De 1.775 euros a 4.700. Así se encarece brutalmente la factura del taller al reparar coches muy tecnológicos

Lo coches cada vez son más seguros, más cómodos, más completos y más tecnológicos, pero este incremento cualitativo también tiene una contrapartida cuantitativa: las reparaciones de los coches modernos cada vez son más caras.

Donde antes bastaba por cambiar una pieza por otra o arreglar y pintar, las ayudas a la conducción avanzadas obligan a realizar instalaciones precisas por especialistas que posteriormente tienen que configurar, probar y ajustar para garantizar el correcto funcionamiento de todos los sistemas y la seguridad del vehículo, o simplemente el precio de las piezas se ha disparado.

Las ayudas a la conducción reducen la siniestralidad pero disparan la factura del taller

Con un parque móvil en constante crecimiento a nivel global, los coches nuevos son una herramienta determinante a la hora de disminuir la siniestralidad a base de nuevas tecnologías capaces de reducir la mortalidad en hasta 10.000 vidas al año, así como de mitigar la gravedad de millones de lesiones no mortales según un estudio de 2015.

Durante los últimos 15 años los automóviles han avanzado técnicamente más que los 50 años previos. Desde las automatizaciones simfples como los de la activación de luces o limpiaparabrisas hasta los complejos sistemas de mantenimiento de carril o asistentes de aparcamiento que nos dan el aperitivo de la futura conducción autónoma, todos estos elementos repercuten en un incremento en el precio de adquisición de los coches y, al mismo tiempo, en sus eventuales reparaciones.

La llegada de los nuevos elementos a los modelos de producción precisamente ha tenido en su coste un factor ralentizador en la socialización de estas tecnologías, ya que el coste se repercute en el cliente y los fabricantes no quieren perder ventas. Por ejemplo un sistema de mitigación de colisiones puede inflar más de 1.300 euros el coste de cada unidad, pero el progreso es inexorable.

Cualquier ayuda a la conducción exige que se implemente en los coches un hardware y un software que la haga posible. Este hardware y la manera de introduce en el diseño de los coches una vez superada la fase de democratización son actualmente uno los factores más determinantes a la hora de ponernos al borde del infarto en el temido momento de ver la factura del taller.

Más allá de los vehículos de lujo, los conductores se encuentran con que si bien los coches no son tan caros, sí lo son sus reparaciones. Por ejemplo según un estudio de la American Automobile Association (AAA), donde un parabrisas convencional podía costar como mucho unos 450 euros, un parabrisas apto para frenada de emergencia, control de crucero adaptativo y mantenimiento de carril se puede disparar hasta casi 1.500 euros en el mercado estadounidense.

Los parachoques son otro de los puntos más críticos puesto que al mismo tiempo son los más vulnerables y que incluyen los elementos tecnológicos. Un simple alcance sin mayores consecuencias que un poco de chapa y pintura puede pasar de 1.775 euros de media para un coche sin sensores a 4.700 euros en un coche que incorpore ayudas a la conducción.

Un paragolpes trasero con sensores de ultrasonidos para los sistemas de ayuda al aparcamiento tiene un coste aproximado de 1.150 euros. Si estos sensores incluyen radar para alertas de tráfico cruzado y ángulo muerto habría que añadir 1.820 euros según IEEE Spectrum.

Según el portal Repairer Driven News, tras una colisión un 60% del coste de reparación de un coche tiene que ver de manera directa o indirecta con los sistemas electrónicos. El precio de los elementos físicos se ha incrementado, pero también el coste de mano de obra al tener que sustituir las piezas y posteriormente configurarlas y verificar su funcionamiento, máxime en elementos que tienen una incidencia directa en los niveles de seguridad del vehículo.

De manera paralela, los talleres de reparación independiente cada vez lo tienen más complicado, "están obsoletos" según Steve Feltovich, presidente de la consultora SJF. "Es casi imposible que un taller pequeño o mediano pueda contar con todas las herramientas y certificaciones necesarias para acometer las reparaciones y garantizar su funcionamiento al 100%.

La instalación de un sensor que se separe un grado de la tolerancia marcada por el fabricante puede arrojar lecturas con metros de diferencia en carretera.

