Renault Captur, presentación y prueba en Biarritz (parte 1)

Acudimos a la zona de Biarritz para recorrer parte del País Vasco a lado y lado de una frontera más que difusa entre España y Francia. Así conoceremos el Renault Captur, un crossover nacido del Renault Clio pero generado pieza a pieza para llegar a un producto que aúne las características principales de tres mundos: los SUV, los monovolúmenes y los coches del segmento B.

Desde Renault aportan datos sobre el auge de los crossovers, que actualmente representan un 8 % del segmento B. En él dominan los hatchback, con un 74 %, los monovolúmenes representan un 11 %, los breaks un 5 %, los coupés y cabrios un 2 %. Si en 2012 se vendieron unos 257.000 crossovers en Europa, para 2013 se espera que esa cifra se duplique a costa de los monovolúmenes, que cederán terreno.

Junto al Renault Captur se sitúan los inminentes Peugeot 2008, Ford EcoSport, Fiat 500X, que se sumarán a los ya presentados Opel Mokka y Chevrolet Trax. En cuanto a la presencia del crossover de la marca del rombo, Renault espera un mercado repartido entre Francia, con un 40 % del total, el resto de Europa (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y sobre todo España), con un 50 %, y Turquía y los países del Magreb, con un 10 % de la previsión de ventas.

Renault Captur: de España a Francia

El entorno de Biarritz y la práctica fusión transfronteriza entre el País Vasco francés y el que no es francés quizá constituye el mejor lugar para la presentación de un vehículo como el Renault Captur, por lo que representa en lo industrial. En Valladolid, donde se fabrica enteramente el Captur, están a punto de abrir un segundo turno de producción, y esperan sacar 670 unidades del Captur al día.

Se trata de un vehículo desarrollado enteramente en España para una marca enteramente francesa... que mira con muy buenos ojos la labor de la factoría de Valladolid y sus 300 proveedores, un 75 % de los cuales radicados en Castilla y León. Así que la ubicación de la toma de contacto me parece una bonita metáfora de lo que supone el Captur: un pasar de lado a lado de una frontera inexistente en forma de reconocimiento de la matriz de Renault hacia el savoir-faire de la planta española.

Y es un reto, claro. De hecho, en Renault no quieren tirarse a la piscina sobre previsiones de unidades vendidas. Si normalmente no lo hacen, con el Captur menos. Wait and see parece ser la consigna. Esperar y ver qué tal se desarrolla todo. En Valladolid están satisfechos con haber sido distinguidos por la marca como factoría de referencia... y el mal recuerdo del Renault Modus parece cada vez más lejano.

Tras el Renault Koleos, que surgió en Corea de la mano de Renault Samsung Motors, la matriz toma las riendas y lanza su segunda aventura en el mundo de los coches agrandados, heredando toda su historia de monovolúmenes, en la que los de Boulogne-Billancourt han sido siempre pioneros.

Con esas premisas de lo industrial, nos ponemos a observar cómo es el Renault Captur.

Aspecto exterior

Más allá de la etiqueta crossover o, genéricamente, B-SUV (todo depende de a quién le preguntemos), el Renault Captur es un coche que llama mucho, pero que mucho, la atención. Aunque sus formas sean agrandadas, visto al natural no resulta en absoluto extraño. Da la sensación, a la que nos hemos acostumbrado ya, de que es como un nuevo monovolumen, pero más coche.

Monovolumen, pero conservando las líneas generales del Renault Clio. Es decir, que el puntito afurgonetado que pudieran tener los monovolúmenes, en el crossover del Clio desaparecen por completo. Desde una perspectiva estética, la idea combina, en efecto, lo mejor del estilo del histórico utilitario joven por excelencia con el espacio del monovolumen. La tercera pata en la tríada oficial de la marca, lo del mundo SUV, tendría que demostrarse.

Aunque me voy a repetir respecto a otras tomas de contacto, debo decir algo muy a mi pesar: las fotos no le hacen justicia. Visto al natural, el Renault Captur es un coche que gusta más que en fotografía. De hecho, gusta tanto que al atravesar los pueblos del País Vasco francés voy coleccionando miradas de curiosidad y complicidad. Mientras hago fotos, la gente observa el coche, sonríe y se detiene a preguntarme por él. Es verdaderamente curioso.

Parte del mérito se lo lleva la pintura bitono, una pintura que pasa por un proceso especial de pintado, prácticamente artesanal, para garantizar una unión entre colores limpia sin tapetas que oculten errores de precisión. Otro detalle que llama la atención es la forma torneada de su lateral, jugando con curvas convexas y cóncavas, que ayuda a dibujar un interesante juego cromático.

Y hablando de colores y juegos, vale la pena destacar los motivos dibujados en algunas de las unidades de prueba, dentro de lo que es el enorme abanico de posibilidades de personalización que tiene este coche, entre packs y strippings exteriores y temas interiores. En total, hay nueve tonos y tres combinaciones bitono.

