Si los aparcamientos funcionasen como estas campas de coches se podría ahorrar un 60% de espacio

La industria automovilística es fuente de innovación en todos los campos. Desde el progreso tecnológico hasta la investigación en materiales, procesos de fabricación o elementos de seguridad, pero también cuestiones tan básicas como el aprovechamiento del espacio.

Las grandes fábricas tienen que lidiar con un trasiego constante e ingente de vehículos y por eso nos podemos encontrar con aprovechamientos del espacio que desafían las normas de lo establecido como estos aparcamientos en los que cada centímetro cuadrado cuenta.

La perfección del orden hecha aparcamiento

A decir verdad, la imagen que encabeza este artículo no es un aparcamiento convencional. Se trata de una campa en las instalaciones de BMW Inglaterra donde todos los coches según salen de la cadena de montaje deben ser almacenados hasta que llega la hora de su envío hacia los concesionarios.

Esta misma distribución de aparcamientos también puede verse en otras instalaciones megalómanas, como esta otra de Ford Werke Saarlouis (Alemania) en la que los coches terminados esperan su momento para ser distribuidos, guardando un orden exacto y aprovechando cada metro cuadrado de espacio disponible.

En el año 2017 (último año recogido por los datos de la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos a Motor) se produjeron en Alemania 5,6 millones de coches, una cifra que sólo superan China (24,8 millones) y Japón (8,3 millones). India, Corea del Sur, Estados Unidos y España ni se acercan con un volumen entre 3,9 y 2,3 millones de unidades en el mismo periodo.

Este nivel de producción supone una cantidad ingente de retos que van desde la mera cuestión industrial y económica hasta alcanzar la gesta de organizar logísticamente la producción y distribución de tal cantidad de vehículos de una manera efectiva y ordenada. Obviamente el espacio supone un problema y este aparcamiento ha encontrado con una solución, al menos en parte.

Para que este sistema funcione se parte de una premisa fundamental: el orden absoluto. El diseño en espiga de las plazas de estacionamiento parece sencillo pero no lo es tanto. Cada vehículo queda contrapeado con el siguiente estacionado en un ángulo de 90 grados, dejando espacio suficiente para el propio estacionamiento, para la circulación y para las maniobras de entrada y salida.

Con este esquema se logra una distribución en la que cada plaza está numerada y asociada a un vehículo concreto por el tiempo necesario, pero lo que es más importante: se consigue un aprovechamiento del espacio de en torno a un 60% superior que en un aparcamiento convencional.

Para lograr este objetivo es necesario que cada uno de los coches esté aparcado de la manera más perfecta posible. Un coche desalineado con las marcas de la plaza, situado fuera de las mismas o demasiado próximo imposibilitaría este orden que ofrece un alto nivel de satisfacción para los maniáticos de la perfección geométrica.

Sobra decir que en el mundo real, en el que digamos que la gente no se preocupa demasiado con la forma en la que estaciona sus vehículos, sería completamente imposible de llevar a cabo sin desatar el efecto dominó y formar un caos absoluto desaprovechando las ventajas del sistema.

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