Además de la tecnología digital, los procesos de construcción también están cambiando y dando la espalda a los talleres tradicionales. Feltovich pone el ejemplo del Toyota Camry, un coche que incluye soldadura láser en lugar de tornillos o un capó de aluminio con soportes de un solo uso, no reparables tras una colisión.

Sólo las propias marcas, los grandes distribuidores y los talleres de menor tamaño que se especialicen en un tipo concreto de coches, reparaciones o tecnologías pueden realizar los arreglos de manera segura y precisa. Puede que talleres modestos o mecánicos independientes hagan las mismas reparaciones, pero sin las herramientas ni los conocimientos necesarios una reparación más barata se puede convertir en un problema de seguridad.

Como consejo a los conductores que tengan que verse en el trámite de llevar el coche al taller por una reparación que pueda involucrar a los sensores de seguridad, Michael Chalkins, experto en tecnología en vehículo y reparaciones de la AAA, aconseja preguntar al responsable de taller si la reparación afectaría a la calibración de los sistemas de ayuda a la conducción y si la respuesta es "no lo sé", es hora de buscar otro taller.

Las pólizas de seguro son también cada vez más caras

Si hablamos de reparaciones tenemos que hablar obligatoriamente de seguros. En Estados Unidos las pólizas de seguros están viviendo una paradoja y es que si bien sobre el papel los coches con ayudas a la conducción más avanzadas tienen un menor riesgo de sufrir un accidente, los precios de sus cuotas no están bajando; están subiendo.

Mientras haya pocos coches con ayudas avanzadas, el resto de coches pueden chocar contra ellos y tener que asumir el seguro un coche de reparación muy superior.

Según Taylor Fry, responsable del barómetro general de aseguradoras de JP Morgan, en 2017 el coste de los seguros se incrementó un 5% mientras que en 2018, lejos de reducirse, ya se ha repetido este mismo incremento pese a que no ha habido un aumento parejo en los partes asociados.

Por el momento a las aseguradoras priman que los costes de reparación de los vehículos modernos son notablemente superiores a su posible menor siniestralidad. A largo plazo, World Street Journal sí considera que los precios de las pólizas puedan bajar, pero no antes de que las ayudas avanzadas a la conducción se implanten entre un 25% y un 50% de los coches en circulación.

Mientras haya pocos coches con ayudas avanzadas, el resto de coches pueden chocar contra ellos y tener que asumir el seguro un coche de reparación muy superior. Mientras no alcancemos el punto de inflexión necesario en el que la siniestralidad se reduce gracias a los nuevos sistemas, las primas de los seguros seguirán subiendo para repartir el precio de las cada vez más caras reparaciones entre más o menos el mismo número de asegurados.

Por otro lado, Robert McDonald, director de iniciativas de investigación de Insurance Business Australia, postula que el coste en un coche compacto de 16.000 euros que equipe sistemas de ayudas a la conducción podría ascender a 10.000 euros en un siniestro grave, rozando la calificación de inasumible el coste de reparación para las compañías aseguradoras.

Los cada vez más comunes faros LED con iluminación diurna y función adaptativa pueden costar más de 1.000 euros por unidad, siendo al mismo tiempo uno de los elementos más expuestos

Para mayor preocupación de las aseguradoras, la mayoría de las reparaciones por alcance las provocan choques a 15 km/h o menos, una velocidad a la que los sistemas de frenada de emergencia automática no actúan del todo bien que deberían, según McDonald. Así, la simple sustitución de un paragolpes y una parrilla de plástico ahora puede convertirse en una tortura para el bolsillo del propietario de un coche con ayudas que no hayan funcionado correctamente.

De manera añadida, otro de los elementos más expuestos y que forman parte de esa lista negra de piezas que están haciendo subir los precios de los seguros son los faros. Los cada vez más comunes faros LED con iluminación diurna y función adaptativa pueden costar más de 1.000 euros por unidad, siendo al mismo tiempo uno de los elementos más expuestos. En el caso del Toyota Prius han doblado su precio con el cambio de generación.

El uso del aluminio de manera extensiva en los coches para reducir su peso, los aceros con mayor resistencia y menor espesor o el uso de elementos de fibra de carbono u otros materiales nobles no hacen más que incrementar una escalada de precios a la que, quizá, la única manera de atajar sea con la llegada del coche autónomo.

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