No, el Gobierno no se plantea reducir la velocidad máxima en autovías: pretende que sea una recomendación

Como parte del plan de ahorro como respuesta a la crisis energética derivada del conflicto entre Rusia y Ucrania, se están valorando varias medidas y entre ellas está la de reducir la velocidad en autovías y autopistas. Pero lejos de ser una imposición normativa, la intención del Gobierno es dar forma a un compendio de recomendaciones.

Así lo ha señalado la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, argumentando que no prevén una "legislación dura de obligaciones". Y tras ponernos en contacto con la DGT, nos confirman igualmente que la intención del Ejecutivo es que sea un mero consejo.

Es de esperar por tanto que no se cambie la velocidad genérica en autovías y autopistas como ya ocurrió en 2011: la medida fue transitoria y se aplicó durante cuatro meses, en su caso derivada del aumento del precio de crudo.

A 100 km/h en autovía y a 30 km/h en ciudad

Si bien se entiende que será un mero consejo para los usuarios, la velocidad que se está barajando para las vías rápidas de alta capacidad es de 100 km/h, que son 20 km/h menos sobre el límite máximo fijado en estas vías. Al menos así lo recoge El Economista en base a la confirmación de fuentes del Gobierno.

Y no solo en vías rápidas, asimismo se plantea que en ciudad se circule a 30 km/h. Hay que recordar que con los nuevos límites de velocidad en vías urbanas, que llegaron el año pasado, esta limitación se aplica en calles de un solo carril para cada sentido.

Pero no es la única medida propuesta relacionada con el automóvil, también se valora instaurar un día a la semana sin coches, además de promover los vehículos compartidos o incentivar el uso del transporte público.

Reducir la velocidad para ahorrar en el consumo de combustible se incluye en el decálogo publicado recientemente por la Agencia Internacional de Energía (AIE) y la Comisión Europea. Entre sus puntos encontramos el de bajar en 10 km/h el límite de estas vías rápidas.

Según la AIE no solo supondría menos gasto de carburante, si no también en lo que respecta a la factura repostar: hasta 60 euros al año tomando como referencia la media de 13.000 km al año que hacen de media los conductores europeos.

Y es que, argumentan que, bajando esos 10 km/h "se podrían ahorrar unos 290.000 barriles de petróleo al día a corto plazo". Y se podrían sumar otros 140.000 barriles de petróleo al día, esencialmente de gasóleo, "si los camiones también reducen su velocidad en 10 km/h".

No obstante, no detallan cómo se ha realizado ese cálculo: ni la media de consumo de combustible que se ha tenido en cuenta ni el precio del carburante que han utilizado como referencia.

Por su parte la DGT también se ha posicionado al respecto, explicando que a 120 km/h se incrementa el consumo en hasta un 30 % en comparación a si se circula a 90 km/h.

¿Es realmente efectivo reducir la velocidad? Si bien es lógico que a cuanta más velocidad se circule el consumo será mayor, como han avalado estudios, hay otros aspectos de la conducción que también influyen en el gasto de carburante.

Entre las medidas que podemos adoptar para una conducción eficiente está por ejemplo mantener una velocidad constante (a lo que ayuda hacer uso del control de crucero que además hace una gestión más eficiente del motor).

Y asimismo evitar acelerones y frenazos, circular en la marcha más larga posible o no pasarse bajando la temperatura del aire acondicionado, están entre las más destacadas.

Volver a cambiar la señales para una medida temporal

Al igual que ocurrió en 2011, estas medidas, o más bien recomendaciones, responden a una necesidad puntual derivada de una situación concreta. En este caso el conflicto entre Rusia y Ucrania y la escasez energética derivada de esta guerra que ya encara su tercer mes.

La pasada década se adoptó ante la subida del precio de petróleo como consecuencia de las revueltas en los países del norte de África y estuvo en activo cuatro meses: desde el 7 de marzo al 30 de junio de 2011.

Para ello hubo que cambiar la señalización, ya fuera con pegatinas sobre el disco o bien la señal entera. En aquel momento también se venía de una crisis económica, pero a pesar de ello, se asumió el gasto.

No obstante, con aquella crisis aun coleando y tras la actual derivada de la pandemia, parece que el Ejecutivo no pretende asumir dicha inversión.

Bien es cierto que al imponerse la reducción del límite de velocidad, se apreció en el consumo de carburante, a nivel nacional se redujo en torno al 6 % los dos primeros meses en los que estuvo activa la medida, disminuyendo así la importación de petróleo.

Sea como fuere habrá que esperar a la publicación del texto para conocer qué se exige de forma imperativa y qué como recomendación. Si se opta por la segunda, determinará el ahorro que se cumpla o no por parte de los ciudadanos.

Desde luego el escenario actual es propicio para ello y por mera cuestión económica ante los precios disparados del combustible que apenas hacen notar la rebaja obligada de las gasolineras en el bolsillo de los conductores.

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