólares (unos 1,38 millones de euros).

El Porsche 959 ya era un mito por su innovación técnica, su exclusividad y sus éxitos en competición como el París-Dakar de 1986. Pero la historia de Bill Gates lo convirtió también en protagonista de un cambio legislativo que abrió la puerta a que otros millonarios, como Elon Musk o Larry Ellison, pudieran importar rarezas automovilísticas a EEUU.

Así, Gates no solo consiguió su 959: logró que un coche obligara a cambiar las leyes de importación en su país.

Imágenes | Porsche

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