Y es que el Renault Captur es un coche hecho de detalles sobre la base de un modelo visualmente atractivo. En Valladolid están particularmente satisfechos con la calidad percibida; es decir, eso que uno piensa en cuanto ve el coche. Y desde luego, visto por fuera, da una muy buena impresión.

Acomodación y mandos

Respecto al Renault Clio, el Renault Captur tiene una altura de la posición de conducción 100 mm más elevada. En términos absolutos, desde la cadera del conductor hasta el asfalto hay 655 mm, de manera que sí, la posición es ciertamente elevada para un vehículo de 1.566 mm de altura total.

En Renault hacen hincapié en lo mucho que le gusta a la gente ir con una posición de conducción alta, pero yo soy de la escuela de ir sentados lo más bajo posible (cuestión de seguridad), así que me acomodo el asiento, que baja hasta una altura muy cómoda que permite ver a una distancia suficiente y además sin perder de vista las proximidades del vehículo. Tanto el pilar A como las custodias delanteras parecen haber sido diseñadas poniendo énfasis en este sentido.

Al ir a graduar la inclinación del respaldo, me sorprende la posición del mando de reglaje, que, contrariamente a lo que ocurre con la palanca de altura, se encuentra en el lado derecho del asiento. Lo encuentro acertado, la verdad. Al no llevar un cofre guardaobjetos entre los asientos, ahí la regulación es mucho más cómoda que cuando queda encerrada entre el asiento y el pilar B.

Sobre los plásticos del salpicadero podemos discutir si son más o menos adecuados. Lo cierto es que no tienen mal aspecto ni mal tacto; pero sí, claro, son plásticos --en un 17 % procedentes de material reciclado, por cierto-- sin pizca de mullido.

Otro punto sobre materiales, esta vez en positivo: las fundas intercambiables en los asientos. Sí, sí. Van con cremallera y se pueden lavar en lavadora a 30ºC. Más de uno y más de dos agradecerán el detalle después de un viaje ajetreado con niños... o después de ir a un restaurante de comida rápida con servicio directo en el coche, por poner dos ejemplos comunes de los muchos que se me ocurren.

Mención aparte merecen los detallitos de habitabilidad, como el maletero de doble altura, según si llevamos o no colocada la trampilla que cubre el hueco inferior (un hueco que es tan grande en superficie como la misma planta del maletero), o la enorme guantera - cajón de 11 litros a la que Renault denomina EasyLife, dentro de un volumen de espacios portaobjetos de 27 litros en total.

Sentados ya al volante, y contemplando la situación, la primera sensación es buena. Los cómodos asientos contribuyen a ver las cosas con tranquilidad, así que me pongo a explorar. Y mi primer punto de interés se centra en la pantalla de la consola central, la que alberga el sistema de navegación, el R-Link y todo eso.

Queda demasiado baja. Y si me queda demasiado baja a mí, que me he colocado el asiento en la posición más rebajada posible, a alguien que se gradúe el asiento para peinarse con el techo le quedará más baja aún. Echarle un vistazo al navegador en estas condiciones puede ser un poco peliagudo. Quizá si le hubieran restado espacio a la por otra parte generosa guantera superior...

Otro detalle que no acabo de ver claro es la posición que ocupan el conmutador del limitador de velocidad y control de crucero --es un solo botón basculante-- así como el pulsador del modo ECO. Ambos se encuentran alojados en el módulo central inferior, tras la palanca de cambios y junto al freno de mano, a la derecha de este.

Aunque quizá no sean mandos principales, de esos que vamos tocando cada dos por tres, ambos tienen que ver con la dinámica del vehículo, y ni que sea por esta lógica merecen un espacio más elevado, más intuitivo para el conductor, que si precisa accionarlos en marcha lo tiene difícil si no es desviando peligrosamente la mirada.

De todas formas, estos puntos de mejora son los que surgen tras examinar a fondo un habitáculo en el que tanto la accesibilidad como el confort de marcha están plenamente garantizados. En las plazas traseras, la accesibilidad es muy cómoda y el espacio a la altura de las rodillas, generoso en un vehículo de 4.122 mm que cuenta con un gran aliado en esa batalla de 2.606 mm que posee.

Detalles adicionales, como la movilidad de los asientos traseros --el central, ciertamente escaso--, acaban de dar el toque de utilidad a un crossover que, teniendo en cuenta su atrevido diseño exterior, en el interior se presenta bastante más funcional y conservador, fiel al espíritu de la marca que hizo de los monovolúmenes toda una tendencia.

Lo próximo será salir a pasear desde Biarritz hasta San Sebastián en primer lugar, y más tarde desde esa ciudad tan costera de la vieja Aquitania hacia el interior. Lo haremos todo a bordo de dos unidades: una equipada con motor 1.5 dCi 90 y transmisión manual de cinco relaciones, y la otra con motor TCe 120 y transmisión EDC de seis relaciones. Ah, y todo esto bajo la lluvia, que es más íntimo y acogedor.

Continuará... Continuá aquí

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