"Necesitamos un Ferrari". La policía de Roma pidió 'cavallinos' por coches patrulla y se los concedieron. Solo uno ha sobrevivido y se ha convertido en un bien de interés cultural

Ferrari 250 Gt 2 2 Coupe Polizia Stradale 1

La visión de unas luces azules y de un coche de, en general, colores vivos pueden suponer un alivio o un grave problema, según si hemos respetado la ley o no. Los coches de policía son especiales por esa precisa razón, pero si no son coches bastante aburridos y mundanos, salvo excepciones, como los SEAT León Cupra y Alpine A110 de la Gendarmerie francesa o los Lamborghini de la Polizia italiana.

Es cierto que algunos cuerpos policiales tuvieron sus Porsche 911, pero ninguno de esos coches es tan emblemático como el Ferrari 250 GTE de la policía italiana. Ni siquiera toda la flota de coches publicitarios, digo, de policía de Dubai y Abu Dabi juntos llegan al nivel del ‘Pantera Nera’ de la policía romana. Tanto es así que es ahora considerado un bien de interés cultural nacional por el Gobierno de Italia.

Un Ferrari para dominarlos a todos

Una mañana de invierno de 1962, los hombres de la Squadra Mobile, la brigada de intervención rápida de Roma, fueron reunidos en una gran sala del primer piso de la jefatura de policía. El ambiente es tenso y las caras largas. Todos esperan la llegada de Angelo Vicari, jefe de la policía y antiguo prefecto de Palermo, Génova y Milán, para explicarle que la situación es insostenible. Demasiados hombres han perdido la vida en los últimos meses.

La delincuencia en esta Italia de los años 60, en pleno milagro económico, ya no es la misma. En la posguerra se robaba para sobrevivir, ahora es un negocio. Y los delincuentes están dispuestos a lo que sea para mantener su negocio intacto. Ahora, los ladrones ya no escapan corriendo o en bici, sino en coches cada vez más potentes.

La Squadra Mobile ya no puede gran cosa con sus Alfa Romeo 1900, y eso que tienen un motor potenciado, un ligero blindaje y un techo solar de lona practicable para sacar la cabeza y poder disparar en marcha. Las estadísticas les dan la razón, la delincuencia crece rápidamente.

En la sala, la luz débil de los neones y el humo del tabaco compiten con el bullicio de las conversaciones. Y de repente, el silencio. Vicari acaba de entrar en la sala, seguido de su cohorte de agentes. Vicari no ha venido a pronunciar un discurso sino a escuchar a sus hombres.

Los medios de que disponen son obsoletos, le explican. Rápidamente el debate gira en torno a los coches de que disponen. El antiguo prefecto les recuerda que no dispone del presupuesto necesario y que hay otras prioridades. A base de insistir, llevan a su jefe al límite. Acorralado, Angelo Vicari estalla: “¿Qué demonios necesitáis?”

De nuevo se hizo el silencio. Del fondo de la sala el brigadiere Spatafora, originario de Sicilia, se levanta. Da una última calada a su cigarrillo y con calma le dice al ex prefecto:  “¿Qué necesitamos, Excelencia? Un Ferrari”.

Atónitos y estupefactos ante semejante osadía, nadie osa decir algo. Tras unos largos segundos de silencio en el que Vicari fulmina con su mirada a Spatafora, el alto mando suelta un “vale, lo tendrás” y se va. La petición para equipar a la Squadra Mobile de modelos Ferrari es realizada de forma oficial por los canales del estado. Sin embargo, como era de esperar es denegada.

Enzo Ferrari se entera de esa petición y, pensando que otros cuerpos policiales le acabarían comprando coches cuando viese su superioridad, dona dos Ferrari 250 GTE a la Squadra Mobile de Roma.

La Pantera Nera

Los dos 250 GTE, estrictamente de serie, equipaban una radio, una sirena y luz de emergencia reglamentaria. En las puertas se podía leer Squadra Mobile y el número de emergencia 555-555. Las aletas llevaban el logotipo de la Brigada: la famosa pantera negra, ya temida por los mafiosos de la capital italiana.

El primer día, uno de los dos coches sufre un terrible accidente. Enzo Ferrari, supersticioso, hizo que el coche accidentado volviese a Maranello para ser destruido. Se dice que presenció personalmente su destrucción. El coche restante lleva el número de chasis 3999GT.

El Ferrari 250 GTE equipaba un V12 de 3.0 litros (2953 cc) de 240 CV. Fue el primer coche de serie comercializado por el fabricante de Maranello. La carrocería, diseñada por el joven Sergio Pininfarina, se fabricaba en los talleres de Scaglietti y fue todo un éxito, a su nivel de gama, claro.

El 250 GTE representaba más del 50% de las ventas de la época por lo que es fácil entender por qué Enzo tenía tanto interés en promocionar este modelo y verlo pasear por las calles de Roma a expensas del dinero público.

Para hacerse cargo de este nuevo coche de patrulla e intervención rápida, la Squadra Mobile seleccionó a cuatro oficiales que envió a Maranello para un cursillo de pilotaje. Armando Spatafora, el instigador del proyecto, es el primero en ser seleccionado, acompañado por Carlo Annichiarico, Dalmatio De Angelis y Giuseppe Savi. Cuenta la leyenda que, impresionados, en Ferrari le propusieron a Spatafora ser piloto oficial de la marca. Ya sea por humildad o realismo, prefirió seguir en la policía.

Armando Spatafora y "su" Ferrari 250 GTE.

La historia de este Ferrari y de Armando Spatafora y sus colegas se mezcla a menudo con historias rocambolescas de persecuciones, como la de una noche en la que persiguieron a unos ladrones bajando por las escaleras de Trinitá dei Monti con el Ferrari para terminar en la Plaza de España.

Muy a menudo, cuando la realidad se convierte en leyenda, la veracidad de los hechos se difumina en favor del mito. Sea como fuere, el ministerio italiano nunca desmintió ni confirmó ninguna de esas historias. Ya le está bien así.

Lo único cierto a ciencia cierta es que Armando Spatafora consiguió que la policía romana tuviese  un Ferrari 250 GTE y que lo condujo hasta 1968, cuando el coche fue retirado del servicio activo.

El coche fue declarado a finales de 2021 “bien de interés nacional” por el Ministerio de Cultura italiano. Y eso hace que su actual dueño, el notario Zampaglione, no pueda vender el coche ni siquiera sacarlo de Italia para una exhibición o un evento sin importantes medidas de seguridad.

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