Cosa de hombres

Hay temas que resultan delicados de abordar. Supongo que recordarás el caso de Manal Al-Sherif, una chica de Arabia Saudí que en mayo de 2011 colgó en YouTube un vídeo en que aparecía manejando un coche con su permiso de conducir internacional, lo que le supuso ser detenida en el único país en que las mujeres tienen prohibido llevar coche.

Lo cierto es que yo había arrinconado el anacrónico incidente del vídeo hasta ayer, que supe del posible fallecimiento de Manal Al-Sherif el pasado 21 de enero como víctima de la carretera y del desmentido de la noticia. ¿Murió o no murió Al-Sherif, de 32 años, en un siniestro vial mientras viajaba a bordo de un todoterreno como acompañante?

Como no tengo muchos más detalles sobre el tema de la chica que denunció la situación de las conductoras árabes, me puse a pensar en todas las mujeres que se han sentado a mi lado izquierdo en un coche de prácticas, también en la eterna discusión sobre quién lo hace mejor al volante, si el hombre o la mujer, y se me ocurrió que hoy quizá podríamos charlar un rato de este asunto.

Por si no sabes quién es y qué representa Manal Al-Sherif, te presento el vídeo que tanto revuelo causó en su día, convenientemente subtitulado al inglés. Si nosotros en España tenemos la posibilidad de discutir sobre si conducir es un derecho o un privilegio, en Arabia Saudí eso da pie a una lucha de derechos que resulta equivalente a la lucha por el sufragio universal:

Si no viste el vídeo en su momento, vale la pena. Situaciones kafkianas como la de saber conducir y tener que soportar la falta de taxis en hora punta porque todas las mujeres precisan uno, o lo de tener un coche en propiedad y no poder llevarlo personalmente a pasar la ITV, o ya lo de pagar a un conductor profesional que se estrella porque no sabe conducir son algunos de los puntos destacables de esta impagable filmación, que retrata así la dura realidad:

Todo esto se basa en la teoría de que cada mujer tiene a un hombre que cuida de sus asuntos. Y si no hay un hombre cerca, ¿puede ser humillada?

Las palabras de Al-Sharif calaron, y este documento gráfico sirvió como detonante para que muchas mujeres de Arabia Saudí tomaran las riendas de su situación y se lanzaran a la calle con sus vehículos siguiendo las campañas My right, my dignity y Women2Drive.

Algunas de las máximas defensoras del derecho a conducir, como Najla Hariri o Shayma Jastaniah, fueron condenadas por el régimen saudí a recibir 10 latigazos por desobedecer la ley de forma reiterada. Pero claro, la ley es la ley y todo es una cuestión cultural. ¿O no?

“Mujer tenía que ser”

De vuelta a España, la coletilla “mujer tenía que ser” parece cosa de los tiempos de ‘Sor Citroën’, pero nada más lejos de la realidad. Aún hoy, hay quien sostiene sin ruborizarse que las mujeres no deberían acercarse a menos de 100 metros de un coche si no es para limpiarle el cenicero y los cristales.

Si tuviera que hablar por mi experiencia, diría que sí que hay diferencias entre la forma que tienen de acercarse a un coche un hombre y una mujer. Sí, las hay. El hombre se lo suele tomar más como un juguete, y la mujer, normalmente, como algo funcional. También es verdad que la mujer que se toma el coche como un juguete suele adquirir sus destrezas con mayor facilidad, pero eso tiene que ver con la importancia de la motivación de cara al aprendizaje, y no tanto con el género del conductor.

A un nivel práctico también hay diferencias, pero nada que justifique la aberración de decir que un hombre o una mujer conducen mejor o peor. Estadísticamente se sostiene que la mujer es más segura y el hombre más arriesgado, pero hasta la mejor elaborada y la menos tendenciosa de las estadísticas presenta un problema que hace que yo me las mire de reojo y con la nariz arrugada: si un problema gordo pero poco frecuente, digamos de esos de 1 entre 1.000.000, te toca a ti, poco te importará lo bien que lo estén pasando los otros 999.999, no sé si me explico.

En una ocasión, un examinador llegó a decirme algo así como lo que sigue: “Un chico puede hacerlo bien o mal, pero una chica es absolutamente imprevisible”. Cierto es que un examinador en concreto no supone más que una gota en el mar, pero no deja de ser curioso que alguien que se dedica a evaluar si una persona está o no capacitada para conducir se deje llevar por ese tipo de generalizaciones. Además, siguiendo lo que yo decía en cuanto a estadísticas…

En definitiva, no seré yo quien dé fin a la controversia. Aquí, como en materia de posaderas, cada uno tiene su propia opinión. La mía creo que ya ha quedado clara. Desde luego, mucho más que la de aquellos que de cara a la galería dicen ser igualitarios mientras piensan, de una u otra manera, que eso de conducir, como antaño el brandy Soberano de una conocida bodega jerezana, “es cosa de hombres”.

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