Infiniti Q50: ¿qué podemos esperar?

A punto de entablar relación con el Infiniti Q50 en la presentación que se va a desarrollar en Barcelona, me pongo a elucubrar sobre las expectativas que me despierta la nueva berlina nipona. ¿Qué podemos esperar del Infiniti Q50? Podríamos resumirlo en una palabra: cambio.

De entrada, el Q50 es una berlina del segmento D que va a entrar con fuerza en el mercado europeo, dispuesta a medirse con el monopolio alemán. Lo hace con un una doble oferta de motorizaciones: diésel e híbrida, con transmisiones manual y automática y tracciones trasera y total. Cubre todo el espectro y tiene pinta de que lo hará con un resultado brillante.

En este sentido, el Infiniti Q50 puede representar una china en el zapato para algunas marcas consolidadas en nuestro mercado. Torres más altas han caído. La paradoja viene por un detalle que no es menor: Infiniti no busca el éxito de espaldas al producto alemán, sino obteniendo de la ingeniería alemana buena parte de los atractivos que presenta la berlina japonesa.

La mecánica del Infiniti Q50

Así, el motor diésel de 170 CV, que por precio y por tradición será el que gane más adeptos a corto plazo, es de Daimler AG. Le han adaptado la entrada del aire, el sistema de refrigeración, el sistema de baja presión de combustible, el cárter, los soportes de motor y la unidad de control del motor, pero mantiene componentes originales: el bloque, el turbo, el escape y la inyección son los originales que montan algunos de los Mercedes-Benz Clase C y Mercedes-Benz Clase E.

En el terreno de los híbridos, Infiniti va a poner una piedra angular de gran importancia, y es que con el Infiniti Q50 va a dar buenas prestaciones con unos consumos más que contenidos: 302 CV de su V6 3.5 y 67 CV de su motor eléctrico se combinan en 364 CV híbridos que prometen un nivel de consumo inferior a 6,2 l/100 km en una berlina de 1.641 kg.

En diésel el consumo estimado se queda en 4,4 l/100 km y el nivel de emisiones, de 115 g/km de CO₂, por debajo del límite que marca el punto de arranque para recaudar el impuesto de matriculación.

Y por si todo esto fuera poco, su aspecto estético no desmerece lo que alberga en su vano motor. En el interior, estamos a la espera de conocer todas las maravillas que, contenidas en los consabidos packs a la japonesa --lo toma o lo deja--, nos traerá la berlina. Es de esperar, sin embargo, que no haya mucho que se eche en falta, al revés.

¿Entrará con buen pie en el mercado? Lo cierto es que tiene mucho a su favor, también los precios del Infiniti Q50 se mueven dentro de lo razonable, con el habitual susto cuando hablamos de híbridos pero con un monto bastante apto para todos los públicos cuando hablamos de las versiones diésel. La marca lleva ya una buena trayectoria en España y quizá el Infiniti Q50 suponga el primer paso para una consolidación que le iría muy bien a un mercado tan inercial como el nuestro.

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