Lo que puede aportar la muerte de José Antonio Reyes al debate sobre los coches potentes y la seguridad vial

La muerte del futbolista José Antonio Reyes ha copado portadas de medios este fin de semana. Del ya habitual lodazal informativo en el que se convierte con facilidad cualquier suceso luctuoso, más aún cuando en ese suceso hay protagonistas que son personajes conocidos, podemos entresacar algunas ideas que, paradójicamente, pueden ser beneficiosas para todos los conductores. Y para la sociedad, en general.

El respeto a las víctimas, por encima de todo

Murió José Antonio Reyes, murió un primo suyo que viajaba en el vehículo y también quedó herido otro primo que le acompañaba. A bordo del vehículo viajaban esas tres personas, que fueron las primeras víctimas del siniestro vial.

Pero además de esas víctimas hay otras. En primer lugar, los familiares y los amigos de Reyes. En segundo lugar, otras víctimas de tráfico, que sufrieron en su día un siniestro y que con cada nuevo siniestro que cobra cuerpo mediático tienden a revivir su propio dolor, su propia pérdida.

Cuando alguien sufre un siniestro vial, se calcula que alrededor de la víctima hay un círculo compuesto por un centenar de personas que sufrirán de forma directa. Lo que no se suele calcular, porque resulta imposible, es cuántas personas más sufrirán, de forma indirecta, cuando los medios exprimen cada detalle del suceso.

Por ese motivo, lo primero que puede aportar la muerte de José Antonio Reyes es el recuerdo por el respeto que merecen las víctimas de tráfico. Todas y cada una de ellas.

Comprender que este es un tema espinoso

Santiago Cañizares, ex portero de la selección española de fútbol y piloto de rallies, no tardó en experimentar lo que sucede cuando un tema doloroso está tan caliente que conviene manejarlo con sumo tacto.

Y aun así, cuando un tema duele de verdad, ni siquiera el mayor de los tactos puede ser suficiente para hacer frente a la oleada de personas que, movidas por la pasión, interpretan las palabras como se les ocurre.

Precisamente porque todas las víctimas merecen respeto, aun cuando esas víctimas pueden haber hecho víctimas a otras personas, lo segundo que puede aportar la muerte de José Antonio Reyes es tener presente que este es un tema espinoso, y que conviene abordarlo con mesura.

La velocidad no mata. La falta de sentido común, sí

Mundo Deportivo dio el dato: un reventón a 237 km/h. Hasta ese momento, sabíamos que Reyes era un fan de los coches de altas prestaciones, y que en esta ocasión se encontraba a los mandos de un Mercedes-Benz S550 preparado por BRABUS que entregaba una potencia de 380 CV.

El siniestro vial tuvo lugar a las 11:40 del sábado en el kilómetro 18 de la autovía A-376, en sentido Utrera. Hacia allí se dirigía Reyes tras entrenar con la primera plantilla de la Extremadura U.D. en Almendralejo, a 195 kilómetros. Junto al futbolista viajaban dos primos suyos, de los cuales uno falleció al instante.

Por las primeras imágenes conseguidas después del siniestro, por el estado en el que quedó el vehículo, ya se intuía que el choque se había producido a una velocidad excesiva. Con los pormenores que Mundo Deportivo atribuye al atestado de la Guardia Civil, se concretan algunas otras circunstancias, como que:

"el coche se salió de la autovía a causa del reventón y la altísima velocidad a la que iba, colisionó contra unos bloques de obra y luego volcó y se incendió, a unos 200 metros del lugar por el que salió de la autovía".

Al parecer, siendo Reyes poseedor de varios vehículos, el Mercedes-Benz S550 se quedó parado durante varios meses, y los investigadores sospechan que los neumáticos podían estar bajos de presión en el momento de salir con este coche a la calle. Cuesta de creer un error así en el que se entiende que era un gran aficionado a los coches, pero esa parece ser una hipótesis de la Guardia Civil.

En este sentido, y frente al mantra de que "la velocidad mata", lo tercero que puede aportar la muerte de José Antonio Reyes es una racionalización de la importancia que tiene circular siempre a una velocidad adecuada. Adecuada al estado y conocimientos del conductor, adecuada al estado del vehículo, adecuada a las características de la vía. Sentido común, en definitiva.

La visibilización del debate hombre-máquina, o el estigma de los "coches de alta gama"

Casi desde las primeras informaciones se comentó que el vehículo era un Mercedes-Benz S550 preparado por BRABUS, y que entregaba 380 CV de potencia máxima. Fue una forma sibilina de recurrir al cliché periodístico de los "coches de alta gama", sea lo que sea que esa construcción quiera significar. Tampoco queda muy claro si esos datos del coche siniestrado son correctos, aunque para el caso que nos ocupa quizá la exactitud no sea tan relevante como una consideración más general sobre los coches. Todos ellos.

Los coches son máquinas, y por tanto no piensan, y por tanto es el conductor quien debe pensar por ellas, ya circule a 30 km/h como a 200 km/h. Sin un cerebro al volante, cualquier coche puede ser mortal. Cualquier coche puede ser “inseguro a cualquier velocidad”, como diría Ralph Nader. Y casi podríamos aventurar que con cualquier aceleración que se encuentre por encima de 1 g, si esa aceleración se mantiene por un tiempo excesivo.

Quizá la diferencia está en lo fácil que lo pone un coche de 380 CV para alcanzar los 200 km/h, frente a un vehículo que con esfuerzo llegue a rozar los 120 km/h. Precisamente por eso, conviene que el conductor tenga presente siempre qué lleva entre manos, si un coche que le sacará de cualquier apuro a la misma velocidad que le puede meter en un problema, o un coche que puede representar un problema donde otros ni se plantean el apuro.

Lo cuarto que puede aportar la muerte de José Antonio Reyes es una reflexión acerca de cómo concebimos el uso que le damos a los coches. Porque los coches, por sí mismos, no deciden cuánto corren ni dónde corren.

La conclusión general se llama prudencia

José Antonio Reyes en 2012, como jugador del Sevilla Fútbol Club. Foto: Gabriel Corbacho

Finalmente, por respeto a todas las víctimas de tráfico, porque este es un tema espinoso en el que se mezclan los sentimientos con los pensamientos, porque hablamos de sentido común y porque es el conductor quien debe decidir, la conclusión general que nos puede aportar la muerte de José Antonio Reyes se llama prudencia.

Prudencia a la hora de esbozar el tema, prudencia a la hora de darle forma, prudencia a la hora de manejar los datos, prudencia a la hora de manejar los documentos —especialmente los documentos gráficos que muestran detalles escabrosos sobre la colisión—, prudencia a la hora de utilizar el sentido común para que, por lo menos, la muerte de José Antonio Reyes nos aporte algo en el debate sobre los coches potentes y la seguridad vial.

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