De cinturones, submarinos y bolsas

Este artículo lo pidió Francisco Abarca la semana pasada, cuando hablábamos tú y yo de aquaplaning. Y como soy algo difícil en eso de dar un no --y así me va--, vamos a tocar hoy este asunto: hablamos en esta fauna en ruta de hoy sobre algunos malos usos del cinturón de seguridad.

Digo algunos porque estoy convencido de que todo lo que he visto yo en estas décadas que llevo pendiente de cómo va la gente por ahí seguro que queda en nada si lo comparo con todo lo que me queda por ver. Me centro en el efecto submarino y en lo que puede suceder cuando uno no se abrocha el cinturón porque, total, pa ir hasta ahí...

Primero de todo, algunas cosas que no está de más recordar:

  • Cuando un coche se mueve, la gente que viaja dentro también se mueve. Sí, ya: es obvio.
  • Cuando ese coche se da un golpetazo, la gente de dentro tiende a seguir en movimiento.
  • Cuando la gente sigue en movimiento, corre el riesgo de escoromoñarse.
  • Normalmente, uno no elige el momento en que chocará o será chocado.
  • Un mal uso del cinturón puede ser tan perjudicial como no utilizar cinturón.

Vale, ahora que he soltado estas cinco obviedades, te preguntarás qué siroco me ha dado esta vez. Pues nada, que si tan obvio es para todo el mundo, no consigo comprender por qué hay tanto ser vivo que continúa llevando mal colocado el cinturón, que se lo coloca una vez en marcha, que no se lo pone porque se ha subido en una de las plazas traseras...

Colocación del cinturón de seguridad

El cinturón de seguridad se coloca, por principio, antes de poner el vehículo en movimiento. Más que nada porque aunque nosotros nos movamos a 3 km/h, nunca sabemos cuando vendrá un animal motorizado y nos empotrará sin previo aviso. También por principio, se abrocha sea la plaza que sea que ocupemos, ya que la Física no establece distinciones por filas de asientos.

La banda torácica del cinturón debe pasar por el centro de la clavícula. Si pasa por el cuello, nos arriesgamos a una lesión severa. Si se desploma del hombro hacia la parte superior del brazo, en caso de impacto lateral o vuelco puede ser que no nos retenga en absoluto y nos convirtamos en un inmenso proyectil disparado contra los otros ocupantes del vehículo. Ah, y como es torácica, debe pasar por el centro del tórax.

La banda abdominal del cinturón debe ceñirse a nuestra cadera, a la altura de las crestas ilíacas de la pelvis. Y como esta parte tiende a quedar destensada, bueno es que aprovechemos el mismo gesto de abrochar el cinturón para tirar suavemente de él y así pasar esa holgura de la banda abdominal a la banda torácica. El tensor del cinturón hará el resto y quedará todo ceñido, como debe ser.

Y sí, claro: hablo siempre de un cinturón de tres puntos. Si tu coche todavía es de los que llevan en la plaza trasera central un cinturón ventral (de dos puntos, como las plazas de pasajero de los aviones comerciales), hazte un favor y utiliza ese asiento sólo como elemento decorativo. Y si eres de los que en invierno llevan anorak dentro del coche, deberías saber que quizá estés dando una holgura al cinturón que en caso de choque te podría acarrear un disgusto.

El efecto submarino

Si tu coche no es el de los Picapiedra, los asientos que utilizas son el resultado de un complejo trabajo de ingeniería cuya misión es, además de proporcionarte comodidad, ofrecerte seguridad. Entre otras cosas, esta seguridad incluye que te mantengas en el asiento mientras conduces.

Una forma tan fácil como absurda de cargarte todo ese trabajo consiste en poner cosas entre el asiento y... em... tu culo. Cosas, yo qué sé... Cojines, toallas, el chaleco reflectante... Cosas que pone la gente porque vieron la peli de Aladino y quisieran salir volando en una alfombra mágica. Algunos hasta lo logran. Llámase efecto submarino a cargarse la eficacia del cinturón y acabar deslizándose por el asiento en el momento de la colisión. Puedes hacerte pupa, sí.

Otra manera de hacer ineficaz el cinturón de seguridad y lograr un magnífico efecto submarino está en una pésima colocación del asiento. Un respaldo demasiado abatido, por ejemplo, hará que el cinturón quede lejos de tu cuerpo. Y si es necesario que te retenga, no lo hará. Mención de honor para esos acompañantes que se echan la siesta en el coche con el asiento tan estirado que parece sacado de un coche-cama de la Renfe. Cuidado con esas cosas, de verdad.

Por si necesitas una referencia sobre la higiene postural en la conducción, hace unos años publiqué en Circula Seguro algunas pautas para la colocación del asiento (y pido disculpas por el formato, porque afortunadamente en este tiempo hemos cambiado dos veces de diseño y ahora se ve todo aquello bastante cutre). Este es el artículo, elaborado con fotos de ADAC.

El cinturón de mi amigo Richard

Para acabar, y como remate de fin de fiesta, tenemos el caso de mi amigo Richard. Digo que es mi amigo porque nos conocemos desde hace años y porque son muchas las veces que lo he visto morir. Quieras o no, hay confianza. Junto a mí, lo han visto morir muchos de mis alumnos, a los que siempre he avisado, antes del pase, de que el vídeo que sigue puede herir sensibilidades.

Esa advertencia me la impuse como condición necesaria porque, después de todo, cada vez era más frecuente saber que alguno o algunos de aquellos chavales que me escuchaban habían vivido ya las consecuencias de un siniestro vial, así fuera en primera persona o por relación con alguna víctima de tráfico. Como el visionado de piezas como esta les podía resultar algo doloroso, yo les permitía salir del aula durante la proyección. Y lo mismo vale para ti, claro.

Richard no quería morir, pero no pudo parar. El choque contra el otro coche no lo mató, pero él no llevaba puesto el cinturón, así que continuó su camino. Golpeó contra el interior del coche, pero eso tampoco lo mató. Sin embargo sus órganos internos continuaron viajando hasta chocar contra las costillas, que le perforaron los pulmones. Y se le reventó la arteria aorta… y eso fue lo que mató a Richard.

Sí, la retención que proporciona un cinturón de seguridad es vital. Además, cumple su cometido incluso en vuelcos (cuando pasas por un simulador y ves que te sostiene estando cabeza abajo, te das cuenta de lo resistente que es). Pero para que esta retención se produzca cuando la necesitamos, nosotros tenemos que usar el cinturón de forma adecuada. Tan fácil como eso.

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